La memoria oscura de Pa negre

Después de arrasar en los Goya, se presenta a los Oscar la película catalana del nuevo Premio Nacional de Cinematografía, Agustí Villaronga, Pa Negre.  Publicada ya en DVD, vuelve a la pantalla grande este demoledor drama sobre la memoria oscura de la guerra civil española. La dialéctica de vencedores y vencidos queda aquí difuminada en un panorama donde la bruma del paisaje actúa como metáfora de la confusión moral. Tras los grandes ideales, está la inocencia perdida que produce “el nacimiento de un monstruo” –como dice la frase promocional de la película–. 



Basada en la novela de Emili Teixidor,  esta historia de fantasmas narra cómo un niño descubre su conciencia moral entre las mentiras de los adultos, hasta dar con el monstruo que toda criatura lleva dentro , en su terrible condición caída. En este escenario de sombras, los personajes proyectan sus miedos, temores y deseos, desde una infancia que está lejos de la imagen idealizada de inocencia que predomina hoy día.



 El director mallorquín se acerca a la Cataluña rural de postguerra, para describir “la pérdida de ideales” que conforma este paisaje de devastación moral, capaz de producir un conflicto fratricida . Como en  Tras el cristal  (1987), uno se da cuenta que el joven superviviente del Holocausto no es mucho mejor que el nazi exiliado enfermo, que atiende. Las figuras de los relatos de Villaronga esconden siempre bajo su apariencia gris una vida interior llena de contradicciones y miserias.



La pérdida de la inocencia de este hijo de un militante republicano nos muestra que los más nobles ideales pueden escoger caminos tortuosos, ante un conflicto provocado por un cáncer imparable que pudre todo lo que toca. La enferma naturaleza humana pervierte cualquier sentimiento e idea. Rastrear en esta ciénaga infecta, supone un riesgo que pocos como Villaronga acometen, ya que choca con lo  políticamente correcto.



 SECRETOS INCONFESABLES

 La búsqueda de la memoria histórica requiere la valentía de un investigador como el pequeño Andreu, dispuesto a no retroceder ante el descubrimiento de esos secretos inconfesables, que desvelan los esqueletos en el armario . La amplia filmografía española sobre la guerra civil y la postguerra, se caracteriza toda ella  – desde la época de Pilar Miro – , por una visión dolorida del bando derrotado, planteada siempre de una forma acrítica – a no ser que sea por extranjeros, como el trotskista británico Ken Loach en  Tierra y libertad – , que busca una solidaridad emocional, que suele caer en la tentación martirológica.




A diferencia de la mayor parte de las películas españolas sobre la época, no hay aquí decorados de cartón piedra, fotografía plana, o ropa y  atrezzo,  que parezca recién sacada del almacén. Las imágenes trasladan poderosamente la atmósfera malsana, que infecta la vida de los personajes, transmitiendo la sensación de zozobra, miedo y expectación que vive el pequeño protagonista (Francesc Colomer), en la incertidumbre de este oscuro y turbio ambiente.



 La expresividad y poderío visual de Villaronga hace creíble este desgarrado cuadro de brutalidad, humillación y ensañamiento con el débil y el diferente. La corrupción de la inocencia es retratada en la mirada de este niño, que se hace progresivamente turbia, provocando al mismo tiempo miedo y ternura. Esta es una película dura y compleja, realista y perturbadora. Deja poso.



 VERDADES OCULTAS

El cine tiene una capacidad especial para reflejar el lado oscuro de la humanidad. Porque la vida está llena de traiciones, engaños y verdades ocultas. La película arranca con una espectacular escena de asesinato, pero es sólo la excusa 

 – McGuffin  en el lenguaje cinematográfico, según una conocida expresión de Hitchcock –.  Ya que el duelo de rencores y envidias es anterior a esta historia, que se desarrolla en los años cuarenta. Tiene que ver con el estallido de odio que supuso la guerra civil.



 Pa negre  habla del lodazal moral de una época llena de tenebrosos ajustes de cuentas, la lucha por la supervivencia de los vencidos, y el terror a perder lo poco que te han dejado. En este pantanal, lleno de de secretos sórdidos, la violencia florece en un ambiente podrido, dominado por relaciones de poder, mentiras disfrazadas y fantasmas dolorosos. Todo es como un volcán, a punto de entrar en erupción. 



La película de Villaronga escarba en lo más oscuro del ser humano, en sus contradicciones más profundas. No hay nada aquí del maniqueísmo del discurso político al uso.  Pa negre  no es otra historia más de la postguerra. Es un descenso abismal a lo más hondo del corazón humano de unos personajes heridos sin remedio .  Su conclusión no puede ser más desesperanzadora: sus errores les perseguirán toda la vida.



 NUESTRA IDENTIDAD

 Es difícil no darse cuenta de que hay algo que está mal en este mundo. Es lo que la Biblia llama pecado . Algo ofensivo y ridículo para muchos, pero indudable para el que considera la realidad de la Historia humana. El mal no es resultado simplemente de ciertas condiciones sociales o psicológicas. Viene de nuestro deseo de querer ser uno mismo, y encontrar una identidad, aparte de Dios.



 El filósofo danés Soren Kierkegaard –que tanto influyó en Unamuno–, define por eso el pecado – en su librito  La enfermedad que lleva a la muerte  (1849) –, como “la desesperación de no querer ser uno mismo ante Dios”. Todos basamos nuestra identidad, el sentido de que somos distintos y tenemos un valor, en algo o alguien. Esto toma a veces forma de ideología –como en la religión, o la política, que vemos en la película–, pero muchas veces es simplemente nuestro interés personal. Lo que David considera una ofensa contra Dios ( Salmo 51:4 ).



“¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? –dice Santiago– ¿No es precisamente de pasiones que luchan dentro de vosotros mismos?” ( 4:1 ). El problema está en nuestro interior. La Biblia no entiende por eso el pecado como las cosas malas que hacemos, al estilo de la religión y la moralidad. La razón está, como dice Kierkegaard, en nuestro esfuerzo por intentar “justificar nuestra existencia” por nuestros logros, posición social, talentos, o relaciones sentimentales, aparte de Dios.



 EL REMEDIO DIVINO

 El mal no sólo produce las guerras, sino que nos destruye personalmente . Porque nuestra identidad sin Dios, es inestable. Mi vida puede parecer que tiene un valor en sí misma, pero eso puede desaparecer en cualquier momento. Si baso, por ejemplo, mi identidad en ser padre –como la pareja protagonista de la película–, en el momento que algo va mal conmigo, o mis hijos, ya no soy nadie.



Si algo amenaza tu identidad, ya no estás sólo ansioso, sino paralizado por el miedo. Si pierdes tu identidad por causa de otra persona, ya no tendrás sólo rencor, sino una profunda amargura –como los personajes de  Pa negre –. Si es a causa de tu propio fracaso, te odiarás y despreciarás a ti mismo toda la vida. Porque tu identidad no está basada en Dios y su amor –como dice Kierkegaard–.



 Si Jesús es el centro de tu vida, y le fallas, te perdonará. Tus logros no pueden morir por tus pecados, Cristo sí. Muchos creen que los cristianos están obsesionados por la culpa, pero todos somos perseguidos por ella , cuando basamos nuestra identidad en algo que debemos alcanzar, sea lo que sea. Todos vivimos para algo, o alguien. Eso es lo que domina nuestra vida.



 Jesús es el único Señor, para el que puedes vivir, que murió por ti. Si le recibes, tendrás una identidad que ya no depende de tus logros, posición, talento, o relaciones sentimentales. Dios es el Padre que no nos decepciona –como el de Pa negre –. Y aunque le fallemos, nos perdona eternamente.

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