Disentir, creer y pensar.

CAMINOS DE DISENSO.-


La fe no admite disensiones: la reacción de sus profesos ante la discrepancia es la exclusión, la amenaza, la cerrazón, la ignorancia de argumentos o, como mucho, la discusión con explicaciones indiscutibles que beben en doctrina siempre propia.

Pero es que para muchos es incluso asunto de fe la opinión "autorizada" de sus "pastores", cuanto más altos en el esclafón, más dignos de crédito fideísta, por aquello de que les asiste el Espíritu (¿en todo?).

Expresiones como las que siguen, en boca del ya muy difunto y pasado Jerarca Blanco JP-2, dan testimonio de la irracionalidad en que se mueven:
Los ateos no creen en Dios porque como creyentes no se lo hemos mostrado con claridad... los ateos rechazan a Dios porque quieren vivir sin obligaciones ni moral... los ateos son víctimas de una sociedad secularizada y sin valores...


No son capaces de admitir, ni lo quieren, lo obvio: una persona que usa la razón no puede admitir la existencia de un dios que es inconsistente con la lógica, con la ciencia, con el sentido común y con la misma evidencia física de nuestro modo de conocer, a través de los sentidos y por la actividad neuronal.

Y saben que el mayor peligro a sus convicciones les viene de la disensión racional. Saben que el ataque fundamental a sus credos no son “los otros credos” --como sucedía antaño-- sino la misma persona, la que usa de su razón y se somete únicamente a la tiranía de su propio sentido común, el que le guía cuando lo dejan.

Las otras religiones, practicadas por millones de personas ¿sin cerebro?, no preocupan tanto como el cerebro de la persona que discurre.

LAS EXCLUSIONES DE LA RAZÓN.-

La pérdida de la fe o ganancia de la razón --cuestión de puntos de vista--, implica, en quienes han reflexionado sobre ella seriamente, un compromiso intelectual con la misma quizá mucho mayor que la pretendida sumisión del crédulo que, las más de las veces, no sabe siquiera en lo que cree porque nunca ha “repensado” su fe.

La fe es un mundo en el que el creyente verdadero, el reflexivo, se instala. En los demás, crédulos inveterados, la fe es un submundo presupuesto pero no consciente.

En el choque con la razón –y la fe siempre choca con la razón--, el enfrentamiento se da entre dos mundos excluyentes.

La supuesta fe del crédulo no corre peligro alguno, porque en su razón no chocan razón y fe, sino razón y conveniencias personales y sociales. La elección es más fácil en el crédulo, en parte porque apenas si utiliza su razón con la profundidad que la fe exige; y en parte por la imposibilidad de desprenderse de las adherencias a la fe necesarias para seguir subsistiendo.

El máximo exponente de cerrilidad mental lo tenemos todos los días en este Blog con un talibán tangerino, que ha hecho finalidad de su existencia espiritual --y está convencido de que Dios le pagará con creces por ello--, el tratar de extirpar este blog del mundo de las opiniones.

¿Con qué argumentos? Simplemente extrayendo de sus Escrituras y de las escrituras de la credulidad los argumentos para atacar a quien no piensa crédulamente como él. ¿Hay mayor signo de cerrilidad?

Y hay otros que se añaden a su verborrea sin entrar jamás en el fondo de la cuestión: que si esta tilde, que si esta palabra, que... Pena de cabezas que utilizan únicamente como testuz.
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