Menuda papeleta tiene Dios con "los buenos".
¡Desde luego, cada uno en su fuero interno se considera "bueno", no faltaría más!
Para nuestro propósito y reflexión, demos de lado, pues, a los que fehaciente e incuestionablemente son "malos".
Distingamos varias clases de personas buenas en relación con la supuesta "Iglesia verdadera" (vaya Ud. a saber si Dios no considerará verdadera Iglesia a la secta Bahai):
a) las que pertenecen a la Iglesia, siguen sus dictados y practican los ritos establecidos y programados;
b) las que han abandonado, en la práctica y en el pensamiento, la Iglesia porque ya no creen en su mensaje;
c) las que pertenecen a otras religiones y han oído algo y conocen de alguna manera la "verdadera";
d) las que no saben nada de la Iglesia “verdadera”.
Todas son buenas personas, pero ¿quién de ellas se salvará?
Verdadero compromiso en el que han puesto los teólogos a Dios, la Trdición teológica. El verdadero intríngulis está en el Grupo b). No se las puede condenar, ya que su conducta ética es buena; pero no se las puede “salvar“ porque, conociendo, no aceptan ni practican "la verdad". Han abandonado la “verdadera Iglesia”, son ovejas descarriadas.
Sí, ya sabemos la “nueva” doctrina, ya sabemos que Dios acepta a quienes de buena fe practican su religión, pero en el fondo han dimitido de tan espinosa cuestión porque no pueden entender, ni menos admitir, que Dios se desentienda de su única Iglesia, la verdadera, la santa, la formada por su Hijo.
Podrá parecer banal esta consideración, pero la Iglesia también es su historia. La Iglesia basa gran parte de su predicación y doctrina en el legado del pasado, en su Historia, en lo que llaman "la Tradición". No olvidemos que la Tradición tiene el mismo rango de "palabra de Dios" que el Nuevo Testamento. Como ejemplo pónganse sobre la mesa tantos y tantos dogmas que la Iglesia ha proclamado basándose en la tradición, sin fundamento alguno bíblico, Inmaculada Concepción, por ejemplo.
Pues en ese legado de la Iglesia está eso que ha perdurado hasta nuestros días, "extra Ecclesiam, nulla salus". Y si de arrumbar tradiciones y doctrinas basadas en la Tradición se trata, ¿por qué no aventar el resto? Y no sólo doctrinas, también "espiritualidades" que rechinan, como ésa del Corazón de Jesús, merced a la cual han colonizado tantos cerros de Europa y América.