A-Dios, que es la Fiesta de la Trinidad

Cada tres meses, la revista de los Trinitarios de España (Trinidad y Liberación) nos recuerda que Dios es Trinidad (es decir Comunión), y que Trinidad significa "liberar", es decir, ayudar y elevar a cautivos y oprimidos.

Así se vinculan lo más alto (Trinidad, el misterio) y lo más profundo (liberar, ayudar a los demás a ser personas). Esto es algo que sabemos los cristianos, pero que ya habían presentido algunos otros artistas, poetas y sufrientes,como Plauto, el romano, que decía: Mortalem mortali iubare, hoc est Deus, esto es Dios, que un mortal pueda ayudar y sostener a otro mortal.


A-Dios y Con-Dios a mis amigos trinitarios, por recordarnos estas cosas... Con dos de mis pequeñas colaboraciones en la revista saludo a todos los que quieran este día sentir el gozo de ser cristianos... y de entender quizá algo más el misterio de Trinidad y Redención.

Pascua Trinitaria



Por extender el Reino del amor de Dios han matado a Jesús. Si se hubiera defendido con armas, respondiendo con violencia a la violencia no sería Hijo del Padre, que crea y recrea en amor todas las cosas. En manos de Dios ha muerto, a él ha invocado desde el límite final de su agonía, como mensajero y mesías del Dios de la vida, cumpliendo hasta el fin su Palabra.

Sólo de esa forma, a través de Jesús, Dios pudo revelarse ya del todo, “ya de vero”, como Amor que se entrega, Espíritu Santo.

Éste es el misterio, la Pascua Trinitaria de Jesús, mensajero de Dios, revelación suprema de la Vida que es Amor, en su tiple dimensión, como indicamos al trazar el signo de la Cruz Pascual, de frente a pecho, de brazo a brazo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Por eso, la Salvación de Dios, que es Trinidad (que es Pascua), no llega a pesar de la muerte de Jesús, sino a través de ella, como Don o regalo supremo, que es Dios, en la misma historia de los hombres. Allí donde Jesús ha muerto en Amor (entregando su espíritu al Espíritu divino) brota la Vida verdadera (resurrección), de manera que Dios se hace visible para los creyentes, como todo en todos, “aunque es de noche”.

Así podemos proclamar en Pascua que Dios es Padre, que todo lo crea y engendra en amor, resucitando a Jesús de entre los muertos y abriendo, con él y por él, un camino de resurrección para los que viven.

Así confesamos que Jesús es el Hijo de Dios, que entregando la vida por todos ha sido resucitado por el Padre, como primicia de los que mueren esperando la Vida.

Así decimos que Dios es Espíritu de amor que vincula al Padre con el Hijo, reconciliando en ellos y por ellos, a todos los que han sido creados para la vida. No hay Trinidad y Pascua, dos misterios, sino un solo misterio: la Trinidad pascual de Dios, la Pascua trinitaria.



Trinidad y Liberación


Parecen palabras distantes, que no pueden mezclarse.

Trinidad
alude a la gloria de Dios, reflejada en el canto de los ángeles, en la especulación de los teólogos o en la mística de los piadosos. Evoca algo lejano, lo más inaccesible. Cuando escuchan esa palabra, muchos callan, como si ella no sirviera para nada.

Liberación evoca compromiso por la libertad de los demás. Muchos la relacionan con la lucha armada y los movimientos revolucionarios. Otros piensan que esa apalabra vale en América Latina y en lugares de pobreza estructural. Pero, aquí, en Europa ¿de qué sirve?

Y, sin embargo, miradas limpiamente, con ojo transparente y corazón cristiano, esas dos palabras dicen y son, en el fondo, lo mismo.

Trinidad es la gloria de Dios que se expresa en la vida de los hombres, en especial en los más pobres; es el amor mutuo, la comunión personal, de palabra y cultura (Logos/Hijo) y de afecto y bienes (Espíritu Santo). Que todos los hombres compartan la vida y se amen, eso es la Trinidad en la tierra

Liberarse y liberar es poner las condiciones personales y sociales, culturales y económicas, afectivas y psicológicas para que todos los pueblos, clases sociales y personas podamos vivir en comunión, siendo presencia trinitaria. Por eso, en este mundo concreto, la misma Trinidad es liberación, pero no desde arriba (que los ricos ayuden a los pobres, para que todo siga igual), sino más bien (y sobre todo) desde abajo: ¡que los pequeños y los pobres ayuden a los ricos para que ese sistema de opresión (que no es trinitario) cambie, de manera que todos los hombres y mujeres puedan vivir en comunión (en Eucaristía), como quiso Jesús.

Son, pues, dos palabras, dos matices, pero una misma realidad, pues Cristo es Trinidad y es, al mismo tiempo, la Liberación.
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