CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 julio 2012. Con motivo del 450 aniversario de la fundación del Monasterio/Monesterio de San José y del comienzo de la Reforma Teresiana (día de San Bartolomé: 24 VIII 1562), Benedicto XVI ha enviado un mensaje al obispo de Ávila, España, monseñor Jesús García Burillo.
El Mensaje no está dirigido a las religiosas/os de Santa Teresa, sino al Obispo de Ávila, diócesis en la que se inicio la Reforma Teresiana; eso le da un carácter universal y muestra(con palabras de Santa Teresa, sacadas de su contexto) la visión que el Papa tiene de la Iglesia en el momento actual.
El Papa retoma y y comprara los "tiempos recios" de Santa Teresa con los duros y recios tiempos en que nos toca vivir(año 2012).En ese contexto se sitúa la famosa sentencia que sirve de título a este post:
"Estáse ardiendo el mundo,
quieren tornar a sentenciar a Cristo,
quieren poner su Iglesia por el suelo".
Es muy posible que estas frases (y el resto de las citas de Santa Teresa, aducidas por el Papa) puedan y deban recibir matices distintos. Para ello hay que situar la Reforma de Teresa en el contexto eclesial hispano de la segunda mitad del siglo XVI, con sus problemas sociales y eclesiales, económicos y religiosos. En esa línea he querido retomar el programa de Reforma de Teresa de Jesús a la luz del Evangelio y desde la experiencia de nuestro tiempo, antes de presentar de nuevo la carta del Papa.
(Imágenes del convento, iglesia y muro del Monesterio de San José de Ávila; espacios para un encuentro humano. El tema del "muro" podría reinterpretarse quizá desde la experiencia no de separación física, sino de intimidad para la contemplación y encuentro personal)
1. Interpretar a Santa Teresa, su visión de Jesús y de la iglesia
Dejo a los lectores de Santa Teresa que empiecen interpretando lo que hoy significa "estase ardiendo el mundo"... y, de un modo especial, lo que supone "quieren poner su Iglesia por el suelo".
¿Se podría hoy decir sin más que los que quieren "tornar a sentencia a Cristo" son los luteranos alemanes y los reformados franceses... de manera que debamos iniciar otra contra-reforma católica en sentido anti-protestante?
¿Quiénes son los que quieren hoy poner de nuevo la Iglesia por los suelos...? ¿Qué tipo de poderes políticos, sociales o económicos, qué tipo de personas y sistemas?
¿Cómo entender hoy la Reforma de Teresa? ¿Reforma de mujeres que oran ayudando a los fuertes varones que luchan contra los malos gigantes, como dijo Don Quijote a Sancho en la escena de los molinos? ¿Qué tipo de Contra-Reforma se puede iniciar hoy, a los 450 años del Monesterio de San José de Ávila?
El tema no es ahora, quizá, el de la Reforma Protestante y la Contra-reforma Católica, sino el de un arraigo fundamental en el evangelio? En ese contexto quiero comparar a Santa Teresa y su Reforma con Santa Bernadette y su "reforma", tema del que he venido tratando los días anteriores (ayer mismo he comparado la "visión" de Bernadette con la experiencia espiritual de visión-oración de Santa Teresa):
Teresa de Ávila (segunda mitad siglo XVI) quiso "reformar" la Iglesia, creando monesterios (básicamente de mujeres)donde los cristianos aprendieran a orar y descubrieran por experiencia interior la presencia y obra del Cristo Humano, amigo (a quien debían sentir, ver, revivir). Ésa fue su gran visión, su gran aportación a la Iglesia, una visión que ella misma "puso en marcha", de una forma activa, como mujer, en medio de un mundo y de una iglesia fuertemente patriarcal.
Bernadette de Lourdes (segunda mitad siglo XIX).. vio a la Señora y supo que su presencia era signo de transformación y curación. Ella simplemente "vio"... y dio testimonio de su visión, dejando que la misma Iglesia interpretara su experiencia y creara el movimiento mariano de Lourdes, como signo y testimonio "católico" en un mundo abierto ya al racionalismo moderno. Ella se limitó a "ver" y decir lo que había visto... pero no puedo "crear" un movimiento de reforma de Iglesia, pues no le dejaron (o no tenía personalidad para ello). Inició un movimiento... pero le metieron en el convento, de manera que su movimiento lo desarrollaron otros, construyendo un gran Santuario (en contra de Santa Teresa, que sólo quería "palomarcicos" de oración, no grandes iglesias.
Buena fue la experiencia, positiva y radical la tarea de Santa Teresa. Buena también me parece la experiencia de Bernadette. Ambas son buenas, no puedo ni quiero compararlas. Pero la de Santa Teresa es mucho más radical, pues la desarrolló ella misma, como mujer (contra viento y marea, con sus escritos y sus viajas y fundaciones)... La tarea de Teresa nos sitúa ante tres dones y exigencias esenciales de la "reforma cristiana":
-- a. Es una Reforma centrada en la experiencia personal de la humanidad de Jesús (es decir, del Jesús del Evangelio) , no en la gloria externa de la iglesia, ni en poderes clericales, ni en grandes edificios y manifestaciones religiosas externas. Ciertamente, Teresa ama a María, la Madre del Carmelo, pero quiere que sus monesterios sean lugares de encuentra personal con Jesús Hombre, el Jesús del evangelio, vivido en su radicalidad.
b. Una experiencia personal para cada uno, es decir, para que cada uno "vea a Jesús" (se vincule con él).. Teresa no ofrece su "visión particular", para que otros se fijen en ella, sino que quiere que cada religiosa (cada cristiano) descubra a Jesús y se encuentre con él, de manera que tenga así su "Lourdes cristiano" o, mejor dicho, su propia "casa de san José", que es la casa de Jesús, no sólo en su vida oculta, sino en su vida pública. Ésta fue su novedad: Crear espacios (casas de San José) para el encuentro personal de cada cristiano con la humanidad de Jesús (es decir, con Jesús hombre, con el evangelio), en sentido radical.
c. Una experiencia de mujeres... para cambiar a los hombres del conjunto de la Iglesia. Ella quiso "transformar el Cristo a un grupo de mujeres...", para ofrecer así un testimonio de Reforma Radical de Iglesia para todos, en especial para los varones, no sólo de la Reforma Carmelitana, sino de toda la Iglesia. Su trato con obispos y clérigos fue exquisito y exigente... Pero ella, Teresa de Jesús, quiso "reformar" ante todo a unas mujeres, para que, empezando por ellas (con casitas de San José) se pudiera convertir y transformar la Iglesia universal.
En este contexto he querido citar (recoger) la carta del Papa al obispo de Ávila, con ocasión de los 450 años de la Reforma de Teresa... Otros problemas hay en el mundo y en la Iglesia, pero una lectura serena y creadora de Santa Teresa nos puede ayudar a plantearlos... descubriendo la importancia de la humanidad de Cristo que se expresa en los valores de la humanidad. En ese contexto he querido situar los "problemas" del tiempo de Teresa, de nuestro tiempo:
"Estáse ardiendo el mundo,
quieren tornar a sentenciar a Cristo,
quieren poner su Iglesia por el suelo".
¿Cómo interpretar hoy esas palabras? ¿Cómo responder hoy a los problemas de la humanidad y de la Iglesia?
Santa Teresa, santa de la humanidad de Cristo... puede y debe aparecer en nuestro tiempo como promotora de humanidad cristiana, en comunión, en libertad, en justicia, en apertura al misterio de Dios que es oración... recordándonos que cada uno de nosotros somos Lourdes o Nazaret, lugar de la presencia de Jesús (y de su Madre y San José... y del conjunto de la Iglesia).
Y es ya momento de que cada uno pueda releer la carta del Papa. Buena me parece, pero quizá debe situarse... y así lo he querido hace en este post. Buen día, buena celebración a todos las amigas y amigos de la Reforma de Santa Teresa.
2. Benedicto XVI. Al venerado hermano monseñor Jesús García Burillo, obispo de Ávila.
1. Resplendens stella. «Una estrella que diese de sí gran resplandor» (Libro de la Vida 32,11). Con estas palabras, el Señor animó a Santa Teresa de Jesús para la fundación en Ávila del monasterio de San José, inicio de la reforma del Carmelo, de la cual, el próximo 24 de agosto, se cumplen cuatrocientos cincuenta años. Con ocasión de esa feliz circunstancia, quiero unirme a la alegría de la querida Diócesis abulense, de la Orden del Carmelo Descalzo, del Pueblo de Dios que peregrina en España y de todos los que, en la Iglesia universal, han encontrado en la espiritualidad teresiana una luz segura para descubrir que por Cristo llega al hombre la verdadera renovación de su vida.
Enamorada del Señor, esta preclara mujer no ansió sino agradarlo en todo. En efecto, un santo no es aquel que realiza grandes proezas basándose en la excelencia de sus cualidades humanas, sino el que consiente con humildad que Cristo penetre en su alma, actúe a través de su persona, sea Él el verdadero protagonista de todas sus acciones y deseos, quien inspire cada iniciativa y sostenga cada silencio.
2. Dejarse conducir de este modo por Cristo solamente es posible para quien tiene una intensa vida de oración. Ésta consiste, en palabras de la Santa abulense, en «tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama» (Libro de la Vida 8,5). La reforma del Carmelo, cuyo aniversario nos colma de gozo interior, nace de la oración y tiende a la oración. Al promover un retorno radical a la Regla primitiva, alejándose de la Regla mitigada, santa Teresa de Jesús quería propiciar una forma de vida que favoreciera el encuentro personal con el Señor, para lo cual es necesario «ponerse en soledad y mirarle dentro de sí, y no extrañarse de tan buen huésped» (Camino de perfección 28,2).
El monasterio de San José nace precisamente con el fin de que sus hijas tengan las mejores condiciones para hallar a Dios y entablar una relación profunda e íntima con Él.
3. Santa Teresa propuso un nuevo estilo de ser carmelita en un mundo también nuevo. Aquellos fueron «tiempos recios» (Libro de la Vida 33,5). Y en ellos, al decir de esta Maestra del espíritu, «son menester amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos» (ibíd. 15,5). E insistía con elocuencia:
«Estáse ardiendo el mundo,
quieren tornar a sentenciar a Cristo,
quieren poner su Iglesia por el suelo.
No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios
asuntos de poca importancia» (Camino de perfección 1,5).
¿No nos resulta familiar, en la coyuntura que vivimos, una reflexión tan luminosa e interpelante, hecha hace más de cuatro siglos por la Santa mística?
El fin último de la Reforma teresiana y de la creación de nuevos monasterios, en medio de un mundo escaso de valores espirituales, era abrigar con la oración el quehacer apostólico; proponer un modo de vida evangélica que fuera modelo para quien buscaba un camino de perfección, desde la convicción de que toda auténtica reforma personal y eclesial pasa por reproducir cada vez mejor en nosotros la «forma» de Cristo (cf. Gal 4,19).
No fue otro el empeño de la Santa ni el de sus hijas. Tampoco fue otro el de sus hijos carmelitas, que no trataban sino de «ir muy adelante en todas las virtudes» (Libro de la Vida 31,18). En este sentido, Teresa escribe: «Precia más [nuestro Señor] un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos hacer» (Libro de las Fundaciones 1,7). Ante el olvido de Dios, la Santa Doctora alienta comunidades orantes, que arropen con su fervor a los que proclaman por doquier el Nombre de Cristo, que supliquen por las necesidades de la Iglesia, que lleven al corazón del Salvador el clamor de todos los pueblos.
4. También hoy, como en el siglo XVI, y entre rápidas transformaciones, es preciso que la plegaria confiada sea el alma del apostolado, para que resuene con meridiana claridad y pujante dinamismo el mensaje redentor de Jesucristo. Es apremiante que la Palabra de vida vibre en las almas de forma armoniosa, con notas sonoras y atrayentes.
En esta apasionante tarea, el ejemplo de Teresa de Ávila nos es de gran ayuda. Podemos afirmar que, en su momento, la Santa evangelizó sin tibiezas, con ardor nunca apagado, con métodos alejados de la inercia, con expresiones nimbadas de luz.
Esto conserva toda su frescura en la encrucijada actual, que siente la urgencia de que los bautizados renueven su corazón a través de la oración personal, centrada también, siguiendo el dictado de la Mística abulense, en la contemplación de la Sacratísima Humanidad de Cristo como único camino para hallar la gloria de Dios (cf.Libro de la Vida 22,1; Las Moradas 6,7).
Así se podrán formar familias auténticas, que descubran en el Evangelio el fuego de su hogar; comunidades cristianas vivas y unidas, cimentadas en Cristo como en su piedra angular y que tengan sed de una vida de servicio fraterno y generoso. También es de desear que la plegaria incesante promueva el cultivo prioritario de la pastoral vocacional, subrayando peculiarmente la belleza de la vida consagrada, que hay que acompañar debidamente como tesoro que es de la Iglesia, como torrente de gracias, tanto en su dimensión activa como contemplativa.
La fuerza de Cristo conducirá igualmente a redoblar las iniciativas para que el pueblo de Dios recobre su vigor de la única forma posible: dando espacio en nuestro interior a los sentimientos del Señor Jesús (cf. Flp 2,5), buscando en toda circunstancia una vivencia radical de su Evangelio. Lo cual significa, ante todo, consentir que el Espíritu Santo nos haga amigos del Maestro y nos configure con Él.
También significa acoger en todo sus mandatos y adoptar en nosotros criterios tales como la humildad en la conducta, la renuncia a lo superfluo, el no hacer agravio a los demás o proceder con sencillez y mansedumbre de corazón. Así, quienes nos rodean, percibirán la alegría que nace de nuestra adhesión al Señor, y que no anteponemos nada a su amor, estando siempre dispuestos a dar razón de nuestra esperanza (cf. 1 Pe 3,15) y viviendo, como Teresa de Jesús, en filial obediencia a nuestra Santa Madre la Iglesia.
5. A esa radicalidad y fidelidad nos invita hoy esta hija tan ilustre de la Diócesis de Ávila. Acogiendo su hermoso legado, en esta hora de la historia, el Papa convoca a todos los miembros de esa Iglesia particular, pero de manera entrañable a los jóvenes, a tomar en serio la común vocación a la santidad. Siguiendo las huellas de Teresa de Jesús, permitidme que diga a quienes tienen el futuro por delante: Aspirad también vosotros a ser totalmente de Jesús, sólo de Jesús y siempre de Jesús. No temáis decirle a Nuestro Señor, como ella: «Vuestra soy, para vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?» (Poesía 2). Y a Él le pido que sepáis también responder a sus llamadas iluminados por la gracia divina, con «determinada determinación», para ofrecer «lo poquito» que haya en vosotros, confiando en que Dios nunca abandona a quienes lo dejan todo por su gloria (cf. Camino de perfección 21,2; 1,2).
6. Santa Teresa supo honrar con gran devoción a la Santísima Virgen, a quien invocaba bajo el dulce nombre del Carmen. Bajo su amparo materno pongo los afanes apostólicos de la Iglesia en Ávila, para que, rejuvenecida por el Espíritu Santo, halle los caminos oportunos para proclamar el Evangelio con entusiasmo y valentía.Que María, Estrella de la evangelización, y su casto esposo San José intercedan para que aquella «estrella» que el Señor encendió en el universo la Iglesia con la reforma teresiana siga irradiando el gran resplandor del amor y de la verdad de Cristo a todos los hombres. Con este anhelo, Venerado Hermano en el Episcopado, te envío este mensaje, que ruego hagas conocer a la grey encomendada a tus desvelos pastorales, y muy especialmente a las queridas Carmelitas Descalzas del convento de San José, de Ávila, que perpetúan en el tiempo el espíritu de su Fundadora, y de cuya ferviente oración por el Sucesor de Pedro tengo constancia agradecida. A ellas, a ti y a todos los fieles de Ávila, imparto con afecto la Bendición Apostólica, prenda de copiosos favores celestiales.