La Cruz de Israel, libertad para todos
Un tema simbólico.
Las cosas no pasaron así, al pie de la letra, pero están contadas así, para iluminar el sentido de la vida. Están contadas en el libro del Éxodo, uno de los libros básicos de la historia humana: un relato de esclavitud y libertad. Para entender el desde una perspectiva puramente histórica pueden estudiarse las historias de Israel. Yo he mismo he tratado del tema en varios de mis libros, como en Biblia Judía, Biblia cristiana (Estella 1997). Aquí voy a presentar de un modo extenso se sentido, para situarnos mejor (mañana, el domingo) ante el tema de judíos, musulmanes y cristianos en Palestina.
Un fondo histórico:
Un grupo de antepasados de Israel se vio obligado a descender a Egipto. Se trataba de familias de semitas nómadas que andaban en busca de alimentos: los tiempos eran duros y los pastos muy escasos. Los egipcios, que tenían un imperio organizado, les dejaron entrar, pues necesitaban manos de obra barata. No lo hicieron por filantropía, sino por interés: necesitaban emigrantes, mano de obra barata, para fortalecer su régimen y para realizar trabajos de carácter duro, que los naturales del país no realizaban, actividades constructoras o servicios públicos.
Un día, el grupo de emigrantes semitas tomó conciencia de su esclavitud, descubrió su opresión y decidió escaparse buscando libertad y vida nueva. No conocemos todos los detalles de ese descubrimiento de la opresión, ni los momentos y caminos concreta de aquella gran marcha de libertad, porque todos los relatos que la cuentan (en el libro del Éxodo 1-15) están llenos de juicios de símbolos y juicios valor muy posteriores. De todas formas, podemos afirmar que esa experiencia fue profunda y decisiva. Ha sido el modelo de casi todas las experiencias posteriores de los procesos de liberación en la historia judía, cristiana y musulmana. Todos recordados y, de alguna manera, retomamos aquel gran camino:
a) los egipcios no quisieron dejarles escapar poniéndoles impedimentos primero y persiguiéndoles después mientras salían; por un lado les tenían miedo, por otro les necesitaban;
b) pero los hebreos oprimidos, animados por Moisés, se decidieron a romper el cerco de la opresión, buscando la libertad; quisieron romper los grandes muros del sistema económico y político de opresión y lo consiguieron;
c) ellos, lo hebreos, sintieron la mano protectora de Dios a lo largo del proceso de liberación, de tal forma que a través de una marcha llena de peligros (Mar Rojo) alcanzaron la liberación.
Una experiencia básica de Israel
Toda la existencia posterior de Israel se ilumina a partir de estos motivos que forman el corazón del Éxodo, es decir, de la salida que lleva hacia la libertad. El judaísmo ha vivido y vive de estas dos frases o experiencias básicas:
a) Éramos esclavos en Egipto (Cf.. Dt 5,15; 25,5ss). El recuerdo de ese paso recorre la historia israelita: “Los egipcios nos maltrataron, nos humillaron y nos impusieron dura esclavitud” (Dt 26,6). La vida se había convertido para ellos en una lucha, miseria y opresión y desventura.
b) Pero Dios nos ha liberado de la Esclavitud (Dt 5,6.15). “Nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido”. Los antepasados de Israel estaban convencidos de que Dios mismo actuaba en favor suyo.
Esta experiencia del éxodo, como toma de conciencia en la esclavitud y como liberación, se convierte en elemento conformador de la historia de Israel. ese recuerdo que se transmite de grupo en grupo, hasta penetrar en todos los estratos del pueblo; experiencia que estructura los viejos “credos” o confesiones de fe (Dt 26,5ss) y se expresa en cada uno de los posibles documentos literarios o tradiciones posteriores (Yahvista, Elohista, Deuteronomista, Sacerdotal, varios profetas). Aquí no he querido separar los elementos de cada visión, ni distinguir uno a uno los estratos literarios y teológicos. Asumimos el tema como una unidad y los presentamos de un modo coherente, condensando sus diversos elementos.
De una forma general, dentro de nuestro contexto de esclavitud y búsqueda de libertad, el tema del éxodo puede estructurarse en tres momentos: a) toma de conciencia; b) mediación de un líder; c) liberación por la violencia.
a. En el principio está la toma de conciencia,
descubrimiento de la situación de esclavitud. Puede suceder que un pueblo o un conjunto de personas se encuentren alienadas y lo ignoren o prefieran seguir en servidumbre. Pues bien, Israel ha descubierto su esclavitud, ha descubierto que Dios es un poder que se complace en liberar y desde entonces se ha comprometido en un camino de búsqueda y de cambio.
En el fondo había un hecho: “Hartos de los israelitas, los egipcios les impusieron trabajos penosos y les amargaron la vida con dura esclavitud, imponiéndoles los duros trabajos del barro, de los ladrillos y toda suerte de trabajos del campo” (Ex 1,13-14). Esta opresión suscita un primer acto del pueblo: la protesta. Se trata del clamor de los que están más amargados; es el llanto de los hombres impotentes, el sufrimiento de los niños que mueren sin madurar a la existencia (Ex 1), de los pobres que se inclinan ante el peso del trabajo despiadado: “Los israelitas se quejaban de la esclavitud y clamaron. Los gritos de auxilio de los esclavos llegaron hasta Dios. Dios escuchó sus quejas... y se interesó por ellos” (Ex 2,23-25).
Esta conciencia de esclavitud del pueblo es correlativa al descubrimiento de Dios como aquel que puede liberar. Vino Dios hasta la hondura de su vida, Dios como el poder de libertad que escucha, que se apiada y que interviene: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a librarlos de los egipcios...” (Ex 2,7-8). Un pueblo esclavo hace la experiencia de Dios. Dios se revela como aquel que acoge y que levanta a los caídos. Frente al Dios de la visión marxista que es “opio del pueblo” y se complace en sacralizar la injusticia de la tierra, el Dios que éxodo comienza a revelarse como el defensor de los pequeños y oprimidos, el liberador de los cautivos.
b. Viene después la mediación de un líder,
esto es la ayuda o liderazgo de un hombre (quizá de un grupo humano) que ha descubierto con radicalidad la perversión de la esclavitud y convierte su vida en servicio liberador en favor de los cautivos. En nuestro caso el líder es Moisés, hombre que escucha la palabra salvadora de su Dios y conduce al pueblo por los caminos de la libertad.
El líder suele ser un hombre que está fuera de la esclavitud y goza el privilegio de los mismos opresores (Ex 2,1-10) pero un día descubre su solidaridad con los oprimidos y decide arriesgar su propia vida con el fin de liberarles (cf, 2,11-14). El camino de preparación es duro; pasa a través de la soledad (2,15-25) y se ilumina en la llamada de Dios que dispone al líder y le invita a ser ayuda de los suyos. El señor se el aparece y le confiere su misión: “Anda; te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, los israelitas” (3,10).
Ser líder no es fácil. En la lucha por la liberación de los demás se esconde siempre el miedo y el fracaso, están los riesgos de la muerte. Por eso, Moisés, pregunta: ¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto?” (2,10). Decimos que ser líder no es fácil. Moisés, antes de conducir a su pueblo, debe arreglar cuentas consigo mismo: ha de escuchar la voz de Dios: “Yo estoy contigo” (Ex 3,12); ha de medir bien sus poderes (Cfr. Ex 4,1ss); y sobre todo ha de ejercer violencia sobre sí mismo, matar en su corazón al cobarde, al desertor, al despreocupado (Cfr. Ex 4,24-25). Para todo el tema E. Torres, Cristianismo, lucha ideológica y racionalidad socialista, Sígueme, Salamanca, 1975, 67 ss).
Como en todo proceso de esclavitud-liberación contamos aquí con tres elementos: a) está el pueblo oprimido; b) el ideal de libertad (que en nuestro caso es Dios y su asistencia); c) y, finalmente, aquel hombre o grupo humano que dispone de una relativa capacidad de actuación, posee una lucidez especial y se empeña en ayudar a los que están más oprimidos. Ciertamente, es el pueblo el que se “autolibera” a partir de la ayuda que le ofrece Dios. Pero el pueblo tiene que recibir directrices, mantenerse firme en los momentos de fracaso, intentar nuevos caminos. Para todo eso necesita alguien que piense con lucidez y actúe con decisión, necesita alguien que ayude; este será el líder. En nuestro caso Moisés.
c. Hay, finalmente, un proceso de liberación en el que viene a desatarse la violencia.
No es que la violencia sea el punto de partida. Por el contrario, en el comienzo hay un intento de liberación pacífica: “Moisés y Aarón se presentaron al Faraón y le dijeron: Así dice el Señor, Dios de Israel, deja salir a mi pueblo...” (ex 5,1). Pero los opresores no acceden a la propuesta, el Faraón se opone violentamente y surge el enfrentamiento. El enfrentamiento consta de dos fases:
a) La primera la forman las famosas plagas (Ex 7-13). A la victoria de los opresores sucede la respuesta violenta de los oprimidos (o mejor del Dios de los oprimidos) que hacen sentir su mano sobre el pueblo egipcio. Los relatos actuales presentan el hecho de una forma estrictamente sobrenatural, maravillosa. No podemos decir con precisión lo que está en el fondo de aquellas tradiciones. Lo seguro es que los pobres y cautivos han cobrado voz, se han hecho sentir entre los grandes y les han impuesto sus exigencias. La liberación es difícil, dura y la ley que imponen los poderosos. Por eso, para alcanzar un resultado satisfactorio es preciso que corra la sangre (Ex 11,1-10; 12.29-30). Sólo entonces accede el Faraón: “Levantaos, salid de en medio de mi pueblo, vosotros con todos los israelitas...” (Ex 12,31).
b) La segunda fase del enfrentamiento tiene lugar en el Mar Rojo; el faraón se arrepiente de su permiso, quiere esclavizar de nuevo a los israelitas y les persigue en el camino; en ese contexto acaece la intervención final de Dios, el fracaso del ejército de Egipto y la definitiva libertad de los cautivos (Ex 14,1-31).
Una experiencia de Dios
Tal es el esquema general de Éxodo, con sus elementos de concientización, liderazgo de Moisés y triunfo violento de Israel que alcanza libertad. Ese esquema puede dar lugar a multitud de aplicaciones. Pero aquí, partiendo de la experiencia originaria de Israel, podemos destacar tres elementos:
a) Esclavitud previa. En el principio de nuestra vida hay una opresión; nacemos bajo el poder de otros, que tienden a dominarnos
b) superación de esa esclavitud y encuentro con Dios. La vida humana es un proceso de liberación, una marcha o camino a través del cual podemos descubrir y realizar nuestra verdadera vocación
c) auto-realización del pueblo. Estamos llamados a ser, a vivir en plenitud.
En esta experiencia se descubre a Dios. La esclavitud previa es bien clara: la imponen los egipcios (Ex 1,11-14), la sufren los hebreos (Ex 2,23-25) y Dios la siente como propia (Ex 3,7-8). Por liberar a los suyos, Dios se define como aquel que sufre con el sufrimiento de los pobres y les pone en camino de salvación. En el final del camino estará siempre el encuentro con Dios, expresado en forma de ofrecimiento de un sacrificio (Ex 3,12.18; 5,1 etc.) o a modo de alianza: “Os redimiré, os adoptaré como pueblo mío y seré vuestro Dios...” (6,6-7). De uno modo impresionante se ha expresado esta certeza en un texto ulterior: “Vosotros habéis visto lo que hice a los egipcios: os llevé en alas de águila y os traje a mí; por tanto, si queréis obedecerme y guardar mi alianza seréis mi propiedad entre todos los pueblos... seréis mi pueblo santo” (Ex 19,4-6). El encuentro con Dios se ha expresado en el mismo surgimiento del pueblo.
Esto supone que la liberación se realiza en dos niveles. En el nivel más externo todo sucede en forma de conflicto sociológico: social es la opresión que impone Egipto a los cautivos: social y de este mundo es el proceso liberador de los israelitas. En un nivel más alto, todo recibe y tiene su sentido religioso: la opresión es un pecado contra Dios y la conquista de la libertad es encuentro con Dios, el absoluto. Según eso, el plano social y religioso (político y espiritual) son diferentes pero no pueden nunca disociarse. En este momento de la experiencia de Israel, una liberación que no conduce al encuentro con Dios y a la realización del pueblo por el pacto sería algo perfectamente inútil; y un encuentro con Dios que no se exprese en forma de plenitud y libertad del pueblo algo imposible.
Según esto, la experiencia de Dios resulta indisociable de la superación de la esclavitud. Dios no está donde se oprime al hombre sino allí donde se busca y se alcanza libertad. Por eso, el Dios del éxodo se ha convertido en paradigma de lucha y de esperanza creadora de los pobres que buscan su realización y su justicia. Pero no olvidamos lo anterior: no se trata de una liberación simplemente económica o social sino del hombre entero (que también incluye economía, política, etc.).
Aplicación cristiana. Debemos salir de Egipto, crear espacio de libertad para todos
Este relato del Éxodo ya no es un texto puramente judío, pues pueden (podemos) entenderlo como expresión de una experiencia de liberación que se ha de expresar en nuestro tiempo. Así lo han hecho algunos de los grupos cristianos más significativos del siglo XIX y XX…
Los negros del Sur de USA recrearon la experiencia del éxodo judíos… También ellos querían salir de la opresión, buscaban un camino de libertad. Ellos se creían el nuevo Moisés, saliendo de las aguas de la opresión…
La Teología de la liberación aplicó también ese signo del Éxodo y lo sigue aplicando: Dios tiene que liberar a los esclavos, cautivos y oprimidos que siguen viviendo bajo la opresión de los nuevos sistema de “Egipto”.
Los palestinos musulmanes son los auténticos hebreos de antaño
Muchos palestinos, cristianos y, sobre todo, musulmanes pueden aplicar actualmente este símbolo. Son ellos los que se encuentran de verdad oprimidos en el nuevo Egipto que es Israel… Son ellos los que piden ayuda a Dios y debe recorrer un camino de libertad… La aplicación resulta lógica. El signo de Moisés que libera a los hebreos de Egipto está en el fondo de la vida y experiencia de Muhammad… Muhammad y los suyos creyeron ser los nuevos hebreos oprimidos… Por eso tuvieron que salir de Egipto (de la Meca) con la ayuda de Dios… Pero lograron volver y tomar la ciudad y establecer su justicia… Ellos se creen los auténticos hebreos llamados a ofrecer un camino de libertad de Dios a todos los que quieran asumir su causa, en la misma Palestina, tierra de Dios.
¿Puede entenderse hoy el tema del Éxodo como un motivo judío¿
Ciertamente, los primeros que se sienten identificados por el motivo del Éxodo son los judíos… Ellos se han creído oprimidos en los nuevos egiptos, ellos han buscado la libertad…
a. La opresión nazi ha sido para ellos un nuevo Egipto, del que sólo unos pocos pudieron salir. El Faraón pareció matarles a todos…
b. La “vuelta” a la tierra de la libertad (Israel) ha sido para muchos un nuevo camino de Éxodo… Muchos han creído que Dios les concedía, por fin, de verdad, la tierra prometida, tras dos mil años de opresión.