J. Gelpi: Xabier ante las Parábolas de Jesús

Lo mejor de este blog son con mucho los amigos..., aquellos que recuerdan tiempos comunes de estudio o docencia, de convivencia o amistad. Por eso procuro publicar lo que me dicen, aunque ellos a veces me digan "no merece la pena" que lo "cuelgues", como es el caso de Gelpi. Amigo Javier, cuelgo hoy tu texto, comentario y resumen de los míos, aunque esta palabra "colgar" no me parezca la más conveniente. Lo presento aquí, para todos los que quieran acompañarnos en el camino de Jesús, que retomo mañana, otra vez con el libro de Jesús. Gracias Javier... un abrazo desde El Salvador, donde estoy de paso, por unos días, hablando de estas cosas que tu sabes. Todo lo que sigue es tuyo ¿sabes que mejoras mi texto? Me gustaría ser como tu dices, teocéntrico, mesiánicom amigo de Jesús. Me ves así, gracias por mirarme con buen ojo. Quiero ser simplemente un caminante, con las parábolas de Jesús en la mochila de la vida, con amigos cerca. Mírma así, Xabier.


Un hombre en gesto fraterno

Nos ofrece sus reflexiones personales sobre “Jesús de Nazaret” en libros y artículos. Yo quiero circunscribirme a esta serie recién presentada bajo el título de “Jesús poeta y profeta” (para mis citas “J p&p”, e indico el nº de la serie y el párrafo), elaborada sobre una colaboración suya en la obra colectiva titulada “Poesía y cristianismo”, publicada en 2003 (J p&p-1, párrafo 1). Así mismo, toma algunas páginas de su libro “Hijo de Hombre”, publicado en 2007 (párrafo 1). Este hermano en el Señor, llamado Xabier, así a secas, en plan anónimo, nos hace releer la parábola del sembrador en Mc 4, 1-12 (Jesús poeta y profeta-5, párrafos 10-15) y sobre esa lectura podemos volver a preguntarnos ¿qué es realmente una parábola?, ¿qué busca quien la narra?, insistiendo nosotros en que la primera es una cuestión básica y la segunda trascendental.

¿Qué es realmente una parábola?:

Esta es la cuestión básica y Xabier afirma: “Una metáfora que sólo se entiende allí donde se escucha teniendo en cuenta los matices del que habla [y] la actitud de los oyentes. [Una metáfora, una bella analogía en la que] de pronto, todos se descubren inmersos en ella, como si estuvieran construyendo juntos la parábola, buscando su sentido. Si la escuchamos de esa forma descubrimos, descubriremos que ella es paradójica, de forma que desafía todas las convenciones sociales, poniendo en movimiento nuestra vida, pues ella habla de nosotros, de lo que somos y hacemos. Así aparece como extraña, siendo transparente, como una llamada a nuestra propia creatividad” (J p&p-5, p13). Xabier define la parábola desde “su forma” y desde “su efecto” con palabras no menos hermosas, sencillas, precisas y claras que Joseph, pero, a diferencia de éste, en la definición de Xabier “parece” escapársenos el corazón de Jesús y, sin embargo, nos introduce en esa palabra y en el corazón de quien la pronuncia.


Xabier también es un estudioso académico:


Pero, en vez de situarnos en un ambiente académico, como hacía el hermano Joseph, nos lleva al propio ambiente cultural helenístico de Israel en el que se vivía el encuentro, a veces convulso, de la cultura griega “antropocéntrica” con la tradicional israelita “teocéntrica” y que hoy volvemos a vivir en este mundo nuestro de la globalización. Pues bien, en este contexto, pasado y actual, Xabier, ha querido presentarnos la “belleza de las parábolas-palabras de Israel” comparándolas con la “belleza de la plástica griega”, pero, ¿podemos realmente establecer paralelismos entre estos dos tipos de creación humana?. Xabier mismo nos dice que “En un sentido extenso, tendemos a llamar poeta al hombre que cultiva la belleza en los diversos niveles de la representación plástica (pintura), sonora (música) o verbal (poesía). Ciertamente, el poeta crea (eso significa su nombre en griego: poietés), pero, quizá más que crear algo nuevo, lo que quiere es descubrir lo que hay, percibir la hondura y ritmo de aquello que existe desde siempre” [y] “En una perspectiva distinta, profeta es el hombre que quiere cambiar la humanidad. Más que aquello que las cosas son le importa aquello que las personas deben ser. Por eso habla en nombre de un Dios que es diferente, no para confirmar el sentido actual de las diversas realidades actuales, sino para cambiarlas, desde una perspectiva histórica y, sobre todo, mesiánica. Por eso suele situarse en un nivel de responsabilidad personal, es decir, de ética. El profeta critica o denuncia en general el orden existente, no para destruirlo, sino porque busca un mundo nuevo, por encima de la situación actual del sistema” (J p&p-1, p7 y p8).

En consecuencia, “los griegos quieren educar para lo que hay, para la verdad profunda o eterna de las cosas; por eso, su ideal son las ideas inmutables. Su paideia o educación (=pedagogía) está al servicio de un orden social y cultural valioso para siempre”. Desde estas premisas, “Sócrates [es el modelo de] educador” y desarrollan un “arte de los ojos” en el que [el hombre racional] impone la ley de “la geometría (Euclides)” [en forma de canon, medida, proporción], armonía “y la lógica (Aristóteles), [y alcanza su máxima expresión plástica en la escultura] (J p&p-1, p11, p15, p19 y p23).

En contraposición, “los israelitas quieren educar para aquello que vendrá: preparan la llegada del hombre venidero. Su ideal de belleza es, por tanto, de tipo mesiánico y se expresa en la búsqueda del hombre nuevo, en justicia y plenitud sobre la tierra”. Desde estas premisas, “Moisés [es el modelo de] profeta” y desarrollan un “arte de oír y dialogar” [y, en su valoración de la] “finitud temporal” [desarrollan la estética moral de que] “sólo es bella la existencia de los hombres y mujeres que viven y mueren dialogando con Dios, abiertos al posible futuro de su resurrección. Por eso, ellos han podido descubrir la belleza de los expulsados y excluidos de la sociedad, de los huérfanos, viudas y extranjeros” [y alcanza su máxima expresión en la Torá y los libros proféticos] (J p&p-1, p12, p16, p20, p21, p24, p25, p28-33).

“Esta oposición o contraste [guía la] exposición [de Xabier], que se [centra] en Jesús, a quien [ve], al mismo tiempo, como poeta y como profeta, desde una perspectiva griega e israelita” (J p&p-1, p13 y p17).

No obstante, nos advierte de que estas diferencias entre “poesía griega” y “profecía israelita”, entre “poeta griego de los ojos” y “profeta israelita del oído” son “convencionales, pues, también a los griegos les ha preocupado lo finito y a los israelitas lo eterno e ideal. De todas formas, resulta indudable que los griegos han educado más para ver y admirar lo eterno, que plasman en una imagen, y los israelitas más para vivir con fidelidad [a Dios] el paso del tiempo” (J p&p-1, p22, p23, p35)

Xabier es un teólogo “teocéntrico” que ayuda a la profecía con su magisterio:

Xabier quiere que entendamos la belleza del arte plástico griego y sus connotaciones filosóficas, científicas y religiosas, pues, sólo desde ese planteamiento podremos entender que “La imagen, como ídolo, también fascinó a los israelitas, [pues, si por un lado,] los ídolos expresan y representan un deseo del hombre de superar la destrucción del tiempo y alcanzar su más alto nivel de verdad y de poder en lo divino, [por otro,] el ídolo simboliza la ruptura de la comunicación, del diálogo y de la relación de amistad del hombre con Dios, por eso los prohibieron (J p&p-4, p32) y porque la imagen única de Dios es el hombre (J p&p-8, p2). Pero el verdadero Dios emerge y se expresa sobre las eternidades impotentes y engañosas del ídolo, del imperio y del sistema ... Dios es Vida, es Belleza y creer en Dios significa aceptar la vida en su radical limitación como don de gracia [por ende] la prohibición de las imágenes implica una madurez intensa en el camino de la educación, [de la “conducción” hacia la] experiencia radical de trascendencia y belleza de Dios, de comunicación de vida, [y sólo desde esta experiencia se puede entender que el] pecado original [consista en] adorar ídolos [en el Paraíso fue escuchar la serpiente y comer la manzana y que el] arte creador [por excelencia es el de] superar los ídolos. [Esto es lo que proclaman los] Profetas de Israel: [la] búsqueda [de] la Belleza verdadera y justa, [al tiempo que advierten de la tentación y peligros de la] belleza falsa de la estatua “eterna”, [de los] ídolos de muerte. [Sólo] la belleza verdadera se encuentra en Dios, no en los ídolos, y al mismo tiempo en la “carne” que muere. [Y el] principio [básico de este] arte [es] que los hombres puedan escuchar la voz de Dios y responderle, [pero además, este arte] verdadero consiste en escuchar, responder y dialogar con los humanos. [Sólo así cobra vida la profecía, pues,] la profecía es palabra en el momento en que se dice, es decir, cuando interpela y no cuando se conserva muerta” (Véanse J p&p-2 y J p&p-3).

Xabier es un creyente que reubica y redimensiona a Jesús y sus parábolas:

“Pues bien, en un mundo como aquel (como este) [que hemos tratado de sintetizar en unos conceptos y en unas imágenes] vino Jesús, no con armas o dinero, sino con humanidad, para abrir los ojos y desatar los oídos de los pobres de su entorno, curando a los enfermos y acogiendo a los expulsados del sistema, para que pudieran descubrir y disfrutar de un modo directo la belleza de la creación, asumiendo de forma personal la vida. Jesús ofreció su “arte”, el gozo de pensar, la belleza de la salud, precisamente a los que estaban expulsados de los sistemas oficiales del arte y la belleza de los ricos, es decir, de los sacerdotes y comerciantes o políticos de Jerusalén y de Roma (cf. Lc 4, 18-20; Mt 11, 2-6). Vino Jesús sin dinero y sin armas, pero con palabra y humanidad, ofreciendo los signos de su vida poderosa, contagiosa, en contacto directo con los más pobres de la sociedad. Vino como portador de la más honda belleza humana, que consiste en mirar y admirar, en descubrir y compartir la riqueza de la vida (del don de la vida de Dios), precisamente en medio del “basurero humano”, descubriendo y cultivando allí la gloria de Dios, es decir, la perla de la vida humana” (J p&p-4, p11).

[Así pues,] “en el fondo [de aquel mundo y de este nuestro,] de forma sorprendente [encontramos] a Jesús poeta y profeta a la vez (J p&p-4, p6). Le llamamos profeta, pues ha sido fiel a la carne de la historia, y poeta, pues ha traducido en palabras lo divino [y] su movimiento religioso (cristianismo) es más que una estética al servicio de algunos iniciados: es una estética universal de gozo y vida, que se eleva desde los pobres y expulsados del sistema” (J p&p-4, p7).

Xabier da un significado mesiánico a las parábolas de Jesús

“Desde Dios, para los hombres, Jesús ha descubierto que la belleza es lo primero y así nos ha enseñado a mirar hacia las cosas [humildes y efímeras, pero vivas]: Mirad a los pájaros del cielo ... Mirad los lirios del campo (J p&p-4, p16 y p18). “Pero él ha destacado sobre todo el arte y valor del cuerpo humano, es decir, del hombre concreto que anda y que mira, que escucha y responde. Esta es su maravilla. [Y] al servicio de este hombre concreto ha realizado su tarea de estética mesiánica (J p&p-4, p21). En [este] sentido decimos que Jesús es poeta de los pobres, esto es, de todos (J p&p-4, p18) [y] “quien no reconozca la belleza de Dios en los hombres concretos que están a su lado no será nunca profeta-poeta (J p&p-4, p16).

“[Esta] estética de Jesús tiene [unos componentes primordiales]:

[Es un arte que se despliega en total] Gratuidad: ¡no os preocupéis!. La belleza, [que nos llega regalada como don gratuito de Dios], viene a presentarse como un punto de partida anterior a toda discusión o razonamiento, [como] un presupuesto de la vida humana: no se compra ni demuestra, sino que se acoge y admira, en gesto de confianza. Así podemos afirmar que el hombre ha optado por vivir y vive porque quiere. Los animales existen por necesidad biológica. El hombre por opción y gracia: porque se descubre agraciado y lo acepta, se acepta a sí mismo, se admira”. [Y, en consecuencia] “la belleza de la vida sólo existe en la medida en que se [recibe y se] ofrece y gasta, se comparte y goza, en manos de Dios, como expresión de libertad que no se puede manipular por sistema. Esta es la hermosura de la comunicación humana, que se expresa a través de la mirada (rostro), de la conversación (palabra) y de todo el cuerpo (tacto, presencia compartida). Esta es la belleza de los pobres y enfermos, de los rechazados y humillados, que se descubren en manos de la gracia de Dios” (J p&p-4, p16, p22, p24).

[Es el arte de un intangible frágil y] efímero que no puede almacenarse en museos, palacios o templos: Los griegos buscaban la belleza eterna, de la estatua que permanece, de la idea que brilla. Por el contrario, fundándose en la mejor tradición israelita, Jesús proclama y goza la belleza de aquello que pasa (es efímero), pero que pasando permanece [atesorad para el cielo. Los talentos que se reciben no son para atesorarlos uno, sino que han de multiplicarse en comunión y servicio a los demás, en gratuidad correspondiente a la gratuidad de Dios] (J p&p-4, p23 y p24).

[Es un arte lleno de] Humanidad: abierta a todos los hombres. Jesús no ha cultivado una poesía o pintura “social”, al servicio de los intereses del proletariado, ni un arte de masas, bendecido por la propaganda del mercado, para consumo de la sociedad neocapitalista. Él ha buscado y cultivado la belleza en sí, sin más finalidad que el gozo de ser, en manos de Dios, de manera que puede ofrecerla, de un modo especial a los excluidos y humillados del sistema, a los pobres del entorno, abriendo sus ojos y oídos para que así puedan verla” (J p&p-4, p25).

Es un arte [como] de niños y pobres: “pues precisamente ellos son signo y presencia del Reino de Dios, la gran belleza (cf. Mc 9, 33-37 y 10, 13-16). Los niños son, ciertamente, muchas cosas (debilidad, ternura, quizá inocencia ...); pero sobre todo vivientes que admiran, descubriendo en los pájaros y lirios el don original de la existencia, y personas que sólo pueden vivir con la ayuda de otras personas (si el cuidado amoroso de ellas mueren). Pues bien, la belleza de los niños está vinculada a la admiración y al gozo de vivir, de querer vivir” (J p&p-4, p26, p30).

Es un arte inseparable del arte de Jesús, del arte de su propia vida, en diálogo con sus oyentes [en el que éstos] son, [junto] con él, los creadores de las parábolas: “Las parábolas sólo tienen realidad en la medida en que se dicen y se acogen, abriendo un espacio de comunicación que no se puede objetivar como estatua o templo, leyes o sacrificio, pues sólo existen (son bellas) en su proceso de auto-despliegue, como la carne o vida humana. Las parábolas expresan la belleza suprema que nunca se puede fijar en un esquema general, por encima del tiempo, sino una belleza que existe y actúa solamente en la medida en que se dice y escucha, en que se acoge y transforma a los oyentes”. (J p&p-5, p2, p4).

[En resumen, la parábola es como el mismo Jesús una] palabra mesiánica, una palabra inquietante, una palabra que sorprende, que revela, que incita; una palabra que tiene realidad en la medida en que se siembra y “muere”, abriendo un espacio de vida para otras personas. Desde ese fondo ha de entenderse la belleza suprema de Jesús, hombre de palabra, a quien han llamado iluso o peligroso y nosotros llamaremos poeta y profeta de Dios” (J p&p-5, p5 y J p&p-6, 18-20).

[Sólo en este contexto podemos leer la parábola del sembrador en] Mc 4,3-4.14. “Esta parábola es muy precisa, ni una palabra de más, ni una de menos; ningún adorno o comentario moralizante. Austeramente describe Jesús lo que sucede a la semilla, empleando las experiencias normales de la agricultura de su tiempo, un ejemplo concreto del trabajo de los campos, de manera que todos los oyentes pueden entenderlo. Todo es normal, prosa concreta, sin atisbo de poesía erudita (que sería propia de una corte de reyes, de palacio de nobles, de una escuela de sabios). Todo es normal, de tal forma que todos, especialmente los hombres y mujeres del campo, pueden entenderlo (J p&p-5, p12).

Esta parábola [del sembrador y las otras] es extraña, [parece una paradoja, pues,] un buen sembrador suele sembrar sólo en buena tierra y no ´desperdicia` grano ninguno entre las piedras y las zarzas. Éste, en cambio, parece empeñarse en sembrar sobre suelos que ni están preparados, ni pueden prepararse, pues, no son apropiados para la semilla (camino, pedregal, zarzal). Es evidente que, en clave de lógica económica, está desperdiciando semilla. Pues bien, si miramos la escena desde otra perspectiva, descubrimos la lógica más alta de este sembrador de Reino en toda la tierra. No podemos definir de antemano lo que es buena y mala tierra, ni poner coto a la palabra, pues, es ella la que viene a mostrarse creadora, transformando el suelo de los hombres con su fuerza (J p&p-5, p14). [He aquí la esencia de la parábola que responde a la cuestión trascendental planteada al principio:] La parábola [quizás más ésta que las otras, pero todas en general] evoca la fuerza y belleza de Dios, que dice su palabra por medio de Jesús y lo hace de un modo desbordante, expandiendo la buena semilla en todas las tierras del mundo (J p&p-5, p15) [Pero, al tiempo] “La parábola es verdad dialogada, de manera que los mismos oyentes han de entrar en ella y entenderla (interpretarla) con su vida. En eso se distingue de una estatua y de un discurso o libro. En contra de eso, las parábolas no han sido terminadas por Jesús, ni pueden entenderse en actitud pasiva, sino que abren un espacio para que el oyente se introduzca de manera creadora en ellas. Jesús, palabra inter-activa, inicia un camino que él no puede recorrer a solas, pues deben recorrerlo con él sus oyentes, interpretando su palabra” (J p&p-5, p16-17), “por eso nadie puede entender una parábola por otro” (J p&p-6, p16).

Las parábolas son la cualidad esencial de Jesús y de la cristología:

“A Jesús algunos lo han calificado de iluso, ingenuo, poeta fracasado. Otros lo han considerado peligroso. Y otros han confesado que Jesús es poeta y profeta de Dios, un poeta mesiánico, portador de las palabras más hondas de Dios, que él presentaba en forma de parábolas, que no quieren expresar lo eterno en un plano de ideas (como intentaban los griegos), sino que sitúan a los hombres ante la urgencia del tiempo de Dios. Por eso decimos que era poeta-profeta: evocaba y creaba un mundo de belleza al servicio de la transformación gozosa y fuerte de los hombres y mujeres, empezando por los más pobres. (J p&p-5, p5-8).
Muchos esperaban por entonces la venida de Dios, en formas distintas: como Mesías rey, como Hijo del Hombre celestial, como Juez sobre los jueces de este mundo. Pues bien, los cristianos afirman que Dios ha venido por medio de Jesús, que ha sido y sigue siendo Mesías, porque es Poeta-Profeta, sembrador de palabras que alumbran y engendran la vida (cf. Jn 1,14) (J p&p-5, p9). Los cristianos han descubierto la belleza de Dios en la vida y la entrega, el amor y presencia de un hombre concreto, Jesús, a quien presentan como ´sabiduría, justificación, santidad y redención de Dios` (Cf. 1Cor 1,30). Dios despliega su belleza en el rostro y en la vida concreta de Jesús, que se abre y nos abre a todos los hombres y mujeres de la tierra, haciéndonos capaces de comunicarnos con ellos (J p&p-8, p18). “Palabra hecha carne: El Dios que se encarna en el rostro (en el cuerpo, en la carne) del hombre es Palabra hecha carne, esto es, conversación e historia (cf Jn 1, 1.14). Así descubrimos que Jesús, rostro de Dios, es signo y fuente de diálogo para todos los humanos. De esta forma se vinculan los dos aspectos fundantes de la realidad: La revelación de Dios, que es principio de todo lo que existe, y la comunión entre los hombres, la verdad de la historia, entendida como carne donde los hombres se despliegan y existen, de una forma bella (J p&p-8, p19). Por eso decimos que Jesús es belleza de Dios, añadiendo que los viejos ideales de la sabiduría griega se han encarnado (humanizado) en Jesús, de manera que ellos no se expresan ya en unas ideas objetivas o en unas estatuas eternas, sino en un hombre concreto que ama y que muere a favor de todos los hombres, a partir de los pobres de la tierra. Por otra parte, Jesús ha culminado y realizado en su persona, en apertura universal, los valores nacionales del conjunto israelita (ley, pueblo), haciendo así posible un encuentro universal de gracia entre los hombres” (J p&p-8, p21).


Parábolas de Jesús en Eucaristía gozosa compartida con amor:


“En este contexto se puede hablar de la belleza del ´arte Cristiano` que sustituye a los sacrificios del templo, que Jesús ha rechazado. En esta línea se podría y debería hablar del arte de la eucaristía, entendida como experiencia de comunicación concreta, que no puede jamás fijarse en una estatua o ritual de sacrificios exteriores: El arte y belleza de la eucaristía es la Palabra compartida, que no se puede entender como poema ya fijado que se lee o proclama desde arriba. Estrictamente hablando, la Palabra de la eucaristía se identifica con la comunicación gozosa y profunda de los fieles, que se juntan para hablarse y que se hablan mutuamente en Cristo. [Por eso decimos también que] la belleza y arte de la eucaristía se identifica con la comida compartida. Es la belleza de la comunión hecha banquete, pan y vino que los fieles comparten con gozo, descubriéndose juntos en la vida y cultivando de esa forma el gozo de la vida común. Todos los restantes elementos artísticos sólo son un contexto: los cantos y las flores, las imágenes y signos exteriores. El arte verdadero es la misma comida entre todos. No es una comida representación, algo que unos miran y otros hacen, sino la misma vida compartida, el gozo de sentirse y de tocarse, de mirarse y admirarse, sabiendo que es [el] mismo Dios de Cristo quien convida y reúne a los creyentes” (J p&p-8, p32-34).


Nuestra conclusión: el mensaje de Xabier es que las parábolas no descubren el corazón de Jesús, porque, Jesús hecho palabra se adentra en quien quiere escucharle y si se le ayuda a germinar dentro transformará a su receptor en un ser nuevo en comunión con Dios y con los demás.


Y, si me lo permitís, podemos concluir esta reflexión en gozosa comunión:

“Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo”.
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