¿POR QUÉ LATE EN EL HOMBRE EL DESEO DE DIOS?

¿POR QUÉ LATE EN EL HOMBRE EL DESEO DE DIOS?
COMPENDIO DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA:

El primer capítulo de la Sección Primera Creo, Creemos se titula “El hombre es capaz de Dios”
La segunda pregunta del compendio es: ¿Por qué late en el hombre el deseo de Dios”.
El compendio dice: “Dios mismo, al crear al hombre a su propia imagen, inscribió en el corazón de éste el deseo de verlo”.
El deseo y la búsqueda de Dios está en el mismo corazón del ser humano, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios. San Agustín expresaba bellamente este principio: “Nos has creado, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descanse en Ti”.
De muchas maneras Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí; y, la misma experiencia le enseña, que sólo en Dios encuentra el hombre la verdad y la dicha (GS 19,1).

El ser humano, a lo largo de toda su historia, ha expresado su búsqueda trascendente de Dios. Y lo ha hecho muchas maneras: por medio de oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones… Por esta razón, y a pesar de las ambigüedades, podemos afirmar que el hombre es un “animal religioso” y el hecho religioso es un fenómeno universal.

A pesar de esta dimensión religiosa innata en el hombre, “la unión íntima y vital con Dios”, puede ser olvidada, desconocida e incluso rechazada por el hombre.

Las causas de este olvido, desconocimiento y rechazo pueden ser diversas, pero fundamentalmente son cinco:
a) la rebelión contra el mal en el mundo.
b) La ignorancia o la indiferencia religiosa.
c) Los afanes y las preocupaciones del mundo, y la seducción de las riquezas.
d) Las ideas hostiles hacia la religión.
e) El mal ejemplo de los creyentes como afirma el Concilio Vaticano II, en la GS 19, 1: “Muchos creyentes han velado, más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión”.

Dice textualmente el compendio: “Aunque el hombre a menudo ignore tal deseo, Dios no cesa de atraerlo hacia sí, para que viva y encuentre en Él aquella plenitud de verdad y felicidad a la que aspira sin descanso”. ¡Si, a pesar de tal situación, y “aunque el hombre ignore tal deseo, Dios sigue llamando al hombre a reencontrarse con Él y hacer “que se alegre el corazón de los que buscan” (Sal 105, 3)! ¡Si, Dios no cesa de atraerlo hacia sí para que viva y encuentra en Él aquella plenitud de verdad y felicidad a al que aspira sin descanso!
Subraya el compendio en el artículo 2 que “esta íntima y vital relación con Dios otorga al hombre su dignidad fundamental”.

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