Religiones encastradas en estados.

Uno de los grandes triunfos de la sociedad occidental ha sido el conseguir sacudirse el yugo "protector" de las creencias con la pretendida tutela de Dios sobre el estado y el no tener en cuenta preceptos religiosos para enmendar una sociedad hecha de jirones religiosos, sino aquellos que la razón dictara en amaneceres sangrientos de contiendas civiles.

Nunca una religión tuvo en cuenta los derechos humanos, sino que los humanos anduvieran "derechos" a la voz del Amo del universo hablando por boca de sus representantes en la tierra.

Tarde, y con dolor de siglos, se ha dado cuenta Europa de las calamidades sufridas por querer imponer el reino de Cristo. Que se lo digan a España, desangrada por una cruzada empedernida contra el Protestantismo.

El mundo es hoy día un acontecimiento para todos. El ejemplo de Europa, en este mundo del "instante informativo", sacudirá la conciencia del resto de las sociedades ancladas en pasados periclitados.

Sólo en culturas elevadas, ilustradas, adelantadas y, valga la redundancia, "cultas" y que a la vez han sufrido los rigores históricos de la intransigencia y el fanatismo, han germinado los valores de tolerancia y libertad: Europa es hoy, y de nuevo, faro para el mundo.

El progreso social e individual europeo, por nacer de los mayores horrores padecidos por la humanidad, son modelo para el mundo. Si los demás países no aprenden de nuestro pasado, no debemos permitir que otros pretendan que los revivamos.

No podemos consentir la importación de valores que ya fueron veneno de la convivencia: intransigencia, fundamentalismo, credos retrógrados y alienantes, etc. Quien debe aprender y cambiar es la sociedad islamizada.
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