La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
Capítulo X
Liberados para ser libres
A un lector no familiarizado con los escritos de San Pablo, podrá parecerle que el título de este capítullo puede parecerle una redundancia. Pero está tomado de la carta a los Gálatas: "Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud" (Gal, 5, 1).
El problema de Pablo es que los cristianos judaizantes que consideraban a Santiago de Jerusalén como su líder, querían imponer a todos los cristianos la obediencia a la Ley mosaica.
San Pablo reacciona enérgicamente propugnando la libertad. Cristo nos liberó para que fuéramos libres, no para que nos sintiéramos tan exclavizados como antes o más
todavía.
El problema que plantea la carta a los Gálatas ¿se acabó al caducar la pretensión legalista de aquellos cristianos, o continúa bajo otra forma y en otros contextos en el mundo católico de hoy?
Hace unos años estaba pasando unos días en un pueblecito de la Renania, en Alemania, en compañía de un cura español que perteneciá a la diócesis de Colonia y estaba de párroco allí.
Una noche nos invitaron a cenar en casa de una familia conocida. Eran muy católicos. Hubo una sobremesa larga, en que se habló de lo divino y de lo humano. En cierto momento el dueño de la casa, que era el maestro del pueblo dijo:¡Qué suerte tienen los que no son católicos, porque a ellos les basta con seguir su conciencia, mientras que nosotros estamos tremendamente atados!.
Esta frase me impresionó tan profundamente, que me ha venido a la memoria al ponerme a escribir este capítulo. Porque realmente la sensación vivida de muchos católicos es que ellos han sido liberados para pasar a otra esclavitud.
San Pablo dice que hemos de defendernos activamente contra operaciones de este tipo. Hemos de actuar para mantener la tónica de nuestra libertad cristiana, porque van a tratar de estropearnosla, echándonos encima un yugo de esclavos que nos oprima de nuevo.
San Pablo logra acuñar esta bella formulación:"hermanos habéis sido llamados a la libertad; solamente que esta libertad no sirva de pretexto para los bajos instintos; todo lo contrario, servíos unos a otros por amor, ya que la Ley entera queda cumplida con un único mandamiento:amarás a tu prójimo como a tí mismo" (Gál 5, 13-14).
Ver: JM. Díez Alegría, Rebajas teológicas de otoño, Ed Desclée de Brouwer 1980
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