Creer y no creer: los motivos y mis motivos - 2

                                                                 II

¿Qué es lo que, en un principio, me hizo reflexionar sobre aquello que creía? 

Como testimonio personal --que también tiene su validez-- ya en un pasado muy pasado y en otro foro, trasladé aquí vivencias que me condujeron a poner en su sitio las creencias inculcadas en la infancia y, sobre todo, en la juventud. 

Las verdades religiosas, por su profundidad cognoscitiva, no pueden cobrar valor hasta quizá el inicio de la madurez. La infancia vive el aspecto mágico de las mismas; la juventud se enardece con los ejemplos y se entrega a ellas con ilusión y ardor. La infancia, por su parte, se entrega al rito piadoso por un efecto de mímesis que extrae de los adultos, pero sin tener "consciencia" de lo que eso representa. Hace una traslación de sus vivencias materno-paternas a aquello que se le presenta más como símbolo que como supuesta realidad. 

Es la madurez la que pone las cosas en su sitio. Y precisamente uno es maduro porque es capaz de hacer valer criterios sobre vivencias. También porque se da cuenta de cómo han de ser las cosas y tiene voluntad para obrar en consecuencia. Y es en este momento cuando la persona se adentra y vive en otro estrato vital.  

El mundo de la religión no es distinto de cualquier otro  que tenga relación con la propia persona, con el yo --al margen del "otro"--. 

Traslado algunas curiosidades relacionadas con mis “últimas” experiencias religiosas. 

--¿Y tú te crees que José y María...? [Gesto obsceno] Aquella imprecación me dejó pensativo. Con mis veinte años, eso que me dijeron rebotó en los cuévanos de mi cerebro con escándalo para mis convicciones y veneno que produjo sus efectos muchos años más tarde.

--Sí, pero rápido, que tengo prisa... Con todas mis dudas de fe, yo, iluso, fui al confesionario pidiendo árnica. Que me dijera eso el confesor que se tenía que largar... Fu mi último confesor, al que no dije nada de lo que me agobiaba. Y ahí terminó para mí el sacramento de la penitencia.

--Mira, ese cura no se cree lo que dice. Antes repensaba lo que en la misa me decían, pero había homilías que trataban al fiel de imbécil. Bastaba ser crítico, atender pensando en lo contrario.

--¿Santos? ¿No ves que la mayor parte pertenecen a órdenes con mucho dinero, el suficiente para comprar la santidad? También me lo dijo alguien. Desde entonces, los santos pasaron a ser otra cosa.

--Y también, oído de tal cura: --¡Pero ese cura no piensa más que en el dinero... ¡ Sí, así son muchos.

 A partir de ahí, otras consideraciones más intelectuales:

--Las religiones mistéricas de Eleusis = misa. Cristianismo, mímesis y copia.

--El estudio del cerebro (Psicofisiología). Eso del alma es un cuento.

 Pero, curiosamente, nada de eso me llevó a dudar de muchas personas buenas encuadradas en el estamento religioso (tengo conocidos y amigos dentro de...).  Sí de las ideas y sobre todo de los fanáticos. 

--Finalmente, aunque no es momento de trasladar aquí mi encontronazo vital y laboral con él, ahí tengo fijo en el horizonte de mi vida al siniestro Rouco, esperando que un purgatorio eterno sea el lugar que le espere, acompañado del que fue su fiel dóberman.

Volver arriba