Lecturas para 1'. La humildad del saber y el orgullo del creer.
Son tachados de "orgullosos" aquellos que transitan por los fenómenos de la naturaleza utilizando su razón, por aquello de pretender ponerse a la altura de Dios que todo lo explica y gobierna o por aquello de no entonar loas por las maravillas que Dios ha puesto a nuestro alcance.
El orgullo del hombre ha sido confundido por la sabiduría de Dios.
Quizá sean meras palabras, grandes y gruesas palabras para no decir nada, porque, con menos ínfulas, los verdaderos sabios se quedan perplejos ante sus descubrimientos y admiten: Es más lo que desconozco que lo que conozco... Sólo sé que no sé nada... Cuanto más profundizo en este asunto menos sé...
En contraposición al modelo que permite progresar en ciencia y técnica, los pseudocientíficos de la credulidad esgrimen el suyo, que también llega a enunciados, bien que éstos lo sean de puro asentimiento.
Curiosamente las verdades fundantes de su pretendida ciencia, que en las ciencias humanas serían "hipótesis", se toman como enunciados y verdades incontrovertibles. Dado que las mismas no son ni pueden ser objeto de discusión, es a partir de esas verdades dogmáticas de donde surge la ciencia sobre Dios, su ciencia, la teología, los diccionarios, la patrística, la homilética, la teología moral...
Pero de nuevo insistimos en los fundamentos y afirmamos rotundamente que ninguna de sus formas de acceso a la verdad garantiza el conocimiento. Si quitamos la hojarasca del camino para tratar de encontrar las fuentes o vías de donde todo surge, nos encontramos con tres modos de llegar y garantizar la verdad:
a)La divinidad se revela a los hombres, forma general de conocer lo que Dios quiere. Nunca se dio tan gran nudo gordiano como éste. La Revelación es a la vez dogma y fuente del credo. Pero, ¿explica de amnera suficiente el qué, quiénes, cuándo y cómo de lo que Dios revela? Es el argumento de autoridad elevado al infinito, que es Dios. ¡Si no supiéramos ya de manera suficiente cuántas mentiras científicas han pasado por ese colador...!
b)Alguien recibe la inspiración divina y la transmite a los demás. Antes eran los profetas, hoy parecen ser los sacerdotes "de a pie". Se les presupone la veracidad (que no la verdad), pero ¿quién puede asegurar al cien por cien, que el recipiendario de la doctrina no miente o que sus verdades no pasan por el filtro de su ignorancia?
c)Lo sobrenatural se intuye, se siente se vive: motivo general para creer, con lo que cada persona es receptora de "su" verdad. ¿Cómo no caer en un relativismo generalizado, individualista, sesgado, parcial, es decir, falso?
Tales verdades ni siquiera admiten el contraste, la duda, la objeción; son de tal forma "magmáticas" que se mueven en un plano distinto al racional.
Resulta sobremanera esclarecedor o sorprendente o paradójico el hecho de que esas verdades sean, también, coactivas, es decir, obligadas. En la vida normal es algo también normal que alguien dude, ponga en cuarentena o discuta una conclusión científica y, desde luego, no lleva consigo la anatematización del individuo, el óstracon, la pena y la culpa o la exclusión.
Pero si alguien pone un NO delante de cada afirmación del credo, al punto cae en pecado mortal y queda excluido de la asamblea de Dios. ¿No es algo chocante?.