El cardenal Amigo preside la bajada de la Virgen de las Nieves "Quiero decirle a la Virgen que no se extrañe..."
La patrona palmera pernoctó en el templo de la Encarnación, en espera de la llamada entrada triunfal de la imagen, hoy domingo, en el casco histórico de Santa Cruz de La Palma. En la plaza de la Encarnación, el recibimiento oficial de la Señora del Monte corría a cargo del Alcalde la ciudad, Juan Ramón Felipe, y del Cardenal Carlos Amigo.
Monseñor Amigo señaló que quería decirle a la Virgen "que no se extrañe": calles engalanadas, caras de alegría, familias enteras reunidas, niños expectantes, múltiples actos culturales y sociales, "que no se extrañe" -dijo- porque Ella es "la causa de nuestra alegría".
"Va a ver la Señora -indico Amigo- una ciudad que ha hecho y hace fiesta, "una fiesta tan grande, donde todo se hace porque Ella viene a visitarnos". "Todo ha de ser y es -prosiguió el Cardenal- expresión de una devoción sincera a la Madre de Dios en esta advocación de la Virgen de las Nieves".
"Que no se extrañe de nada", reiteró el prelado, porque Ella, la Virgen de las Nieves, es la causa de nuestra alegría".
Sobre las cuatro de la tarde se había iniciado -en cumplimiento de un voto de gratitud- esta primera parte de la Bajada de la Señora de las Nieves. En el Real Santuario Insular, el arzobispo emérito de Zaragoza y ex presidente de la Conferencia Episcopal Española, el palmero Elías Yanes había presidido la llamada Misa de Peregrinos acompañado por los dos vicarios generales, Domingo Navarro y Antonio Pérez.
En la homilía, Yanes manifestó que es "urgente acoger a María, porque Ella nos trae a Cristo, el Salvador, el único que permitirá la renovación espiritual del hombre y el único que ayudará a levantar la dignidad humana". Para terminar su homilía diciendo: "Que buen amigo es Dios, que buena Madre es María".
Tras la misa, se inició la Bajada de la Virgen desde su Santuario en el monte, por toda la geografía de su Bajada: Carretera de las Nieves, el Camino Real de la Dehesa, el Planto y la Encarnación. Entre cantos, vivas, lágrimas, oraciones, pétalos de flores, música y aplausos, la imagen bendita llegó a la Encarnación, templo que permaneció abierto durante toda la noche con un incesante goteo de fieles.