Como ve que el hombre está perdiendo o ha perdido el “
sentido religioso de la existencia”, la jerarquía crédula extrapola sus conclusiones para argüir que el hombre ha extraviado “
el sentido de la existencia”. Así, con toda ella.
Pongamos en parangón dos pensamientos generadores de fuerza vital:
simpatía y amor fraterno.
Hay más vitalidad y “
sentido” de la existencia en el extraordinario potencial de simpatía --en el sentido etimológico de la palabra, 'sün'-'pazos'-- que las desgracias ocurridas en cualquier parte del mundo provocan en las gentes “de a pie” que el supuesto sentimiento de “amor fraterno” que Cristo trajo a la tierra ¡como novedad!. Sí, está bien eso de
Amaos los unos a los otros... ¡Pero si este mensaje ya lo venían propalando religiones anteriores al cristianismo!
Y más
sentido de la existencia hay en el pensamiento compartido por las masas de una mayor justicia social que toda la doctrina eterna del “cuerpo místico”, que, por místico, ha quedado en pura entelequia.
De ese
sentido de la justicia y de ese sentimiento de compenetración surgirán nuevas y más justas políticas. No de la predicación huera desde las ventanas de la colina vaticana.