La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,

tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

Recuerdos a Marx de parte de Jesús


(Cont., viene del día 15)

Por lo que se refiere a la religión, Marx pretende expresamente superar la crítica de Feuerbach, que él considera abstracta y metafísica. Pero, al estimar cerrada la crítica histórico-social del hecho religioso con una descalificación definitiva y universal (y, por consiguiente, abastracta), queda prisionero (tal vez sin darse cuenta) del pensamiento de Feuerbach. En esto parece que hay en Marx cierta incoherencia.


Pero para él lo más importante no es la crítica de la religión, sino la crítica de la sociadad humana en su entraña socio-económica. "Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diversas maneras; lo importante es transformarlo, escribió en 1845. Y, un año antes había escrito: "El ateísmo es una negación de Dios y trata de afirmar mediante esta negación la existencia del hombre. El socialismo no requiera ya esa mediación; parte de la conciencia histórica sensible del hombre y la naturaleza como seres esenciales.

Ahora bien, ¿qué busca Marx con su crítica de las estructuras de la sociedad capitalista?

Quiero imaginar, dice Díez-Alegría, que Jesús se me presenta hoy, y me lo pregunta. "Oye ¿qué pasa con ese Carlos de Tréveris, que pone tan nerviosos a la mayoría de mis obispos?". Señor, le respondería yo, no estoy especializado en el tema, pero te comunicaré lo que yo sé.

Marx busca devolverle al hombre@ su dignidad. Ya en una carta de 1843 se subleva contra el desprecio del hombre que es característico del despotismo: "La única idea del despotismo es el desprecio del hombre@, el hombre@ vaciado de su humanidad, y esta idea tiene la ventaja de muchas otras de corresponder al mismo tiempo a un estado de hecho. El déspota no ve nunca a los hombres de otro modo que despojados de su dignidad". (Carta a Ruge).

Su meta es una sociedad plenamente humana fundada en radical solidaridad: "Supongamos ahora que producimos como seres humanos: en este caso, cada uno de nosotros se afirmaría doblemente en la producción (afirmándose a sí mismo y afirmando al otro). En mi producción realizaría yo mi individualidad, su particularidad; por tanto experimentaría en el trabajar el gozo de una manifestación individual de mi vida y, en la contemplación del objeto, tendría la alegría individual de reconocer mi personalidad como una potencia real, concretamente tangible y libre de toda duda.

Por otra parte, en tu gozo o en tu empleo de mi producto, tendría yo el gozo espiriual inmediato de haber satisfecho, por mi trabajo, una necesidad humana, de haber objetivado la naturaleza humana y, por consiguiente, haber procurado a la necesidad de otro ser humano el objeto de su necesidad. Tendría también la conciencia de haber sido para tí el mediador entre tú y la especie humana, de ser reconocido por tí mismo como un complemento de tu propia naturaleza y como una parte necesaria de tu ser, por tanto de haberme afirmado tanto en tu pensamiento cuanto en tu amor.

En fín, tendría la alegría de haber producido en la manifestación individual de mi vida la manifestación directa de tu vida, por consiguiente, de haber afirmado y realizado en mi actividad individual mi verdadera naturleza, mi naturaleza humana, mi sociabilidad humana. Nuestras producciones serían otros tantos espejos en que nuestros seres irradiarían el uno sobre el otro". (Estudios económicos, 1844).

---Ver: Rebajas teológicas de otoño
Ed Desclée de Brouwer 1980
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