El mundo necesita grandes dosis de alegría para encontrar su verdadera identidad, que no es otro que el amor, el amor místico purificado y creador permanente. Y la cruda realidad es en múltiples ocasiones los buenos desfiguran la cara y la seriedad se anida en cada facción de su rostro.
Santa Teresa de Jesús decía que “un triste santo es un santo triste” y "de devociones absurdas y santos amargados, líbranos, Señor"
Hay momentos en que desearás no haber nacido y cada minuto se convierte en una tortura del vacío y del absurdo. Hay momentos donde la vida se convierte en una “piedra pesada” que sobrellevamos para alcanzar una meta inútil.
Hay días que tu corazón parece romperse en mil añicos y tu vida camina deprisa al precipicio, pero no olvides que cuando la vida te presente mil razones para llorar, descubre que tienes mil y una razones para sonreír, porque, como bien decía Gibrán, “la alegría y la tristeza son inseparables” .
Pidamos al Señor que nos conceda el don de la alegría y la bondad a borbotones para que no se instale en nuestro ego la tristeza, la seriedad y la maldad.
Pidamos a Dios que encontremos razones para sonreír cuando nuestra existencia se manifieste oscura y tenebrosa, y no olvidemos nunca que en medio del dolor y la desolación corren grandes ríos de vida y de esperanza.