Celebración del día del seminario 2019 "El seminario, misión de todos"

"El seminario, misión de todos"
"El seminario, misión de todos"

El día del Seminario se celebra el 19 de marzo, festividad de San José.

El Arzobispo Castrense subraya la tremenda importancia de las vocaciones sacerdotales para divulgar la palabra de nuestro Señor, al mismo tiempo plantea la necesidad de estos centros de formación

Muchos militares regresan después de las operaciones de guerra o de las misiones para el restablecimiento de la paz con verdaderas heridas interiores… Estas personas y sus familias requieren una atención pastoral específica, una solicitud que les haga sentir la cercanía maternal de la Iglesia”

Juan del Río, Arzobispo Castrense de España, ha publicado una carta pastoral con motivo del Día del Seminario que celebraremos el próximo día 19, festividad de San José, bajo el lema: “El Seminario; misión de todos”.

En su carta el Arzobispo Castrense subraya la tremenda importancia de las vocaciones sacerdotales para divulgar la palabra de nuestro Señor, al mismo tiempo plantea la necesidad de estos centros de formación porque “quienes no sintieran el Seminario como algo suyo y pensaran que las vocaciones son otros los que tienen que buscarlas, se situarían al margen de la Constitución Apostólica Spirituali Militum Curae, de Juan Pablo II.

Desde su fundación en el curso 1991-92, bajo el mandato de Mons. José Manuel Estepa, hoy Cardenal-Arzobispo emérito Castrense, del Seminario han salido treinta y tres capellanes que están prestando sus servicios en las unidades de nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado. A este grupo de sacerdotes debemos sumar aquellos que tienen su origen en las diócesis y congregaciones religiosas que han sentido la vocación de apoyar espiritualmente a nuestros militares, guardias civiles o policías en España y en las misiones en el exterior, donde están desplegados habitualmente nueve capellanes.

Los seminaristas de hoy serán en un futuro los capellanes que integrados en sus unidades ayudaran a los hombres y mujeres que las conforman en todas las vicisitudes de sus vidas, para cumplir lo que dijo el Papa Francisco:” El acompañamiento espiritual de los miembros de las Fuerzas Armadas y de sus familias puede contribuir a prevenir las violaciones del derecho humanitario, con el objetivo de reducir el dolor y los sufrimientos que la guerra siempre provoca en quien la padece, pero también en quien la combate …

Muchos militares regresan después de las operaciones de guerra o de las misiones para el restablecimiento de la paz con verdaderas heridas interiores… Estas personas y sus familias requieren una atención pastoral específica, una solicitud que les haga sentir la cercanía maternal de la Iglesia”

Carta

Carta pastoral del arzobispo castrense con motivo de la celebración del Día del Seminario 2019

“EL SEMINARIO, MISIÓN DE TODOS”

Juan del Río Martín

Arzobispo castrense de España

Queridos fieles y capellanes castrenses:

1. La Campaña del Día del Seminario la celebraremos, del 16 al 19 de marzo, coincidiendo con el fin de semana que va a la solemnidad de San José, bajo el lema: “El Seminario, misión de todos”. El Señor nos regala estas jornadas para crecer en comunión eclesial y presbiteral en nuestro Arzobispado Castrense de España. Quienes no sintieran el Seminario como algo suyo y pensaran que las vocaciones son otros los que tienen que buscarlas, se situarían al margen de la Constitución Apostólica Spirituali Militum Curae, de Juan Pablo II, que da sentido como Iglesia particular a nuestro Servicio de Asistencia Religiosa a la Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado (SARFAS).

2. Son muchos los frutos que en el pasado sembraron aquellos valerosos y entregados capellanes pertenecientes a los Cuerpos Eclesiásticos. Es verdad, que los tiempos han cambiado y han transformado la configuración y actuación de la milicia. Sin embargo, la situación pastoral de servicio a nuestros militares, guardias civiles y policías continúa siendo una realidad muy demandada y que se ha ampliado con las necesidades de la presencia de capellanes en misiones internacionales. En las actuales circunstancias, el Papa Francisco nos invita constantemente a que seamos discípulos misioneros de la alegría del Evangelio (Evangelii Gaudium) cumpliendo nuestro “ministerium pacis inter arma”. Para ello, los capellanes del SARFAS, se multiplican en sus trabajos con una ejemplar generosidad, a fin de que no falte la atención espiritual y pastoral allí donde se encuentren nuestros militares. La verdad del problema está, en que con sólo 81 capellanes en activo, no podemos llegar a todos los sitios y muchas unidades no tienen la atención debida.

3. Si miramos esta carencia de capellanes a la luz de la Sagrada Escritura, vemos que desde el principio el Señor Jesús nos dijo: “la mies es mucha y los obreros pocos. Rogad por tanto al dueño de la mies que envíe operarios a su mies” (Mt 9,37-38). Parece ser que la crisis vocacional no es de ahora, que ya desde los orígenes no eran muy abundantes aquellos que estaban dispuestos a entregar sus vidas por trabajar de “sol a sol” en la “viña” (cf. Mt 20,1-16). Esta labor no sólo es exigente porque hay que dejar “casa, padres y esposa...”, sino porque rompe los esquemas establecidos por los hombres. Por eso mismo, vemos distintas reacciones ante la llamada del Maestro: unos “murmuran”, otros lo “abandonarán” (cf. Mt 19,16-22) y únicamente quienes se sientan interpelados por Cristo, dirán decididamente como el apóstol Pedro: “Señor, ¿a quién vamos seguir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68; cf. Lc 9,57-62).

4. La historia sacerdotal castrense está repleta de figuras venerables, que aunque desconocidas para mucha gente de Iglesia, son sin embargo muy queridas por soldados y mandos. Su cercanía, humanidad y generosidad hicieron posible que muchos de ellos vivieran y murieran en la fe de Cristo como hijos de la Iglesia Católica. En argot militar, la palabra latina del “Pater”, aplicada al sacerdote católico, está cargada de algo entrañable y familiar que nos remite a la figura paulina de “engendrar hijos a la fe” (1Tm 1,18; 4,14: 2Tm 4,7). Estos, los hombres y mujeres pertenecientes a la milicia, no vienen a la vida cristiana por un amparo más o menos institucional, sino porque han tenido cerca un sacerdote que, para ellos es: un testigo de Jesucristo, un pedagogo y amigo que siempre se encuentra, un ministro de “los auxilios divinos” en tiempo de paz y de conflictos.

5. La presencia y acompañamiento de los capellanes, a los hombres y mujeres que tienen como misión “el servicio exclusivo de la defensa, de la seguridad y de las libertades de los pueblos” (Benedicto XVI), representan un plus de humanidad. El ministerio sacerdotal ejercido en el seno de la milicia, requiere un formación específica para que el presbítero sea un verdadero experto y maestro en llevar a plenitud la vocación bautismal, anunciando a Jesucristo, “Príncipe de la paz”, de manera personal, creativa, misionera y samaritana, mostrando siempre el rostro materno de la Iglesia, como nos hace ver el Papa Francisco: ”vosotros capellanes podéis derramar sobre las heridas de estas personas el bálsamo de la Palabra de Dios, que alivia los dolores e infunde esperanza: y podéis ofrecerles la gracia de la Eucaristía y de la Reconciliación, que alimenta y regenera el alma afligida”. Esta tarea de los capellanes castrenses es muchas veces desconocida en ámbitos eclesiásticos y sociales. No obstante, ellos en silencio y con su entrega diaria, contribuyen a edificar la cultura de la paz en el servicio a los “servidores de España”.

6. Para llevar a cabo esta hermosa labor de Iglesia, como es la pastoral castrense, tradicionalmente las diócesis españolas y congregaciones religiosas han contribuido con sacerdotes que se sentían vocacionados para realizar esa tarea. La generosidad en el pasado y en el presente de muchos hermanos nuestros en el episcopado y padres provinciales, han hecho posible que hoy tengamos la gran riqueza de un presbiterio castrense procedente de los más diversos puntos de España, que representan también la pluralidad de los lugares originarios de nuestros militares, guardias civiles y policías. Sin embargo, en estos tiempos de falta de vocaciones en ambientes diocesanos y religiosos podemos caer en la tentación de retener la poca “harina” que se posee. Pero no deberíamos olvidar, como Dios premia siempre la generosidad del pobre, como le sucedió a la viuda de Sarepta: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará...” (1Re 17,14).

7. La otra procedencia de los actuales capellanes viene por el propio Seminario castrense. Fue providencial que en el curso 1991-1992, Mons. José Manuel Estepa Llaurens, hoy Cardenal-Arzobispo emérito Castrense, erigiera el Seminario Juan Pablo II. Desde aquella fecha hasta este momento, han salido treinta y tres capellanes de nuestro centro. En la actualidad, nuestro Seminario, después de diversas vicisitudes de ubicación y organización, se encuentra perfectamente situado en las nuevas instalaciones, adjuntas al edificio del Arzobispado (c/ Nuncio 13, Madrid), que están dignamente dotadas para su misión. El presente curso académico se inició con diez seminaristas que realizan sus estudios en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid. Como cualquier centro de preparación al sacerdocio, se rige por la Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis, conocida bajo el título El don de la vocación presbiteral (Roma 2016), siendo fieles a las indicaciones del Santo Padre y a las directrices de la Conferencia Episcopal Española. Está atendido por un Rector, un Jefe de Estudios, un Director Espiritual y un Confesor. Al inicio de cada curso se comienza con los Ejercicios Espirituales anuales, cada mes tienen los seminaristas su día de retiro y la vida comunitaria está tutelada por un horario y un Reglamento Interno que facilita una formación especializada como exige nuestro campo pastoral. Así mismo, los períodos no académicos se aprovechan para que los seminaristas tengan un conocimiento directo del mundo militar.

8. Nuestro Seminario debe ser el corazón de esta Iglesia particular castrense. Para ello, necesitamos que todos nos involucremos seriamente en una campaña vocacional, a fin de que aumente el número de miembros de nuestro Seminario, de donde saldrán los futuros capellanes que atiendan el Servicio de Asistencia Religiosa en las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado español. Algunos se preguntarán: ¿cómo suscitar vocaciones castrenses? La mejor manera es siempre el testimonio de coherencia sacerdotal, de alegría ministerial, de entrega a todos, desde el soldado que acaba de llegar hasta el general, siendo el primero en el cumplimiento del deber, no ocultando su condición sacerdotal, hablando cuando sea preciso de Cristo y de su Iglesia, orando y celebrando los sagrados misterios por las necesidades de los servidores de la patria. Aún en tiempos áridos como los que corren, se puede mostrar la belleza y la novedad de la vocación sacerdotal castrense a los jóvenes de esta sociedad bastante descreída, porque la Gracia de Dios todo lo puede.

9. También los fieles de este Arzobispado Castrense de España, deben ser agentes activos de la promoción de las vocaciones sacerdotales para nuestro Seminario, para que un día esos capellanes puedan responder evangélicamente a las necesidades humanas y espirituales de nuestros militares. Porque, como dijo Benedicto XVI: “acompañando los capellanes a los militares católicos y a sus familias, la Iglesia desea ayudarles a realizar su tarea específica basándose en los valores humanos y morales del cristianismo, para que sirvan fielmente a su patria y edifiquen su vida personal y familiar...Es conveniente que los miembros de las Fuerzas Armadas puedan constituirse en comunidades cristianas particulares, bajo la guía de un pastor que sepa reconocer y respetar la especificidad del mundo militar”. También el Papa Francisco ha mostrado su gran preocupación por la atención pastoral castrense, describiéndola con estas bellas palabras: “El acompañamiento espiritual de los miembros de las fuerzas armadas y de sus familias puede contribuir a prevenir las violaciones del derecho humanitario, con el objetivo de reducir el dolor y los sufrimientos que la guerra siempre provoca, en quien la padece, pero también en quien la combate....Muchos militares regresan después de las operaciones de guerra o de las misiones para el restablecimiento de la paz con verdaderas heridas interiores... Estas personas y sus familias requieren una atención pastoral específica, una solicitud que les haga sentir la cercanía maternal de la Iglesia”.

Que María Madre Inmaculada, Patrona de los capellanes castrenses españoles, proteja a este antiquísimo Ordinariato militar, abra siempre nuestros corazones a la hermosa misión de anunciar a Jesucristo, su Hijo, a los “centinelas de la paz”, que nos conceda el don de la salud de “alma y cuerpo” a toda la gran familia castrense, para que unidos, fieles y capellanes, hagamos realidad que el Seminario sea misión de todos, a través de la continua oración por las vocaciones sacerdotales y contribuyendo económicamente a la formación de los seminaristas, que son una promesa de futuro de que hay relevo en el Servicio Religioso a los hombres y mujeres que componen nuestras Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad de España.

Con afecto y bendición.

+ Juan del Río Martín Arzobispo Castrense de España

Madrid, 22 de febrero de 2019. Fiesta de la Cátedra de San Pedro.

Vocación

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