La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

Capítulo XI
Clamor de lo Profundo

Siempre me ha impresiionado esta afirmación de San Pablo: "nosotros no sabemos bien qué debemos pedir en nuestra oración; pero el Espíritu en persona intercede ante nosotros con gemidos inenarrables" (Rom. 8, 26).

Cuando el cristianismo era vivido como una "religión cosmológica" (Dios se concebía como una especie de maquinista mágico, capaz de tapar los agujeros de nuestra ignorancia e impotencia) todos sabían lo que tenían que pedir: que llueva que escampe, que no haya tormenta, que no vengan epidemias, que se den bien los tomates, que se encuentren los objetos perdidos. De esto último se encargaba San Antonio, al que había que rezarle un Padre nuestro.

Yo, en mi infancia, le recé bastantes veces, y me parece que casis siempre encontré lo que había perdido. Y muy contento que me ponía. Siempre le conservé afecto al popular San Antonio. En una viaje a Padua, con ocasión de un congreso internacional de filosofía, celebré la eucaristía en su sepulcro. Luego pude comprobar que no había sido ni un mandadero ni un mentor de beatas, sino un tremendo fustigador de obispos feudales y depravados, que decía cosas de este tenor:

"El obispo de nuestro tiempo (primer tercio del siglo XIII) es como Balaam, que estaba sentado sobre la burra que veía al ángel que Balaam no podía ver...Pero el pueblo sencillo, creyendo honestamente, obrando bien, ve al Angel del buen consejo, ama y conoce bien al Hijo de Dios" (Sermones, Padua 1895, pag.115). "La gloria de nuesrta conciencia depurada en el crisol de nuestro propio examen. Este es el sitio para el oro, no la lengua de los hombres, que si en ella se funde el oro se consume"
(p. 292)...

"El verdadero José, Jesucristo, es vendido hoy por los negociantes Arzobispos y Obispos y demás prelados de la Iglesia" (p. 392). "Samaría es la Iglesia, cuyo novillo, o sea el Prelado lascivo y petulante, que avanza con el cuello extendido y la barriga echada para adelante, ha sido arrojado por el Señor" (p.560).

El pastor que abandona el rebaño que le ha sido encomendado, es un ídolo en la Iglesia, porque es un Dagón (ídolo de los filisteos) al lado del Arca del Señor, que no tiene más que la apariencia, no la verdad. ¿Para qué ocupa, pues, un sitio?"(p. 918).

San Antonio, cuando decía estas cosas, era un franciscano muy joven (murió a las 36 años). No fue sancinado, sino canonizado por Gregorio XI un año después de su muerte. murió el 13 de junio de 1231; la canonización fue el 30 de mayo de 1232. La Iglesia, en la historia, ha sido siempre una realidad muy compleja, llena de contradicciones.

Ver: JM. Díez Alegría, Rebajas teológicas de otoño Ed Desclée de Brouwer 1980
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