Robaron el Códice Calixtino (6) De los hospederos aprovechados.
Mas, ¿qué decir de los malos mesoneros que con tantos fraudes engañan a los peregrinos? ...los que abusivamente hospedan en el camino de Santiago pagarán en el infierno las penas de sus villanías y los sinceros peregrinos recibirán en el cielo los premios de sus buenas obras y de sus sufrimientos.
Se condenan los que malamente tratan en los albergues del camino de Santiago, explotando con innumerables engaños a los peregrinos.
Unos van a su encuentro a la entrada de las ciudades, besándoles como si fueran parientes suyos que vienen de lejanas tierras... Hospedándolos en sus casas, les prometen todos los bienes y les hacen todos los males... Les da a probar un vino bueno y les venden otro más malo. Otros venden sidra por vino, otros vino adulterado por vino bueno.
Otros, pescados o carne cocida de dos o tres días, con lo cual aquéllos enferman. Otros les muestran una medida grande y si pueden les venden por una pequeña. Algunos tienen falsas medidas para el vino y la avena, externamente muy grandes, por dentro pequeñas y estrechas o sea poco excavadas...
Hay quien trae vino del tonel y, si puede, mete agua en el vaso anticipadamente. Otros les prometen mullidos lechos y se los proporcionan detestabels. Algunos, al venir otros huéspedes, arrojan a los primeros, después de haber recibido la paga.
El mal hospedero no le da buena cama a los peregrinos, a nos ser que le den a él de cenar o una moneda. Si la moneda del peregrino valo por dos monedas de la ciudad en que desea comer, el malvado fondista no se la valora más que por un óbolo.
El hospedero malvado da el vino mejor a sus huéspedes para conseguir embriagarles y cuando duermen poder quitarles la bolsa o el gurlo u otra cosa. El mesonero malo les da muerte con bebidas venenosas para poder apoderarse de sus despojos.
***
También irán al suplicio de los malvados los que hacen dos departamentos en el tonel y ponen una clase de vino en cada uno de ellos...
Otros, una medida de cebada o de avena... que puede tener un precio remuneratorio de seis monedas se la venden por doce o al menos por diez.
***
¿Y qué decir de la sirvienta que, por mandato de la dueña, derrama el agua que hay en casa para qeu los sedientos peregrinos, no teniendo de noche agua para beber, compren vino al dueño de la casa?
¿Y qué decir de la que roba en lso pesebres con el consentimiento del amo la avena o la cebada? Enteramente la anatematizamos. Son completamente dignas de condenación las criadas de los hospedajes que por motivos vergonzosos y para ganar dinero por instigación del diablo se acercan al lecho de los peregrinos.
Las meretrices que por estos mismo motivos entre Puerto Marín y Palas del Rey, en lugares montuosos, suelen salir al encuentro de los peregrinos, no sólo deben ser excomulgadas, sino qeu además deben ser despojadas, presas y avergonzadas, cortándoles las narices, exponiéndolas a la vergüenza pública.
***
¿Qué diré de los malos albergueros que por avaricia se guardan los dineros de los peregrinos que mueren en sus hospedajes, los cuales debieran invertirse en limosnas a los pobres y a los clérigos?
Los malos hospederos de la ciudad de Santiago dan gratis la primera comida a sus huéspedes y no les venden más que los cirios y la cera... Si el dueño de un hospedaje tiene doce peregrinos... fingiéndose hombre desprendido les regala la primera comida [que vale ocho monedas]. Mas, después, les trae doce cirios, cada uno de los cuales se vende en el mercado en cuatro monedas y se las vende por seis sueldos. Los explota a cada uno en seis monedas.
***
Los peregrinos se han de precaver con mucho cuidado contra ciertos estafadores a quienes vulgarmente se da el nombre de "cinnatores"... Unos cambian con monedas falsas, otros en el cambio les roban, otros semejan vender correas, cintos, cíngulos, guantes, cera... fingiendo darlas a buen precio. Y mientras uno de ellos se los muestra, otro ladrón oculta en la manga la moneda buena que le da el peregrino y le devuelve su moneda falsa...
Sobre todo se condena a los italianos, que encubren a los ladrones que hacen sucumbir a los peregrinos en sus trampas.
***
¿Qué diremos de los falsos penitenciarios? [confesores] Hay algunos falsos, hipócritas, llenos de demonios, clérigos o laicos vestidos con hábito religioso, exteriormente humildes como las ovejas, interiormente lobos rapaces, que en el camino de Vazelay, en el de Santiago... imponen falsas penitencias a los peregrinos o a otros incautos que encuentran en lejanas tierras.
...al principio sostienen conversaciones edificantes... Luego que los han confesado, a unos les imponen treinta misas, a otros trece en penitencia por cualquier pecado... Aquel que no sabe dónde encontraría presbíteros [que nunca hayan tenido trato con mujeres], le da las treitna monedas al que dice que él los encontrará.