Desayuna conmigo (lunes, 10.2.20) Alemania tira del carro

Búsqueda del tesoro

Sínodo alemán

Sin más intención que la de espigar ingredientes para nuestro desayuno de hoy, el largo camino sinodal alemán, recién iniciado, ofrece una temática que ancla el pensamiento religioso en los problemas más acuciantes de la Iglesia actual. Sus numerosos participantes, tras crear un clima de tranquilidad para reflexionar con sosiego y sin prisas, pues se han fijado un plazo de dos años, abordarán temas tan candentes como el celibato clerical, el clericalismo, la moral sexual y el papel que debe jugar la mujer en la sociedad y en la Iglesia de nuestro tiempo.

¡Una densa y sabrosa hoja de ruta! Para quienes, como es mi caso, los temas aludidos han sido y siguen siendo el pan nuestro de cada día, iniciar esa ruta viene a confirmar que nuestra Iglesia hace tiempo que se ha desviado de su obligado camino de evangelización permanente al haberse desentendido de los signos de los tiempos. Sin duda, la Iglesia sigue en pie, pero su robustez no es mayor que la de un esqueleto humano tras llevar varios años en la tumba.

Distribución de poderes en la Iglesia

En nuestra reflexión hemos de partir de la evidencia de que esos temas, con ser tan importantes y trascendentales por sí mismos, se reducen en la actual encrucijada a meros síntomas epidérmicos de desajustes internos más quiciales. Llevo ya un tiempo escribiendo en este blog sobre la necesidad de hacer una “relectura audaz del cristianismo” para exponer la conveniencia de cambiar la perspectiva “cristocéntrica” por otra “homocéntrica”, partiendo del supuesto de que la primera, tan activa y dominadora durante más de dos mil años, resulta ininteligible o mítica si no se sitúa en el ámbito de la segunda. De nada serviría la “encarnación” si no hubiera hombres en los que encarnarse. En otras palabras, la acción salvadora parte de abajo arriba, del Jesús hombre al Cristo Dios, de la criatura humana que tiene la obligación insoslayable de comportarse “con humanidad” a tenor del programa detallado en las Bienaventuranzas. Y hoy, no hace falta decirlo, no gobiernan la sociedad las Bienaventuranzas cristianas, sino los más burdos y descarnados intereses crematísticos.

Cristo celestial

No, no estoy utilizando juegos de palabras, sino proponiendo cambiar los viejos odres ajados y rotos por otros nuevos para contener, conservar y ofrecer el mismo vino de siempre. Nadie en su sano juicio podría negar hoy que lo más nuclear o esencial del cristianismo es el amor al prójimo, las Bienaventuranzas, el perdón antes que la ofrenda, el partir y el compartir el pan de vida.

Situarse en esta perspectiva le exige a la Iglesia dar un vuelco a su dogmática, a su magisterio, a sus ordenanzas, a sus prácticas evangelizadoras e incluso a su liturgia cultual. ¿En qué se parecen las misas de hoy a la Cena del Señor? No exagero si digo que las misas, por lo general tan reiterativas y aburridas, se han convertido en el comodín del acontecer religioso, pues la clerecía las utiliza lo mismo para remendar un roto que para coser un descosido. Afortunadamente, hay pequeños grupos que celebran eucaristías fuera de los templos que se parecen mucho más a los contenidos esenciales de la bendita Cena del Señor. Es cosa muy seria participar en una eucaristía, esa que ahora se utiliza como simple certificado de cumplimiento religioso, de que uno figura en la estadística de los “católicos practicantes”.

Jesus sanador

Por ello, sin ningún ánimo ni siquiera de que estas reflexiones volanderas lleguen a oídos de alguno de los muchos que en Alemania se han apuntado a recorrer el camino sinodal, uno podría aportar la convicción honda de que la obligatoriedad del celibato sacerdotal es un grave error; de que el clericalismo, en contraposición a la condición de discípulos de Jesús y servidores de sus hermanos, no es más que un emporio de intereses bastardos; de que la moral sexual católica es un fraude a la condición humana de graves consecuencias al pretender prácticamente que sea asexuada y de que, finalmente,  el zarrapastroso comportamiento de la Iglesia institucional con la mujer  la asfixia al mantenerla en una encrucijada machista completamente estéril.

Teóloga Marianne Schlosser

Sirva como anécdota sintomática que una mujer alemana, renombrada teóloga de profesión, Marianne Schlosser, se ha retirado del foro de las mujeres del camino sinodal alemán porque no se puede debatir ya nada sobre el posible sacerdocio de las mujeres debido a que es una cuestión que ya ha sido zanjada infaliblemente por la Iglesia, es decir, que es un dogma de fe que las mujeres no pueden ser sacerdotes. ¡Qué barbaridad! ¡Qué gran empeño tienen algunos en encerrar la verdad inmutable en palabras que no pueden menos de estar vivas, de ser cambiantes y, lo que todavía es más serio, de meter en prisión al Espíritu Santo! ¡Inmovilismo puro mientras la sociedad se pudre y muchos hombres no saben qué camino seguir! ¡Ya todo ha sido hecho, ya hemos alcanzado la consumación del tiempo y del ser humano! Pues anda, ¡que no nos quedan todavía trajes por cortar! La mies es mucha, pero los cosechadores, creyendo que ya está todo hecho, se han echado a la bartola. Con dolor seguirá pariendo la mujer a sus hijos y con dolor ha de seguir la Iglesia cumpliendo su obligación de evangelización, la de conseguir que la gracia y la gratuidad tengan en nuestras vidas la relevancia que les da la vida de Jesús de Nazaret.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.com

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