¿Podría explicarlo la neurología? (2)

Las manifestaciones de lo religioso tienen características específicas comunes que se han dado y se dan en todas las culturas; el hombre parece que no puede prescindir de “lo sacro”.
Pero bien es sabido que la fenomenología de unos hechos tan solo es explicitación de los mismos, que no explicación. Así, la fenomenología de lo que está adherido a lo santo no es explicación científica alguna de lo mismo.
Decir que “esto se presenta así” no es justificación alguna de que “tenga que ser así” ni razón suficiente para que no haya otras explicaciones más racionales. La pura descripción de lo que “dicen” que sucede, no puede tomarse como argumento existencial.
Digamos con rotundidad que el fondo neurológico de toda esa “manifestación de lo sacro” está por investigar, y en consecuencia por vulgarizar, por más que se hayan escrito miles de tratados sobre “antropología y psicología religiosa”
La inmensa mayoría de ellos, por no decir todos, son pura “fenomenología”, es decir, recopilación de hechos y, de vez en cuando, interpretación sesgada de los mismos, dado que la misma parte de prejuicios conceptuales.
El que en una cantera de yeso va buscando mineral de hierro, cualquier pedrusco que no sea calizo le parecerán piritas, oligisto o limonita. El que está seguro de que va a encontrar a Dios en las cosas del mundo, con seguridad lo halla. La Virgen de la Almudena se encontró en la muralla de Madrid porque alguien la puso allí o sabía que estaba allí o se inventó que estaba allí. Y resucitó milagrosamente.
Valga lo dicho y aplíquese a la confusión y amalgama de sentimientos que se han concitado durante la semana pasada, santa para los creyentes y sacratísima para los "invernoprimaverantes" gozosos de tanto asueto. Una concesión a los productos de la cultura crédula que fenece engullida por la vorágine del turismo adicto al sentimiento plañidero.