Anécdota deleznable de beata virtuosa.
Un personaje que a fuerza de rellenar sus ocios con prácticas auto impuestas, propias de la orden camaldulense, se ha convertido en esclavo del rito. Extraña que tal persona, profesora de instituto, "soltera y sola en la vida", no caiga en la cuenta de la enfermedad mental que está generando o incluso de la soledad hacia la que camina.
Su día a día, más o menos puede ser éste: se levanta a las seis; a los pies de la cama reza la oración de la mañana, Laudes; procede luego a una breve lectura espiritual. Mientras se arregla y desayuna, escucha las consideraciones pías de "Radio María", su emisora de cabecera. Sale de casa y realiza una visita al Santísimo, que si coincide con alguna misa, asiste a ella. Después de sus clases y de comer, breve siesta. Quizá antes, quizá después de la Misa a la que asiste por la tarde, reza el rosario con "Radio María". Lectura espiritual y meditación. Si le sobra algo de tiempo, y mientras cena, ve las noticias en Canal 13 (La Cope) o Intereconomía. Internet rara vez, porque algún E-mail ha tardado en leerlo dos meses. Oración de la noche, Completas y acostarse, alrededor de las once.
Es bien conocida en su círculo de amistades "normales", parco por cierto, porque nunca tiene tiempo para "salir", ir al cine, pasear... El otro círculo amistoso se nutre de santos varones del frailerío espiritual y asimismo beatas que le doblan en edad y a las cuales ofrece entretenimiento verbal lleno de unción. De vez en cuando salen a la luz sus cuantiosas donaciones para causas nobles, Manos Unidas, Cáritas y "el Santuario".
Pero esto no dejaría de ser una constatación más del zoológico sacro, si no llegáramos a conocer otros chispazos que muestran cómo la vida, lo humano, también se cuela en su soledad viscosa cual puedan ser sus quejas contra la familia que la tiene arrinconada. O el caso que hoy nos ocupa.
La anécdota que hoy nos trae aquí, si no fueran suficientes anécdotas sus prácticas de piedad, es otra. Hace dos días, al entrar en su vivienda, se encontró que en su felpudo había un huevo estrellado. Lógica indiganción. ¿Origen? Quizá alguien que se dejó caer el huevo y no procedió a limpiarlo; quizá algún vecino desagradable; quizá alguien a quien no le caía bien; quizá... Su quizá estaba bien claro.
En su casa trabajaba como empleada de hogar una señora sudamerican, la cual ha conseguido un trabajo menos eventual y más "consistente". En este mes de julio, mes para ella de vacaciones, ha completado su magro sueldo asistiendo a las anteriores empleadoras de hogar. La airada beata, ni corta ni perezosa, prendió su móvil y envió a la empleada de hogar este "whatsapp":
"Sé que has sido tú la que ha estrellado un huevo en mi felpudo; es algo que no puedo consentir; yo que tan bien te he tratado, que tanta ropa te he regalado, que asistí al bautizo de tu hijo, que gracias a mí iba como un príncipe... Que sepas que si se vuelve a repetir algo similar, nos veremos en los tribunales (?). Que te denunciaré por estar trabajando en otros sitios durante tu mes de vacaciones (?)".
La empleada de hogar ha tratado por todos los medios de ponerse en contacto con ella: dos llamadas de teléfono que no ha atendido; llamada al interfono de su casa que no descolgó; presentarse en la puerta de su vivienda y no abrirla... "¡Que me mande un mensaje como yo he hecho!" (?)
Las consideraciones posibles ante este caso, ya las adivino: que "un grano no hace granero", que esto no es piedad ni religión, que no todos son así, que esto es lo que hace a la religión odiosa... Cierto. Pero el caso precisamente procede de una persona dechado de virtudes piadosas según el sentir de sus directores espirituales.