Filella, Ojos de mujer, mirada violeta.

Quiero presentar y recomendar aquí la obra de Maria Àngels Filella Castells, La mirada violeta. Los evangelios con ojos de mujer, Milenio, Lleida 2005. Ella se sitúa en la línea de otras muchas que se han escrito, novelado o llevado al cine sobre los personajes femeninos de la historia de Jesús, aunque tiene algo especial, que el lector advertirá muy pronto: sabiendo que ignoramos gran parte de los detalles de la vida de esos personajes, la autora ha querido “dejar correr la fantasía”, para recrear los huecos de la Escritura, desde la imaginación y el corazón, con su admirable mirada violeta de mujer. De esa forma ha iluminado verdades y experiencias, figuras y tareas que la pura razón de la teología racional es incapaz de descubrir. Desde ese fondo ha escrito una obra sorprendente, rica de matices, transitando por paisajes inesperados de evangelio.

1. Una mirada violeta

Las mujeres que fueron asesinada en New York el año 1911, porque protestaban contra sus bajos salarios y sus duras condiciones laborales, estaban tejiendo telas de color violeta. “Desde entonces se ha adoptado ese color para simbolizar la lucha por los derechos de la mujer; de aquí viene el título del libro”. El libro sobre el entorno femenino de Jesús, mirado desde la perspectiva de una liberación “humana” de la mujer (y de los hombres).
De Maria Àngels Filella sólo quiero decir lo que ella dice o deja traslucir en su libro. Es catalana de Lleida, se ha especializado en historia contemporánea y se siente vinculada a la iglesia concreta (católica) en la vive y a la que ama “con mirada violeta”, con ojos de mujer, con honda ternura, con sabiduría religiosa que le llega del contacto con una experiencia religiosa que desborda los muros de su comunidad. Ella misma relata en el libro el impacto que le produjo el primer congreso de las “Dones cristianes” de Barcelona, el año 1997, cuando escucho a E. Schüssler Fiorenza y a M. Navarro hablar de la investigación bíblica feminista y de las mujeres en el Evangelio de Marcos. Ha compartido desde entonces el camino de numerosas mujeres cristianas que han empezado a trazar con sus vida el nuevo rostro de una humanidad y de una iglesia hecha de complementariedad y de igualdad entre hombres y mujeres, no desde el enfrentamiento, sino desde la profundización en lo humano, entendiendo y aplicando asi de un modo nuevo el evangelio..
El libro está compuesto por quince relatos sobre mujeres en el Nuevo Testamento, con una introducción y nota final de la misma autora, y con un prólogo del J. Gil i Ribas y un epílogo de Neus Moly i Martí, que sirven para enmarcar la obra dentro del contexto de la iglesia y la cultura actual, desde una perspectiva catalana y universal. Los relatos no están numerados, ni siguen un orden “objetivo” en la elección de textos, personajes y de temas, pero han sido elegidos y dispuestos de tal forma que el lector pueda entrar en un nuevo orden simbólico, en un nuevo universo de signos femeninos de eso que pudiéramos llamar la trama divina de la vida.

2. Los primeros textos

El lector penetra como sin darse cuenta en una sucesión de textos que, si es exegeta o teólogo o simplemente un hombre culto, conoce sin duda: la mujer encorvada (Lc 13, 10-17), el encuentro de Jesús en el pozo con la samaritana (Jn 4), la pecadora no invitada (Lc 7, 36-50), Marta, una mujer inteligente (Lc 10, 38-41) etc. Son mujeres conocidas, historias repetidas muchas veces y domesticadas casi siempre desde una perspectiva masculina y dominadora: María de Betania, la mujer de la unción, la hemorroísa, la hija de Jairo, la cananea, María Magdalena.
Parecen historia que conocemos, pasajes bíblicos que los lectores eruditos (¡como somos los teólogos y clérigos…!) ya hemos resuelto y archivado en nuestro imaginario… Así podemos ir pasando y pasando muchas páginas… hasta que de pronto nos damos cuenta de que no, que la historia que cuenta M. Àngels no es la que pensábamos saber, que está diciendo otras cosas que no habíamos sabido. En un primer momento nos puede parecer que son una “novela” o, quizá mejor, una novelita rosa, fácil de trazar, sobre el terso austero de los evangelios. Pero depuse, si volvemos a leer de otra manera, “con mirada violeta”, descubrimos que en el fondo del texto se estaba diciendo otra historia…
Esa es la historia “con ojos de mujer”, que son ojos de imaginación y ternura, que sirven para dialogar por dentro con los temas, con las razones de la mujer encorvada o con las frustraciones de la mujer del pozo o con la inmensa frustración de la hiña/niña del archisinagogo… No se exige un gran esfuerzo conceptual en el plano del estudio crítico (fuentes, idiomas, variantes textuales…), sino una mayor identificación personal, para ver lo más visible, para escuchar lo más audible.

3. La trama se vuelve más densa

Los relatos no quieren descubrir mundos nuevos, sino ayudarnos a ver y entender los que estaban allí, a la vista de los ojos… Se trata de afinar la mirada para ver lo que ya estaba, en la línea de Mc 4: “tenéis ojos y no veis…”. Así, por ejemplo, en la historia de Salomé y de la mujer de Poncio Pilato… Salomé es una mujer de gran cultura, una rica comerciante interesa por Jesús, alguien que tiene la posibilidad de acompañarles en dimensiones de la vida y en caminos que los hombres de ordinario no podemos recorrer. Ella aparece allí, en el centro del libro, para descorrer un velo y mirar más allá de la cortina, en la cámara secreta de los evangelios.
Tras Salomé vienen las grandes protagonistas: Myriam de Magdala, Elisabet, mujer de Zacarías, María, la madre de Jesús… Ellas nos permiten penetrar en la trama de un evangelio trenzado con los hijos de una fuerte sensibilidad femenina, un evangelio hecho de intimidad sapiencial, de sacralidad esenia y de caminos misteriosos de conocimiento interior, que la mayor parte de las veces hemos olvidado.
En este momento resulta importante en la trama la obra de Barbara Thiering, Jesús, hombre (Diana, México 1995). La Dra. Thiering está especializada en estudios sobre Qumrán e interpretación de la literatura del judaísmo antiguo. Sus hipótesis no han sido bien acogidas entre los especialistas, que rechazan en general su datación de los rollos del Mar Muerto (método carbono 14) y su forma de relacionar sus argumentos con el cristianismo primitivo. De todas formas, M. À. Filella no se fija tanto en el aspecto crítico de la obra de Thriering, sino en su manera de reconstruir la historia de Jesús partiendo de Qumrán y de en entorno religioso, entendido en forma sapiencial más que apocalíptica.
Conforme a esta visión, Jesús habría nacido en un contexto judío muy marcado por la esperanza davídica y por una experiencia espiritual cercana al gnosticismo, donde era fundamental la presencia de mujeres. En ese contexto se sitúa la figura de María, la madre de Jesús, y sus relaciones con José, su esposo, de manera que el mismo nacimiento virginal de Jesús debe interpretarse en una línea de interpretación humanista integral y no de negación de relaciones sexuales. Todos los datos del nacimiento de Jesús y de su primera educación van en esa misma línea de honda espiritualidad y de conocimiento secreto de las Escrituras, conforme a la perspectiva de Qumrán.


4. Una obra abierta.

A partir de aquí, M. À. Filella se mueve con una gran prudencia entre los textos, insinuando más que afirmando, abriendo puertas para que podamos mirar y descubrir, más que diciéndonos lo que tenemos que ver, pues tenemos que verlo nosotros, si nos atrevemos a mirar con ojos violetas, de mujeres liberadas para la dignidad y el trabajo de la vida. En esa línea, su obra es narrativa más que demostrativa, es evocadora más que dogmática. No dice como fueron las cosas, ni como tuvieron que ser, sino como “pudieron” ser, desde esa mirada carmesí que ha querido ofrecernos.
Así quedan abiertos algunos de los temas más discutidos de la exégesis y de la búsqueda espiritual de la actualidad, en línea de evangelios Nos hemos referido ya al motivo del nacimiento virginal y podemos seguir refiriéndonos a otros igualmente importantes, como son: la vida afectiva de Jesús y la experiencia cristiana de la resurrección.
En el campo de la vida afectiva, M. À. Filella es muy prudente. Sabe que el tema es complejo, no sólo por la parquedad de las fuentes históricas, sino también por las reacciones sentimentales que suscita entre los creyentes. Así deja abierto el motivo del celibato de Jesús y la manera de entenderlo, dentro de una experiencia de conjunto donde el cuerpo de la mujer es uno de los equivalentes simbólicos fundamentales del sentido y tarea de la realidad.
También deja abierto el tema de la muerte y de la resurrección. En un sentido, da la impresión que Jesús no muere en realidad, físicamente, sino que acepta el sufrimiento y asume hasta las últimas consecuencias, madurando de esa forma y pudiendo así vivir de un modo distinto tras el rechazo de su movimiento por obra de las autoridades de Jerusalén. En otro sentido, se podría decir que Jesús ha muerte en realidad, para expresar a través de su muerte el sentido de la Realidad superior, que es vida y resurrección. Como teóloga y exegeta, M. À. Filella no puede fijar ni definir objetivamente el sentido de los textos, pues no está elaborando una teología dogmática, sino que hace algo previo y más intenso: deja que los mismos lectores de la obra puedan asumir y recorrer un camino, ellos mismos, desde dentro del evangelio.

5. Unas anotaciones críticas

Críticas significa “reflexivas”. No puedo ni quiero, por tanto, negar los valores de la obra de M. Â. Filella, ni decir que ella está equivocada, a pesar de que yo mismo acabo de escribir una obra sobre Jesús en la que he tomado un punto de partida diferente (Hijo de Hombre. Historia de Jesús Galilea, Tirant lo Blanch, Valencia 2007). En esa obra, que saldrá a la luz el próximo mes de abril, he supuesto que Jesús es un artesano galileo, más preocupado por la liberación social de su pueblo que por un tipo de sabiduría interior de línea esenia. De todas formas, hay algo en lo que concuerdo con Filella: yo también pienso que Jesús es heredero de las tradiciones mesiánicas de su pueblo, siendo, al mismo tiempo, un “gurú” o maestro interior de gran profundidad.
De todas maneras, desde mi propia visión del evangelio, y después de haber puesto de relieve el inmenso valor de esta “lectura violeta” de las figuras de la vida de Jesús, me atrevería a poner tres interrogantes principales al libro de M. À. Filella:

a. La conexión esenia. Yo no estoy convencido de que Jesús haya nacido en un contexto marcado por los ideales de pureza y espiritualidad esenia. Creo que es más coherente tomarle como un campesino galileo, preocupado por responder a los problemas sociales (y no sólo personales) de su pueblo. Por otro lado, no sé si la conexión esenia es la más adecuada para destacar el valor femenino y humano del evangelio. Los esenios eran puristas y exclusivistas, unos separados: Jesús fue un hombre universal, más abierto al amor y a la libertad de todos que a la pureza de algunos. Los esenios era hombres de libro y retiro; Jesús, en cambio, era hombre de contacto directo, de palabra y presencia en la plaza.
b. La conexión gnóstica. Yo no estoy convencido de que en el movimiento de Jesús se vinculen como supone M. À. Filella unos principios de tipo esenio con una visión gnóstica de la realidad. Más aún, creo que en la visión de los gnósticos “cristianos” que ha citado resulta difícil mantener la valoración del cuerpo y de la vida social que ella defiende. Ciertamente, los gnósticos tienen un lenguaje de dualidad sexual, que parece liberador, pero en el fondo son muy anti-feministas.
c. La conexión antropológica. Me parece espléndida la visión de la interioridad humana que despliega M. À. Filella y, en ese sentido, estoy convencido de que debemos profundizar más en la antropología de fondo de los evangelios, pero creo que en el fondo del cristianismo primitivo hay también una protesta social muy fuerte, un compromiso revolucionario de trasformación humana. Ya sé que ese compromiso está en el fondo de esta obra, pero quizá no ha sido destacado con la intensidad que sería deseable. Pienso que Jesús es liberador social y personal, al mismo tiempo.


5. En conclusión: se trata de una obra admirable.

Los reparos anteriores pueden nacer de mi oficio de “censor académico”, acostumbrado al trabajo de crítica de estudios de licenciatura y de tesis doctorales. Son reparos de “forma escolar”, más que de fondo y mensaje. Por eso, quiero terminar diciendo que la obra de M. À. Filella tiene un hondo contenido evangélico y antropológico. Es una obra escrita con frescura, con inmediatez, desde una experiencia personal, hecha de encuentro con el evangelio y de libertad creyente.
Dentro del cristianismo actual estamos acostumbrados a un tipo de obras académicas que se ajustan a los cánones de una doctrina normativa, que hace muy difícil que lleguemos al agua del evangelio. Pues bien, M. À. Filella nos lleva hasta la corriente viva del evangelio, para que directamente veamos y sentamos, para que penetremos en la trama y movimiento de los personajes del entorno de Jesús, en especial de las mujeres, con una mirada violeta, que no es la única, pero una de las más oportunas para entender el evangelio.
Para quienes no conozcan la obra Mª Àngels Filella Castells, éste libro marcará un buen comienzo. Así queremos recomendarlo. Una nueva mirada, eso lo más importante en nuestro tiempo.
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