Encuesta papal: El resto sólo ha oído respuestas represivas (La Esperanza)

Pedro Zabala me ha enviado las respuestas elaboradas a la encuesta "papal" sobre la familia por la Comunidad Cristiana "LA ESPERANZA", Logroño. Sobre el texto y preguntas de la Comisión Preparatoria del Sínodo Extraordinario sobre la familia, cf. http://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20131105_iii-assemblea-sinodo-vescovi_sp.html ).

Amigo Pedro, he aprendido mucho leyendo vuestro texto, que cuelgo encantado en mi blog. Me honra vuestra palabra. Ayudará mucho a nuestros lectores. En próximos días presentaré yo también mi respuesta, complementaria a la vuestra. Un abrazo a toda la comunidad, que en un mismo barco navegamos.




Puntos previos:

• Esta encuesta ha sido elaborada por unas 40 personas de la Comunidad Cristiana de la Esperanza, y lo que sigue es el material en el que, básicamente, todos estamos de acuerdo.
• No sabemos qué tiene que ver las enseñanzas de la Biblia, como se citan en la pregunta 1 a.
• Lo que se denomina “enseñanza de la Iglesia” se refiere sólo a la jerarquía, sin que exista fundamento evangélico en estos temas.

1.- Sobre la difusión de la Sagrada Escritura y del Magisterio de la Iglesia sobre la familia


a) ¿Cuál es el conocimiento real de las enseñanzas de la Biblia, de la (encíclica) 'Gaudium et Spes', de la 'Familiaris consortio' y de otros documentos del magisterio postconciliar (Vaticano II) sobre el valor de la familia según la Iglesia Católica? ¿Cuál es la formación de nuestros fieles para la vida familiar según las enseñanzas de la Iglesia?

Los conocimientos son muy escasos, y generalmente limitados a grupos determinados, como movimientos familiares y similares. El resto solo ha oído normas represivas, lejanas al pensamiento y la situación de las familias actuales, que, en su mayoría, no tienen interés en conocer las doctrinas elaboradas por la jerarquía.

b) Allí donde la enseñanza de la Iglesia es conocida, ¿es aceptada integralmente? ¿Hay dificultades en ponerla en práctica? ¿Cuáles?

La enseñanza de la Iglesia no es aceptada integralmente. Ni en lo que respecta al control de la natalidad, ni en la fecundación asistida, ni en normas sobre sexualidad, tipos de familias, etc. En parte es debido al alejamiento de los jóvenes de la Iglesia, y a la separación entre generaciones. También, porque la enseñanza actual de la Iglesia está llena de prohibiciones, y no hay palabras de misericordia, acogida, respeto y libertad.

c) ¿Cómo es difundida la enseñanza de la Iglesia en el contexto de los programas pastorales en el ámbito nacional? ¿diocesano, parroquial? ¿Qué catequesis se hace sobre la familia?

Hay una desconexión entre la Iglesia jerárquica y los fieles. Los programas de Pastoral se basan en una visión irreal y no en propuestas de acogida, inclusión y ayuda. La Iglesia plantea además que su tipo de familia cristiana es el único posible, y esto no se corresponde con la realidad actual. La catequesis percibida en estos años parece haber estado limitada a condenar el divorcio y el aborto, aunque la mayoría desconocemos la catequesis parroquial realizada para las familias y la realizada por grupos especializados (encuentros prematrimoniales y movimientos familiares).

d) ¿En qué medida –concretamente sobre qué aspectos—tal enseñanza es realmente conocida, aceptada, rechazada y/o criticada en ambientes extra eclesiales? ¿Cuáles son los factores culturales que obstaculizan la plena recepción de la enseñanza de la Iglesia sobre la familia?

Es rechazada en los aspectos relacionados con regulación de la natalidad, sexualidad, etc. Y ello, porque hace mal uso de su autoridad moral o su peso doctrinal, imponiendo una doctrina que no se deduce del Evangelio y supone un desconocimiento de la sociedad actual y del hombre moderno. Se ve a la Iglesia como desconectada de la realidad de una sociedad en cambio permanente.

2.- Sobre el matrimonio de acuerdo con la ley natural:

a) ¿Qué lugar ocupa el concepto de ley natural en la cultura civil, tanto en ámbito institucional, educativo y académico, como en ámbito popular? ¿Qué ópticas antropológicas se sobreentienden en este debate sobre el fundamento natural de la familia?

El concepto de “ley natural” no deja de ser discutible en su significado.
La familia es considerada como un grupo de personas que viven, se aman y comparten su vida, y en ella se educa en valores. Hoy es una unidad de consumo, en tiempos no lejanos fue también de producción. A lo largo de la historia ha habido muchos tipos de familia: matriarcal, patriarcal, larga -varias generaciones unidas bajo una cabeza común- corta, pareja con hijos a su cargo, que es la que hoy predomina. Sirve para la primera socialización de los niños a través del lenguaje y para la transmisión de valores. En las sociedades religiosamente homogéneas, los niños reciben en ella la primera educación en la fe.
Es una institución indispensable para la sociedad, y existe antes que la propia Iglesia. Se entiende que la familia se asienta, fundamentalmente, en la unión de un hombre y una mujer, pero, casi de la misma forma, se acepta la posibilidad de que personas con otras orientaciones sexuales, como los homosexuales, conformen una familia.
Buena parte de los problemas de la postura de la Iglesia tienen su origen en el papel principalmente reproductivo que le da a la sexualidad, sin aceptar su vertiente lúdica y como forma de comunicación y reforzamiento del amor humano. De aquí surgen sus problemas para aceptar otros tipos de familias.

b) El concepto de ley natural con relación a la unión entre el hombre y la mujer ¿es comúnmente aceptado como tal de parte de los bautizados en general?

La ambigüedad del concepto de ley natural impide dar una respuesta tajante. Sería más fácil decir que para muchos el matrimonio es la unión de hombre y mujer, pero que puede haber familias sin que exista una formalización matrimonial.

c) ¿Cómo es contestada en la práctica y en la teoría la ley natural sobre la unión entre hombre y mujer en vistas de la formación de una familia? ¿Cómo es propuesta y profundizada en los organismos civiles y eclesiales?

La sociedad civil respeta la libertad de una relación. La jerarquía sólo lo acepta para los bautizados si existe un Sacramento. Civilmente está aceptada también la unión entre parejas del mismo sexo. Y nuestra sociedad, y la mayoría de los cristianos, lo ve con cierta naturalidad, en especial cuando conocen algún caso de cerca.

d) En el caso de que pidan el matrimonio los bautizados no practicantes o quienes se declaran no creyentes, ¿cómo afrontar los desafíos pastorales que derivan de ello?

Si ambos cónyuges se declaran no creyentes, el administrar el Sacramento sería incomprensible. En ocasiones se ha administrado sin un planteamiento serio de la fe de los contrayentes. Se han aceptado algunos casos porque la Iglesia no concede la misma validez al matrimonio civil. Para los no practicantes, podría aprovecharse para hacer una pastoral sobre su alejamiento. En caso de que sea creyente uno de ellos, podría estudiarse cada caso, en especial por lo que respecta a la educación de sus hijos.

3.- La pastoral de la familia en el contexto de la evangelización:

a) ¿Cuáles son las experiencias surgidas en los últimos decenios en orden a la preparación al matrimonio? ¿De qué manera se ha intentado estimular el deber de evangelización de los esposos y de la familia? ¿De qué manera promocionar la conciencia de la familia como "Iglesia doméstica"?.

No creemos que los esfuerzos realizados en este sentido hayan sido fructíferos. Las parejas hacen los cursillos prematrimoniales cuando se les obliga a ello, pero tras su boda lo habitual es que no vuelvan a la Iglesia hasta que tienen que pedir otro Sacramento para sus hijos (Bautismo, Primera Comunión). Las Parroquias se preocupan casi en exclusiva de la catequesis de 1ª Comunión y Confirmación, pero deberían dedicar más esfuerzos a jóvenes y parejas. Habría que reconducir toda la pastoral familiar y orientarla de otra forma, porque actualmente parece inútil. Habría que reconducirla hacia encuentros amplios con matrimonios o con otras parejas que vivan su fe en determinados grupos.

b) ¿Se ha conseguido proponer estilos de plegaria en familia que consigan resistir a la complejidad de la vida y cultura actuales?


La pregunta supone que los miembros adultos de la familia viven su fe, cosa que solo puede decirse de minorías de bautizados.
Falta una catequesis de oración profunda. Más bien está desapareciendo la plegaria familiar en nuestra sociedad. Los rezos de oraciones como el Rosario, o en las comidas, etc., suelen limitarse a rezar con los niños al acostarse y poco más. El ritmo y las condiciones de vida de la sociedad actual están acabando con la costumbre del rezo en familia.

c) En la crisis actual entre generaciones, ¿cómo las familias cristianas han sabido realizar la propia vocación de transmisión de la fe?

La pregunta parece suponer que la fe es fundamentalmente heredada. Una fe adulta requiere una actitud personal de respuesta confiada a la llamada del Señor.
La fe sigue presente en generaciones de mayores, y es apenas un rescoldo entre las familias jóvenes. La transmisión de la fe de una generación a otra está siendo un fracaso. Nuestros hijos valoran nuestra forma de vida, nuestro ejemplo y compromiso, pero no viven nuestra fe ni nuestra religiosidad en el mismo grado. Los jóvenes valoran la solidaridad, pero no dan el paso de descubrir la raíz de esos valores que es la fe, o a la figura de Jesús. Viven muchas veces una solidaridad meramente humanista, sin trascendencia religiosa. La influencia de la familia en la transmisión de los valores era importante en nuestra generación, pero hoy en día la mayoría de la información que les influye proviene de grupos humanos extrafamiliares y de los medios de comunicación, que en general son banales o superficiales. Podríamos decir que a los jóvenes les educa más la sociedad que la familia.

d) ¿En qué manera las Iglesias locales y los movimientos de espiritualidad familiar han sabido crear caminos ejemplares?

No parece que las Iglesias locales ni los movimientos de espiritualidad hayan creado caminos. Sin embargo, el ejemplo de vida de personas concretas (padres, abuelos) sí que les llama la atención a los jóvenes. Cualquier camino, y ejemplo, en especial el vivir la fe en pequeños grupos, puede ser útil. En concreto, valoramos caminos determinados, como los movimientos de espiritualidad, grupos religiosos, Comunidades de Base, etc., aunque sean poco perceptibles para la sociedad actual.

e) ¿Cuál es la aportación específica que parejas y familias han conseguido dar respecto a la difusión de una visión integral de la pareja y de la familia cristiana que sea actualmente creíble?

El ejemplo de compartir la vida y el amor, con fidelidad, durante años, es muy valorado entre los jóvenes, pero, no obstante, la experiencia dice que su visión de la pareja y la familia es muy diferente. Sin embargo, valoran mucho el ejemplo de solidaridad, compromiso, trabajo, participación en ONGs u otras plataformas, y grupos cristianos, como Movimientos familiares o encuentros de matrimonios, aunque con una difusión muy limitada.

f) ¿Qué atención pastoral ha manifestado la Iglesia para apoyar el camino de las parejas en la formación y de las parejas en crisis?

Como hemos dicho antes, de las parejas en formación sólo se efectúa el cursillo prematrimonial, con muy pocos resultados. Cuando una pareja está en crisis se sienten solos y abandonados de la Iglesia, en especial si deciden divorciarse. Para estas parejas no hay una pastoral específica, y no estamos seguros de que la aceptaran las propias parejas. En nuestra Diócesis existe el Centro de Orientación Familiar (COF). Pero falta una aproximación de organismos de la Iglesia a parejas en crisis, divorciados, personas que han sufrido violencia de género, parejas homosexuales, etc.

4.- Sobre la pastoral para afrontar algunas situaciones matrimoniales difíciles:

a) La convivencia "ad experimentum" (experimental), ¿es una realidad pastoral de relieve en la Iglesia particular (local)? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente?

Entendemos por convivencia “ad experimentum” la convivencia formal, antes del matrimonio. Pero la mayoría de las uniones de hecho no se hacen con vistas al matrimonio, ni civil ni, menos aún, ante la Iglesia. No existen apenas convivencias ad experimentum, tal como se plantea en la pregunta.

b) ¿Existen uniones libres de hecho, sin reconocimiento ni religioso ni civil? ¿Hay datos estadísticos fiables?

Sí existen, y pueden estar debidamente reglamentadas civilmente. No sabemos si hay estadísticas.

c) Los separados y divorciados que se vuelven a casar ¿son una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente? ¿Cómo se afronta esta realidad a través de programas pastoral adecuados?

Lamentablemente ésta es una realidad lacerante y casi del todo desatendida en nuestras Iglesias. Sabemos que se están iniciando, tímidamente, algunas iniciativas pastorales, para practicar, principalmente, la acogida y el diálogo, pero que aún no han visto la luz. El porcentaje de este tipo de parejas es alto, aunque es difícil de calcular. Cada vez son más los matrimonios que fracasan, y resulta injustificable que no se les permita volver a amar, y querer formar una nueva familia. Se convierten en seres estigmatizados y que acaban por abandonar la fe y la práctica sacramental.
Sin embargo, personas casadas civilmente, y luego divorciadas, que más tarde quieren casarse religiosamente, pueden hacerlo sin problemas.
En pequeñas Comunidades, las personas divorciadas, o divorciados que han vuelto a casarse, son acogidas fraternalmente, sin ninguna distinción, al igual que sacerdotes secularizados, y así pueden continuar viviendo su fe.

d) En todos estos casos, ¿cómo viven los bautizados sus irregularidades?
¿Son conscientes de ellas? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos?


Más bien se sienten indiferentes; y es que la religión y sus normas cada vez les dice menos. En muchos casos también se sienten excluidos. Porque lo están. La indiferencia sólo viene después de mucho tiempo, cuando comprueban que su madre, la Iglesia, les abandona o les trata como seres apestados. Sería deseable un cambio de tendencia hacia una acogida fraterna.

e) ¿Cuáles son las peticiones que las personas divorciadas y vueltas a casar dirigen a la Iglesia, respecto a los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación? Entre las personas que se encuentran en esta situación, ¿Cuántas piden estos sacramentos?

Después de la dolorosa experiencia de la separación o del divorcio, cuando las personas separadas vuelven a encontrar el amor, esperan de la Iglesia una actitud de comprensión y apertura. Pero, habitualmente, no la encuentran, salvo en pequeñas comunidades. Es necesario y urgente que la Iglesia modifique su actitud ante los divorciados vueltos a casar. Es uno de los problemas más graves con que hoy se encuentra la pastoral matrimonial. Hay que abrirles la puerta para que puedan participar en la eucaristía y vivir la vida sacramental.

f) ¿La simplificación de la praxis canónica, respecto al reconocimiento de la declaración de anulación del vínculo matrimonial podría ofrecer una real contribución positiva para la solución de los problemas de las personas implicadas? En caso afirmativo, ¿de qué manera?

Por ese camino podría encontrarse una vía de solución del problema. Pero el tema de la declaración de nulidad matrimonial no se acepta tan fácilmente; está rodeado de un gran desprestigio: por sus costes, sus mecanismos jurídicos y por su absurda lentitud. Por otra parte, la anulación no debe ser la solución cuando ese matrimonio ha sido consentido, consciente, y generalmente ha representado unos años de convivencia gratificante. El problema radica en la idea de indisolubilidad del matrimonio. Si éste solo acaba con la muerte de uno de los cónyuges, también habría que aceptarlo por la muerte del amor en la pareja.
Además, es una arbitrariedad autoritaria que la jerarquía se crea con capacidad para decidir sobre si existe o no un matrimonio. Es una cuestión que solo pueden resolver auténticamente los cónyuges con su conciencia ante Dios. Esto pone en entredicho el mantenimiento de estos tribunales eclesiásticos, y en todo caso deberían humanizarse sus procedimientos.

g) ¿Existe una pastoral para acercarse a estos casos? ¿Cómo se desarrolla tal actividad pastoral? ¿Existen programas sobre ello en ámbito nacional y diocesano? ¿Cómo se anuncia a separados y divorciados vueltos a casar la misericordia de Dios y cómo se concreta el sostén de la Iglesia en su camino de fe?

Lamentablemente la mayoría de los separados y vueltos a casar, que quieren seguir viviendo su fe, en vez de sentir la misericordia de Dios de mano de los ministros responsables de la pastoral, lo que sienten es el rechazo de la Iglesia, excepto los que se integran en pequeñas Comunidades. Es triste constatar que no existe en las Iglesias una pastoral de la misericordia y de la acogida.

5.- Sobre las uniones de personas del mismo sexo:

a) ¿Existe en vuestro país una ley civil que reconozca las uniones de personas del mismo sexo equiparadas de alguna manera al matrimonio?

Sí, existe desde 2005.

b) ¿Cuál es la actitud de las Iglesias particulares y locales tanto frente al Estado Civil promotor de uniones civiles entre personas del mismo sexo, como frente a las personas implicadas en este tipo de unión?

Es una actitud de enfrentamiento. La Iglesia española ha protagonizado manifestaciones contra el matrimonio gay, haciendo declaraciones que se alejan del Evangelio clamorosamente, y dando ejemplo de una absoluta falta de misericordia y de sentido cristiano. Las convocatorias de encuentros de la “familia cristiana” en la plaza de Colón de Madrid o las sucesivas declaraciones de algunos obispos respecto al asunto retratan una realidad de la Iglesia española, absolutamente politizada y unida a unos valores que nada tienen que ver con el espíritu evangélico. En algunos casos, ha habido sacerdotes que sí que han acogido a estas personas.

c) ¿Qué atención pastoral es posible tener hacia las personas que han elegido de vivir según este tipo de uniones?

La misma atención de acogida generosa y comprensiva que observamos con todos los hermanos bautizados. No debemos olvidar que antes que seres sexuados son personas, hijos del mismo Padre. No son enfermos, ni peores, sino que son distintos por su sexualidad.

d) En el caso de uniones de personas del mismo sexo que haya adoptado niños, ¿cómo comportarse en vistas de la transmisión de la fe?

Como en las otras familias. A todos los niños hay que ofrecerles el mensaje de Jesús, independientemente de la familia de la que formen parte.

6.- Sobre la educación de los hijos en el seno de situaciones matrimoniales irregulares:

a) ¿Cuál es en estos casos la proporción estimada de niños y adolescentes con relación a los niños nacidos y crecidos en familias regularmente constituidas?

La desconocemos. Pero la proporción debe ser muy baja.

b) ¿Con qué actitud los padres se dirigen a la Iglesia? ¿Qué solicitan? ¿Solo los sacramentos o también la catequesis y la enseñanza en general de la religión?

Muchos no le piden nada a la Iglesia. Los que tienen alguna inquietud religiosa, solicitan los sacramentos que tienen una cierta relevancia social como el bautismo, la primera comunión, el Matrimonio. En general no piden catequesis.
Es la iglesia, en cambio, la que quiere dar enseñanza de religión en todos los centros educativos. La clase de religión se percibe como una carga impuesta que no les dice nada importante. Debería sustituirse por el estudio del Hecho religioso o la Historia de las religiones, pero no en una catequesis.

c) ¿De qué manera las Iglesias particulares se acercan a la necesidad de los padres de estos niños para ofrecer una educación cristiana a los propios hijos?

Seguramente de ninguna manera.

d) ¿Cómo se desarrolla la práctica sacramental en estos casos: la preparación, administración del sacramento y el acompañamiento?

Actualmente, y salvo casos aislados, de ningún modo. A los niños se les da catequesis como a los demás.

7.- Sobre la apertura de los esposos a la vida

a) ¿Cuál es el conocimiento real que los cristianos tienen de la doctrina de la (encíclica) "Humanae Vitae" sobre la paternidad responsable? ¿Qué conciencia hay de la evaluación moral de los distintos métodos de regulación de los nacimientos? ¿Qué profun dizaciones se podrían sugerir sobre ello desde el punto de vista pastoral?

Poco conocimiento de la encíclica, aunque se haya oído hablar de ella de la paternidad responsable y la prohibición de anticonceptivos. Sobre estos métodos interesa su eficacia, no la moralidad, que consideran anticuada y no le hacen ningún caso casi de forma universal. Paternidad responsable no puede ser “tener todos los hijos que Dios quiera. Antes de plantear prohibiciones habría que escuchar propuestas, así como educar tanto en la responsabilidad de la maternidad/paternidad como en la responsabilidad de la sexualidad.

b) ¿La doctrina moral es aceptada? ¿Cuáles son los aspectos más problemáticos que hacen difícil su aceptación en la mayoría de las parejas?

Más que aceptada es sufrida por parejas timoratas y psicológicamente inseguras, pero, cada vez, reconocen menos la autoridad de la Iglesia en este campo. Además, quienes plantean estas cuestiones son hombres célibes, que jamás han tenido que afrontarlo, de modo que a las parejas actuales no les resulta difícil ignorar instrucciones prohibitivas sobre la sexualidad. El problema es que se hace doctrina sobre parejas sin tener en cuenta a las parejas.

c) ¿Qué métodos naturales se promueven de parte de la Iglesias particulares para ayudar a los cónyuges a poner en práctica la doctrina de la "Humanae vitae"?

Las iglesias particulares también han renunciado a hablar de esto. De otro lado, tan natural es el método Ogino y la abstinencia, como la relación amorosa y gozosa, no programada. La Iglesia no valora suficientemente la importancia de las relaciones de pareja a través de la sexualidad como expresión del amor de los cónyuges.

Hay que superar, por desfasada y falsa, la distinción entre métodos naturales y artificiales de control de la natalidad. Igual que habría que diferenciar claramente entre la prevención del embarazo (métodos anticonceptivos) y la interrupción del mismo (Métodos abortivos). La píldora del día después y el DIU, que la jerarquía puede considerarlo abortivo, es considerado un método anticonceptivo para la mayor parte de la comunidad científica.

d) ¿Qué experiencia hay sobre esta cuestión en la praxis del sacramento de la penitencia y en la participación en la eucaristía?

Hace años esta cuestión creaba muchos escrúpulos en las parejas, pero actualmente no. Las parejas no tienen ningún sentido de culpa por no seguir la doctrina de la Humanae Vitae. Además, el sacramento de la Penitencia se ha desprestigiado y ha sido abandonado por la mayoría de los cristianos y los que desean participar en la Eucaristía lo hacen porque no tienen ninguna sensación de culpabilidad.

e) ¿Qué contrastes se evidencian entre la doctrina de la Iglesia y la educación civil a este respecto?

La Iglesia española, muy cercana a una determinada opción política, ha tenido un enfrentamiento claro, cuando se han puesto en marcha iniciativas civiles, como el divorcio, el aborto, matrimonios del mismo sexo, etc. Una vez regulados legislativamente estos temas, la mayoría de los cristianos los acepta sin grandes problemas, aunque otros mantienen una fuerte actitud crítica.

f) ¿Cómo promover una mentalidad mayormente abierta a la natalidad? ¿Cómo favorecer el aumento de los nacimientos?

¿Dónde se dice que la Iglesia deba fomentar la natalidad? Hoy el problema es el desarrollo económico descontrolado: sería necesarios los recursos de varios planetas como el nuestro, si toda la población tuviese el nivel de vida de los países de Occidente. La cuestión es la grave desigualdad entre los países pobres con alta tasa de natalidad y los ricos con baja: ¿no habría que apoyar la emigración?

En este sistema neoliberal, donde todo se mercantiliza es preciso tener un buen trabajo y bien pagado, donde una familia pueda educar responsablemente a sus hijos. En nuestra sociedad española con 6.000.000 de parados, con puestos de trabajo precario e inseguro, la falta de vivienda, el desmantelamiento del Estado del Bienestar (con la entrega al negocio capitalista de la educación, la sanidad, las ayudas a la dependencia, etc.), la escasez de guarderías infantiles, los raquíticos permisos de natalidad y la falta de conciliación entre la vida laboral y familiar son obstáculos graves para que las parejas españolas se decidan a procrear. La responsabilidad de muchas parejas les lleva a evitar los hijos o tener solo uno o dos a lo sumo; lo contrario sería una irresponsabilidad. La iglesia debería solicitar menos aumento de natalidad y promover serias campañas de cambio de sistema neoliberal, que ha demostrado ser inhumano, esencialmente injusto y antievangélico, como manifiesta el papa Francisco en recientes declaraciones. Por eso, el problema no es religioso, sino político y socioeconómico y en este sentido el silencio de la iglesia española es hoy escandaloso.

8.- Sobre la relación entre la familia y la persona

a) Jesucristo revela el misterio y la vocación del hombre: ¿la familia es un lugar privilegiado para que esto suceda?

Indudablemente sí; la familia debería ser el lugar para la vivencia y transmisión de la fe, siempre que los miembros adultos de la familia la vivan. La familia, en sus diversas formas, es una estructura social muy adecuada para poner en práctica el Reino de Dios: miembros unidos por el amor mutuo, la generosidad, el desprendimiento, la ayuda al más necesitado, la igualdad, el perdón y tantos otros valores... Pero estamos llamados a una fraternidad universal, no solo limitada a nuestra familia.

b) ¿Cuáles situaciones críticas de la familia en el mundo actual pueden constituir un obstáculo para el encuentro de la persona con Cristo?

La pobreza, la desigualdad, el individualismo, la competitividad, el consumismo, el dinero por encima de todo, el estilo de vida sin tiempo para disfrutar la convivencia humana y familiar, es decir, todo aquello que genera el sistema económico neoliberal y que produce efectos como la situación laboral, la crisis económica, el aislamiento en la nuevas tecnologías, etc. Todo esto, indudablemente, está dificultando este encuentro con Cristo. Pero también la actitud de la Iglesia ante las parejas divorciadas, o las situaciones de violencia de género, insuficientemente condenadas por la jerarquía, o la falta de participación en la vida eclesial.

c) ¿En qué medida la crisis de fe que pueden sufrir las personas inciden en su vida familiar?

En una situación ideal, la crisis de fe podría ser una oportunidad para abandonar la fe del carbonero, irracional y mágica, para profundizar en una fe, como seguimiento consciente y responsable a Jesús en su propuesta de hacer el Reino de Dios. Pero esto no es lo habitual.

9.- Otros desafíos y propuestas.

¿Existen otros desafíos y propuestas respecto a los temas tratados en este cuestionario, que sean consideradas como urgentes o útiles de parte de los destinatarios?

Es urgente oír al mundo, a las personas que vivimos en él, escuchar sus problemas y sus preguntas, para responder como hacía Jesús. No nos sirven respuestas abstractas, cocinadas desde creencias, a veces, no evangélicas.
Es urgente democratizar la iglesia, abandonar su actitud defensiva por una actitud permanente de búsqueda evangélica, servidora siempre del mundo y de cualquier situación en necesidad. Una encuesta sobre la familia, donde la madre es tan importante en esta pequeña estructura social, debería tener presente el papel, igualmente importante, de la mujer en la estructura organizativa de la iglesia.

Deseamos que las respuestas que se den a este cuestionario, sean las que sean, puedan ser tenidas en cuenta para la construcción de una Iglesia más participativa, más inclusiva, más pendiente de los sufrimientos y anhelos del hombre y la mujer de hoy. El verdadero desafío es volver a colocar a Cristo en el centro de nuestras vidas, y la Iglesia debería ser imagen viva del rostro y el espíritu de Jesús de Nazaret.

Finalmente, agradecer este tipo de iniciativas, y desear que tengan un fruto en forma de decisiones que abran a la Iglesia a una auténtica pastoral familiar, que afronte los desafíos con valentía e inclusión, como lo haría Jesús, el Resucitado, el motor que habría de movernos y que nos dijo que allí donde dos o más estén reunidos en su nombre, ahí estará él.
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