Las víctimas y su Pascua de Resurrección

De nuevo estoy en Kampala, con conexión a internet. De Jueves a Domingo estuve en mi antigua parroquia de Minakulu en el Norte de Uganda, con personas desplazadas a causa de la guerra que se las ven y se las desean para volver a sus casas sin ningún tipo de ayuda. La letra de una vieja canción de Viernes Santo me sirvió de arranque para una homilía que a todos nos llegó al alma.
Siempre me ha impresionado ver a personas paupérrimas, que han sufrido toda clase de abusos entonar un himno en lengua acholi, sin duda fruto de una teología más que cuestionable, que podría traducirse así:
"He pecado horriblemente, he matado al Señor Jesús, con mis pecados he trapasado su santo corazón".
"He pasado muchos años con vosotros y os conozco lo suficiente", les dije, "Cuando miro a un niño que ha sido abusado por los guerrilleros, una mujer a la que le han matado el marido o un hombre al que le han quemado su poblado y le han reducido a la pobreza, me pregunto: ¿de verdad habéis matado a Jesús? Creo que más bien, vosotros sois el Jesús al que han traspasado, el cuerpo de Cristo al que han crucificado. Son otros los que han pecado contra vosotros".
Reconozco que es difícil controlar un templo lleno a rebosar, con un montón de niños pequeños que corretean o lloran, pero me sorprendió ver a la gente prestando tanta atención.
Si no recuerdo mal, partí de ahí para decirles que si estamos unidos a Cristo en sus sufrimientos también estamos unidos a El en su resurrección.
Durante los días de Semana Santa tuve la gran alegría de visitar a muchos de mis antiguos feligreses que ahora empiezan a abandonar los campos de refugiados y regresan a sus casas antiguas en las vecinas zonas rurales. Por desgracia, a pesar de la mucha propaganda del gobierno, nadie les está ayudando con pozos de agua, escuelas, azadas o utensilios necesarios para el reasentamiento.
Sin embargo, a pesar de todo la gente está contenta de regresar a sus casas. Desde Agosto del año pasado un acuerdo de alto el fuego entre el gobierno de Uganda y los rebeldes del LRA (Ejército de Liberación del Señor, en sus siglas inglesas) ha pacificado la zona. Aunque aún no hay un acuerdo definitivo de paz, y al menos en teoría podrían reanudarse las hostilidades, mucha gente está abandonando los campos de refugiados e intentando volver a una vida normal.
"Estos son signos de que estamos resucitando con Jesús. Dios quiere una vida digna para todos nosotros. Volved y ocupad vuestras tierras, son el regalo que Dios os dio cuando nacísteis", les dije.
La vigilia pascual fue un estallido de cantos, palmas, gritos de júbilo y danzas. Hacía muchos años que no podíamos celebrar una liturgia de noche.
El Domingo, tras celebrar dos eucaristías, pensé que es importantísimo que la Iglesia sirva a estas personas dándoles esperanza y dignidad, diciéndoles que Dios les quiere nuevos y resucitados, dejando atrás sus sufrimientos.
Qué pena que con teologías ramplonas y liturgias de tres al cuarto durante tantos años hayamos contribuido a fomentar en la gente injustos sentimientos de culpa y de resignación que nada tienen que ver con el evangelio y que no les ayuda en nada a restaurar su dignidad.