Felicidad y mística en el CITES. El evangelio de las bienaventuranzas

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El camino de Dios en la vida es un despliegue de felicidad, que implica renuncias, pero ofrece la dicha más alta. Es un camino especialmente cristiano, pero ha sido expuesto y desarrollado también en las religiones orientales  y de un modo más preciso en el AT, como indicaremos culminando en las bienaventuranzas de Mt 5. 

La felicidad está vinculada a la forma de ser y al arte de vivir, y está muy relacionada con el entorno familiar,  la salud, el amor, el dinero...  Pero ella tiene también, y sobre todo, un fondo y sentido religioso.

 La  religión no consiste en someterse a Dios y cumplir sus mandatos, sino en ser feliz en Dios y con Dios... Por eso se puede y debe hablar de una mística de la felicidad, expresada y cultivada en formas de experiencia interior (oración), de vida integral (amor) y de amor (comunicación con los demás). En ese sentido, una "casa" de aprendizaje y experiencia de oración como es el CITES de Ávila puede y debe presentarse como ventana abierta a la felicidad. Ése es el intento y tema de este curso de fin de semana.

MÍSTICA Y FELICIDAD. EL EVANGELIO DE LAS BIENAVENTURANZAS

Un sumario de temas abiertos

LA BIENAVENTURANZA DE LA VIDA: RIESGO Y TAREA DE FELICIDAD

  • ¿Sendas perdidas? Entre felicidad y muerte.
  • Por una religión que es felicidad.

1. LUZ DE ORIENTE, LOS GRANDE BIENAVENTURADOS.  KRISNA Y BUDA

  1. Krisna, la felicidad Contemplativa.
  2. Buda, la felicidad del Iluminado.

2.  LAS SIETE FELICIDADES DE ISRAEL. CON DOLOR Y PESTE

  1. La bienaventuranza de los elegidos, tal como se formula en los salmos.
  2. Job, la cara oscura de la (in‒) felicidad.
  3. El Antiguo testamento, un camino de bienaventuranzas.

3.  FELICES VOSOTROS… JESÚS Y EL COMIENZO DE LA IGLESIA

  1. Jesús, un hombre feliz, la encarnación de Dios.
  2. Cuatro felicidades: Lc 6, 20‒26).
  3. Pablo y María. Dos modelos de felicidad.

4. EL EVANGELIO DE LAS BIENAVENTURANZAS (Mt 5, 3‒11)

  1. Ocho bienaventuranzas. La carta magna de la Iglesia.
  2. Bienaventuranza y bendición (Mt 5, 3‒12; 25, 31‒46). La felicidad de Dios.

5. APOCALIPSIS Y PASCUA. MUTACIÓN DE FELICIDAD

  1. Las siete bienaventuranzas del Apocalipsis.
  2. La Pascua, una mutación de felicidad.

EL HOMBRE, UN SER LLAMADO A LA FELICIDAD

Muchas especies vegetales y animales han evolucionado y cambiado, extinguiéndose incluso, por azares de selección o por un tipo de destino que parece inscrito en el orden cósmico, dentro del sistema solar, en la inmensidad casi infinita de galaxias. El hombre, en cambio, ha llegado a la conciencia y libertad de amor, tras una evolución de milenios, buscando un “nicho” de felicidad donde resguardarse.

Pero ahora, que nos sentimos más libres, hemos descubierto también que tenemos el poder destruirnos, dejando que se seque nuestra vida, si no logramos encontrar la fuente y río de las bienaventuranzas, como niños inclinados, admirados ante el agua de la vida (imagen 1).

            Las bienaventuranzas expresan el sentido de una felicidad que se celebra como don más alto (presencia de Dios, camino humano) en forma de gratitud y bendición, y así las recojo emocionado por el hecho de existir en libertad, como hijo, hermano, amigo, nacido y crecido en felicidad del amor, en una familia de creyentes, a lo largo vida tensa que se extiende entre la locura perversa de la guerra del 19336‒1939 y el miedo del coronavirus (2021).

Sigo sabiendo que la felicidad es un don que sólo puede conservarse y crecer compartiéndola con otros, a fin de que también ellos puedan agradecer y bendecir la vida, en contra de un sistema de poder/dinero que consigue placeres para unos a costa de otros, en un mercado de bienes mercantiles, que negocia con bienaventuranzas de engaño o mentira.

Estoy convencido de que ella no se compra ni vende, sino que se recibe, se regala, se comparte, en una tierra en la que debe cultivarse con gozo el cuidado por la vida, la familia, la educación, la asistencia médica, y el regalo de todos bienes verdaderamente humanos, como indican los diversos saberes y cuidado que se vinculan con ella, como pone de relieve mi libro sobre el tema (imagen 2).

‒ La felicidad está ligada con la medicina, es decir, a la terapia o cuidado de la vida. Ciertamente, ella no no se logra sólo con estimulantes o analgésicos, pero exige una buena cobertura sanitaria. Tanto como ciencia es arte, y no depende sólo de la ciencia médica sino del respeto y cuidado de la vida, en un plano social y personal. Pero sin buena medicina y ciencia resulta actualmente difícil que exista.

‒ La felicidad resulta inseparable de la educación. Ciertamente, no se logra con estudios especiales de universidades (no hay en ellas un curso especial de felicidad...) ni con cursos caros de escuelas dedicadas a impartir bienaventuranza, pues en ellas intervienen muchísimos factores de naturaleza (salud, “humores”…), y especialmente de familia y entorno personal. Pero sin una buena enseñanza en valores humanos resulta difícil que exista hoy felicidad.

‒ La felicidad forma parte de la política y la sociología.No se consigue sólo por transformación externa de las condiciones jurídicas y administrativas de la sociedad, pero se encuentra entrelazada con un tipo de relaciones familiares y sociales centradas en la libertad de cada uno y en la relación de todos. La gestión social no puede garantizar que haya “cosecha” de felicidad, pero sin una política que impulse y modere las buenas relaciones entre individuos, familias y pueblos difícilmente puede haber felicidad.

‒ La felicidad es un aspecto esencial de la economía, entendida en el sentido originario como “cuidado y orden de la casa común”. Ciertamente, no se consigue sólo ni sobre todo con dinero. Más aún, el puro deseo de bienes materiales, dentro de una sociedad “capitalista” (esto es, centrada en la adquisición de dinero/capital), puede convertirse en gran peligro para el bien más alto de la felicidad. Pero si no existe un buen orden económico, al servicio de la vida, difícilmente puede hablarse de felicidad.

‒ La felicidad es un elemento importante del estudio y de la práctica de la psicología. Éste es quizá el campo en el que más se ha investigado últimamente, de forma que ha podido hablarse de una búsqueda general de la felicidad por medio de la psicología vida. En esa línea, los psicólogos se han vuelto de algún modo los gestores de la felicidad personal y social de nuestro mundo. Ciertamente, ciertamente no todo se consigue con técnicas de psicología, entendida sobre todo en línea conductista, pero sin ella no se puede hablas tampoco de felicidad.

‒ La felicidad está vinculada a la forma de ser y al arte de la vida, y está muy relacionada con el entorno familiar de los primeros años, con un tipo de trabajo y descanso, en una línea en la que son fundamentales los juegos y los hobbies, el cuidado del cuerpo y de la mente, teniendo siempre al fondo un tipo de deseo de belleza (literatura, música, pintura…), con las artes cotidianas del gusto en los vestidos, la armonía de la casa, el humor, la simpatía. No todo lo resuelve el arte de la vida, pero sin ese tipo de arte es difícil que exista felicidad.

- La felicidad tiene un fondo y sentido religioso... La verdadera religión no consiste en someterse a Dios, sino en ser feliz en Dios y con Dios, sabiendo que Dios es ante todo la felicidad del hombre (=que el hombre sea feliz). En ese sentido se puede y debe hablar de una mística de la felicidad, expresada y cultivada en formas de experiencia interior de vida y  oración. En ese sentido, una casa aprendizaje y experiencia de oración como es el CITES de Ávila(frente a sus murallas: imagen 3) puede y debe presentarse como ventana abierta a la felicidad.

CITeS - Universidad de la Mística on Twitter: "Nueva foto de la portada en  la https://t.co/8sEOkZLLgV ¡Primavera de Ávila en su plenitud!… "

Se ha repetido hasta la saciedad la frase "el siglo XXI será místico o no será...". Habrá que decir mejor: El siglo XXI será un siglo de felicidad o no será.... O aprendemos a ser felices o no llegaremos al final del siglo XXI. Somos vivientes en camino hacia la felicidad, hacia eso que algunos llaman el transhumanismo, pero que yo pefiero presentar como resurrección de la carne (credo romano), es decir, la vida eterna, como seres encarnados, con el Cristo, Palabra de Dios (Jn 21). 

-En esa línea, casi a las puertas del Convento de la Encarnación, donde vivió Santa Teresa  y enseño San Juan de la Cruz, ofreceré este pequeño curso de felicidad, según las bienaventuranzas de Jesús. Más que las palabras que yo pueda im-partir (com-partir) importa el lugar: una estrella interior, ovalada, angulada, en apertura a la felicidad interna y externa, personal y comunitaria de Dios, como muestra el mismo edificio del CITES (imagen 4).

Ideario

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  Unos temas básicos

Todos esos temas están en el sustrato de mi curso y de mi libro sobre las bienaventuranzas, pero no he querido tratar directamente de ellos, sino más bien del fondo religioso de la felicidad, insistiendo en los tres males o infortunios (peste/enfermedad, hambre/pobreza y guerra/desamor) que, según la tradición judía, el rey David quiso evocar y superar de alguna forma construyendo el templo de Jerusalén.

También Jesús se ocupó de esos males, trazando para superarlos un tipo de vida, no un templo material como el antiguo. También nosotros seguimos buscando solución para esos males, y así caminamos en pos de la salud, el amor y el dinero.

El tema de fondo es el mismo, aunque pueden darse diferencias en la forma de entender la salud (corporal, mental o espiritual), el amor (de tipo más sexual, afectivo o social) y el dinero (en línea más individual o compartida y altruísta). Estos son, significativamente, los planos en los que se sitúan las primeras bienaventuranzas de Jesús, que tratan de los pobres y hambrientos (dinero), de los que sufren (un tipo de enfermedad) y de los perseguidos (odio y no amor).

            Desde ese fundamento, he querido centrarme y plantear aquí el tema la felicidad como cuerpo y meta de las religiones, y en especial del cristianismo. Ciertamente, puede haber existido un tipo de religión contraria a la felicidad, como dice un tipo de propaganda anti‒clerical muy extendida. Pero, en contra de eso, quiero indicar en este libro que la religión ha sido y sigue siendo un elemento básico de la búsqueda de felicidad, entendida como experiencia y cultivo de la “salud” (salvación), del amor y la riqueza de los hombres a lo largo de la historia.

            No soy partidario de una religión de pura felicidad (centrada sólo en ella), pero sin búsqueda de felicidad no puede haber religión verdadera. Lo primero no es la felicidad, sino la vida, eso que el evangelio llama el “reino de Dios”, pero allí donde se busca el reino surge la felicidad, como por añadidura (Mt 6, 33), en línea de “religación”, es decir, de vinculación de cada ser humano consigo mismo, con su entorno familiar y social, con el mundo (ecología) y la vida más honda que llamamos “reino de Dios”, tierra de la bienaventuranza.

            En esa línea, las religiones han sido y seguirán siendo semilleros de felicidad, aunque a veces (¡quizá demasiadas!) algunas hayan acudido al miedo, al terror de Dios, para mantener sometidos a sus fieles, en vez de liberarles en la felicidad. Así lo mostraré en este trabajo, que se centra y culmina en las bienaventuranzas de Jesús (Lc 6, 20‒26; Mt 5, 3‒12) y consta de seis capítulos. 

  1. Introducción. Sendas perdidas, difíciles caminos. Este capítulo puede leerse al principio, como planteamiento básico del libro o, quizá mejor, dejarlo para el fin, a modo de conclusión de todo el desarrollo. Expone el tema y tarea del hombre como felicidad, esto es, como gracia y gozo de la vida, no como exigencia puramente biológica o ley impuesta por un ser más alto que nos ha creado para que le obedezcamos, de forma que así, estando sometidos a él seremos al fin felices.
  2. Felicidad de Oriente:Camino de contemplación (Bagavad‒Gita) o No‒deseo (Buda). Los principio de estas dos religiones que han surgido de la India (Hinduismo y Budismo) siguen ofreciendo, con el judeo‒cristianismo (y quizá con el Islam y el Tao), los ideales básicos de felicidad de nuestro tiempo, en perspectiva de tradición religiosa, que ha sido en parte secularizada.
  3. Felicidad bíblica: La dura trama del judeo‒cristianismo. Frente a las religiones de oriente, sin oponerse a ellas, pero trazando un camino propio, el judaísmo ha vinculado la felicidad con la presencia de Dios y el despliegue del pueblo elegido. En su centro he querido destacar el testimonio de Job, que contiene y transmite quizá el testimonio más significativo de felicidad y sufrimiento (dolor) de la historia. En esa línea se situará no sólo el cristianismo, sino el mismo Islam.
  4. Felicidad de Jesús, experiencia y camino de los pobres (Evangelio de Lucas). Él ha trazado con su vida y obra un programa activo de felicidad a partir de los pobres, los hambrientos, los que lloran y los perseguidos, y ha sido la formulado el texto clave de Lc 6, 20‒26. Ésta es la felicidad “inversa” y rectilínea, vinculada a la presencia y despliegue de un amor gratuito, en oposición al mercado del dinero, como experiencia personal y social, con la novedad escandalosa y creadora del Dios de la muerte y resurrección de Jesús.
  5. Felicidad cristiana, las ocho bienaventuranzas (Evangelio de Mateo). El texto más solemne y programático de Mt 5, 3‒12, aceptado y transmitido por la Iglesia como carta magna de su vida, ha formulado las ocho bienaventuranzas que forman el tesoro y patrimonio universal de los cristiano. Ellas recogen de algún modo el camino anterior, desde las vías de interioridad y no‒deseo de la India, pasando por la dura trama de la historia de Job, hasta el principio de la Iglesia entendida como mensajera portadora de la bienaventuranza de la vida humana. En este capítulo, a modo de excurso, he querido evocar también las siete bienaventuranzas del Apocalipsis.
  6. Epílogo. Apocalipsis y experiencia pascual. Trata de la revelación definitiva de la felicidad, que se expresa en las siete bienaventuranzas del Apocalipsisy en la experiencia pascual de los primeros cristianos. En este contexto he querido insistir en la necesidad de una mutación antropológica. Conforme a la marcha actual de nuestra vida social y laboral, económica y administrativa resulta difícil alcanzar y mantener la felicidad. Por eso insisto en la necesidad de una mutación antropológica que nos capacite para conseguirla.

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