Fratriarcado

La globalización parece unificarnos abstractamente a través del dinero (los que lo tienen). Este capitalismo capitolino tiene una mentalidad de metalidad, capaz de unificarnos por arriba, por el capitolio, pero no por abajo, por el ágora (tachada de agorera). Y es que a mayor unificación por arriba, se está estableciendo una mayor desunificación por abajo: segregación e individualismo, egoísmo y separatismo, exclusión.

Por eso en medio de una crisis global, caracterizada por la cerrazón, el paternalismo y la infraternidad, surge del Alma del mundo, si es que aún respira, un grito asfixiado de fraternidad y diálogo, de mediación y remediación, de coimplicación e interanimidad, de entendimiento y comprensión.

No matriarcado ni patriarcado, no nepotismo ni clientelismo, sino Fratriarcado y personalismo. El problema mundial no se ubica en el mero ámbito natural o natal (la matria), ni en el ámbito político o estatal (la patria), sino en el ámbito Fratriarcal. No la matria ni la patria, sino su remediación en la Fratría: la cual se compone de fratrías abiertas y de interculturalidad, de intersubjetividad y de interpersonalidad, de personas humanas y no de personajes inhumanos.

El máximo símbolo del cristianismo es la Trinidad de personas que se relacionan por amor de coimplicidad. Podríamos rebautizar la Trinidad cristiana como “Fratrinidad”, por cuanto comparece como una auténtica fraternidad ad intra y ad extra (hacia dentro y hacia fuera). En terminología agustiniana, el Padre es el Amante, el Hijo es el Amado y el Espíritu Santo es el Amor entre ambos (“entrambos”). Amante originario, Amado engendrado y Amor medial o mediador.

He aquí que nuestro mundo sufriente no necesita ninguna Santa Hermandad (Inquisición) ni Mafias políticas, sino una sana Hermandad (humana), basada en el amor de caridad y en la compasión cuasi religiosa por nuestra dualidad de hombres pobres y de pobres hombres (los ricos). La fraternidad es una relación de relaciones, un lazo de ida y vuelta y un enlace en una Cultura definida como cultivo anímico o del alma.

Frente al antagonismo histórico y arquetipal de Caín y Abel, necesitamos fundar el Fratriarcado en la figura sustitutoria de Set: el cual es el sustituto cultural del bien cultual o religioso (Abel) y del mal natural o pagano (Caín). Pensamos en una Cultura mediadora de culturas, o sea, en una Metacultura que sea nuestra meta cultural, en cuanto enculturación humana de la naturaleza y la sobrenaturaleza, de la inmanencia y la trascendencia, de Dios y el diablo (para decirlo drásticamente). Una tal Metacultura funge como sentido de humanidad frente a toda incultura inhumana.

En la novela metacultural “Los hermanos Karamazov” de Dostoievski, Dimitri representa lo matriarcal o terrestre, lo ecológico o vital, mientras que Iván significa la reacción patriarcal y agresiva (ígnea). Pero Aliosha personifica la confraternidad simbolizada por el agua matricial y el aire o espíritu patricial, la mediación fratriarcal, la fratriarcalidad de la persona abierta a la persona a través de la intepersonalidad y la interculturalidad (ecuménica).

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