Los santos que nunca serán canonizados



Erasmo: el "libre albedrio" frente
al "siervo albedrio"


Casi ninguna clase de hombres vive de modo más agradable ni menos preocupado que éstos, que creen a Cristo suficientemente satisfecho si ellos, con sus ornamentos místicos y casi escénicos, con sus ceremonias, con sus títulos de "beatitud", "reverencia" y "santidad", representan su papel de obispos impartiendo bendiciones y maldiciones...

Les quedan, como únicas armas esas dulces bendiciones de las cuales ellos son tan liberales dispensadores: entredichos, suspensiones, agravaciones, anatemas, pinturas para castigar, y aquel rayo terrorífico con cuya sola amenaza envían las almas de los mortales al infierno y aún más lejos. Este castigo sin embargo, los santísimos padres en Cristo y vicarios en Cristo contra nadie lo agitan con mayor acritud que contra los que, espoleados por el diablo, intentan disminuir o roer un poco el patrimonio de San Pedro.

Este párrafo, con aires de panfleto, pertenece a un libro universal que con el título Elogio de la locura escribió en 1509 el que fue, con razón, llamado "cerebor de Europa":el holandés Desiderio Erasmo de Rotterdam. Erasmo sigue todavía viviendo en nuestra cultura occidental, y de su influjo proviene la supervivencia de la vena profética del catolicismo, que, aunque ha tenido períodos de oculto "Guadiana", nunca se ha extinguido en estos cuatro siglos que de él nos separan.

El gran erasmista francés Marcel Bataillon asegura: Si España no hubiera pasado por el erasmismo, no nos habría dado el Quijote. En efecto, como comenta el profesor JL. Abellán, auque Erasmo de Rotterdam es uno de los humanistas más preclaros del Renacimiento y una especie de monarca intelectual en la Europa de su época, en ningún país gozará de tanta fama como en Espeña.

La reforma cristiana que propugnaba Erasmo era más bien una reforma mental que una reforma de costunbres. En esta reforma mental se apoya la oposición entre el "juicio común de la gente" y el "juicio propio" en que agudamente insiste Erasmo en su Enquridion. A la tiranía de la costumbre y a la autoridad de la mayoría, el erudito holandés opone el "juicio propio" del que se conoce a sí mismo y tiene capacidad intelectual para juzgar por sí de las situaciones, exaltando de este modo la libertad del cristiano que imita a Cristo.

El mensaje erasmiano se resume, pues, en un predominio de las virtudes de la sencillez, intimidad, humildad, caridad, amor, y en definitiva, vuelta al espíritu evangélico rechazando todo lo que se le opone.

Al llegar a quí nos asalta una duda: ¿tuvo Erasmo relación con Lutero? ¿No decía las mismas cosas que el agustino alemán? ¿Por qué, pues, el holandés ha quedado, a pesar de todo, dentro de los límites del catolicismo romano (aunque sin opción a ser "canonizado"), mientras que Lutero capitoneó una ruptura formal con la Iglesia de Roma? Sabemos que Melanchton, el compañero de Lutero, le escribió a Erasmo
en 1519 asegurándole que Lutero le defendía con ardor y que deseaba obtener su aprobación.

El 28 de marzo del mismo año Erasmo recibió una carta del mismo Lutero, quien intentaba atraerlo a la Reforma; pero el holandés le remitió, en 30 de mayo, una carta ambigua hasta cierto punto, que era una declaración de pacifismo y de neutralidad (por entonces Lutero no había roto todavía con Roma).

El mismo Papa León X y los cardenales querrían ver a Erasmo tomar decisión. Pero, por otra parte, esta neutralidad disgustaba igualmente a los luteranos, pues, según ellos, se habría traicionado a sí mismo, al escribir demasiado claramente, tras la Dieta de Worms, de este mismo año (1521), que la "tragedia luterana ha terminado...Lutero se ha esfumado".

Erasmo tuvo una visión demasiado larga y conservó implacablemente su libertad de espíritu frente a tirios y troyanos. Se trataba de la "libertad para la que Cristo nos ha liberado", según expresión de San Pablo (Gál 5, 1).

Erasmo no era un intelectual encerrado en su torre de marfil: 1518, en un viaje desde Basilea a Lovaina, al detenerse el barco en una pequeña población renana, fue reconocido por el cobrador de impuestos, llamado Cristóbal, que le patentizó su admiración por él y por sus obras. Erasmo se emocionó al comprobar que el pueblo le seguía.

En 1524 Erasmo publicó un libro, cuyo contenido explica elocuetemente su disentimiento frente a la Reforma luterana: Del libre albedrio. Dos años después Lutero le contestaría al humanista holandés con otra obra caracterítica: Del siervo albedrío , en el que defiende su concepción del "determinismo místico". Erasmo no podía renunciar a la libertad cristiana, lo más esencial del mensaje evangélico.

En enero de 1533 le asegura al nuevo papa Pablo III su entera afección a la causa de la unidad de la Iglesia. Pablo III le ofrece el capelo cardenalicio, pero Erasmo lo rechaza enérgicamente, prefiriendo ante todo su independencia personal.

En enero de 1536 escribe su última obra Sobre la pureza de la Iglesia de Cristo, que dedica cariñosamente al cobrador de impuestos renano que lo había acogido en su viaje.

En la noche del 11 de julio muere suavemente, rodeado de amigos y discípulos.

Ver: José Mª González Ruiz, Los santos que nunca serán canonizados
Planeta 1979
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