[ABORTO-II] Perplejidad y delimitación.

Bien quisiera situarme en un plano teórico o científico, fiado de lo que uno ha estudiado, de lo que "manifiestan" los profesionales y científicos, pero el tema es controvertido y no hay criterios unívocos en que sustentar convicciones.
Más me afectan otros hechos: la cercanía de conocer a alguien que ha abortado, quizá, diciéndolo alegremente, “porque sí” y fuera de los tres supuestos legales actuales. El cántaro fue tanto a la fuente y tanto quería tener sujeto al que perseguía, que sucedió lo que sucedió. Y la moza ya tenía 26 años.
Asimismo tengo presente, en la banda opuesta, el caso lacerante de una madre soltera que a sus 54 años todavía no ha superado el trauma que supuso estar embarazada en un pueblo de pocos habitantes.
Estoy convencido de que la "inmensa mayoría" ve con mejores ojos que un embarazo llegue a término a que quede truncado. Y me incluyo en esa inmensa mayoría. En proporción al número de nacimientos, los abortos son demasiados, pero dentro de esa proporción creo que debe ser altísimo el porcentaje de madres truncadas que han vivido traumáticamente ese acto quirúrgico. Algo debe decir este hecho.
Ahora bien, el aborto tiene múltiples consideraciones y, desde luego, formarse un juicio de valor a partir de los supuestos crédulos que mantiene la Iglesia católica, bajo ningún punto de vista es defendible ni admisible en nuestra sociedad. Como mucho es una opinión más, eso sí, propalada con los altavoces de cien mil campanarios.
El principio del que parte la Organización Crédula es que ahí hay una vida humana desde el momento primero de la fecundación, a la que “Dios ha infundido un alma”. Podrá parecer un enunciado descarnado y escueto, pero así es.
Bien es verdad que ni ellos mismos, históricamente, se han puesto de acuerdo respecto a eso de la "animación". Ahí está el mismísimo Tomás de Aquino para corroborarlo. Dejémosles, pues, que bramen y tampoco en esto consintamos que roben nuestros criterios. Es otra forma de querer estar presentes en la sociedad y hacerse oír en asuntos que no les competen.
La cuestión del aborto es algo a tratar individualmente. Aunque el legislador deba obrar así, es peligroso legislar de manera universal. Ningún caso es asimilable a otro.
En la decisión de abortar habría que tener en cuenta, primero, la opinión de la futura madre (y también del padre); luego la de los padres/abuelos futuros; también es fundamental, imprescindible y necesario que las partes afectadas se vean aconsejadas por profesionales, como médicos, psicólogos y asimilados y sean conscientes de lo que hacen.
Habría que ponderar muy mucho los motivos que llevan a la madre a abortar. Si los motivos que impelen a abortar son sólo económicos, siempre que la madre estuviera indecisa, el Estado debería tener prevista una ayuda social suficiente para seguir adelante. También proporcionar un apoyo psicológico desde un punto de vista positivo, quitando miedos inducidos por instancias ajenas al problema de fondo.
Incluso habría que considerar el caso contrario, el de la mujer que no quiere abortar, quizá inducida por criterios religiosos, cuando el diagnóstico de que el feto porta una tara severa es claro y cuyo “producto” va a constituir luego una enorme carga familiar y social. Por alumbrar un monstruo, quedan destruídas las vidas adultas.
Tratemos de delimitar los motivos para abortar o lo que frecuentemente se alega:
• La imposibilidad económica de poder mantener una familia. Creo sinceramente que este motivo es el de menor consistencia en esta sociedad que puede ofrecer medios para la subsistencia. Aquí tiene mucho que decir el Estado: ayudas económicas, centros de acogida, adopciones...
• Por inmadurez de la madre o de la pareja (el controvertido asunto de las adolescentes embarazadas). ¿Alguien tiene claro cómo actuar?
• Por violación, se entiende violación traumática, no consentida por supuesto. Hay que considerar el hecho cierto de que la madre y el entorno familiar van a ver en ese hijo el drama que supuso “aquello”, con el consiguiente rechazo hacia ese niño. ¿Adopción?
• Por malformación grave del feto, que clínicamente se conoce desde las primeras semanas de gestación. Para mí es el caso más claro donde es procedente el aborto. La misma naturaleza ya actúa por sí misma en estos casos (dicen que más del 20% de los embarazos abortan de forma natural).
• Esa misma consideración del aborto natural: ¿en qué situaciones el organismo de la madre "se defiende" contra algo sin viabilidad vital?
• Aborto por “comodidad”, "por conveniencia", aborto libre... Es evidente que la persona con juicio imparcial no lo acepta.
• Por “rechazo social de la soltera con hijo”: este motivo parece que hoy día no afecta a nadie. Y es bueno que así haya sido. Pero en estratos bajos de la escala social, todavía se ve con malos ojos. Es pura cuestión de cultura, de información e incluso de valentía.
Dicho todo esto, ¿se puede opinar como opina la Iglesia tan enfáticamente contra "toda" clase de aborto? Sinceramente creo que no. ¿Se puede admitir "la alegría" con que algunas futuras madres deciden no serlo? También hay que decir que no.