LOS ORÍGENES EN LO MISTERIOSO (4/4).-
Lo escondido; lo admirable; lo inaccesible; lo que provoca “stupor et tremor”; lo que provoca asombro y pasmo...
La sociología y antropología cultural proporcionan suficientes datos para ver dónde se encuentra el origen de todo lo religioso, que no es otro que el hombre con sus carencias, limitaciones y desconocimientos.
Posteriormente la religión, las religiones más bien, se ocuparán de recrear, apropiarse o más propiamente racionalizar esos sentimientos difusos generados en torno a lo misterioso.
Así el misterio sufre una transformación histórica desde los caminos preliminares de sorpresa, paradoja y antinomia que provocaba el objeto sacralizado. La sistematización de los mitos y el entramado filosófico generado en torno a ellos laminan esos procesos religiosos mentales para anularlos.
No se piense en “bichos” raros pululantes por cabezas primitivas: hoy se puede decir lo mismo de las creencias, que son vivencias, de espíritus y almas; incluso los elementos irracionales en torno a la idea de Dios están en el origen de la mística.
La corazonada de que “ahí hay algo sacro”, provoca un sistema de sentimientos:
surge primero el estupor ante lo heterogéneo (espíritu, demonio)
ese estupor llega hasta el límite de no querer nombrar el ser imaginado;
engendra entes imaginarios para explicarlo y captarlo, porque el espíritu explicado, captado, capturado, no espanta. Cuando eso sucede, suele aprovechar seres fabulosos precedentes producidos por fantasías ajenas.