Seguimos con la Palabra de Dios o cosa parecida.

Lo sé, se ha dicho muchas veces, se ha argüido con mil argumentos y explicaciones sobre el sentido que tiene la “palabra de Dios”, siempre inspirada por el Espíritu Santo, pero aun así seguimos con el monotema porque determinadas explicaciones en modo convencen.

Podríamos admitir que ciertos pasajes puedan ser inspirados por Dios, por ejemplo aquellos que hablan de los atributos de Dios; otros que contienen advertencias morales; himnos y salmos; profecías sobre las bondades del reino de Dios y asuntos similares.

Se podrían admitir como inspirados, aunque la mayor parte de dichos pasajes puedan tener una explicación suficiente en el cacumen del hombre de bien que recapacita en la vida de los hombres, en su conducta y en sus hechos, que saca consecuencias de la historia, que interpreta los actos humanos.

¿Pero aquellos otros donde se justifica el genocidio? ¿O la opresión sobre las mujeres? ¿O la esclavitud? ¿O la rapiña y destrucción sobre los pueblos vencidos? Para que resalten más las monstruosidades que aparecen en la Biblia, algunos ejemplos casi recabados con sólo abrir el Antiguo Testamento por lugares al azar:

[Dios habla a Abraham y le dice] Toma ahora tu único hijo Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. (Génesis 22:1-19)


En medio de la noche mató Yahvé a todos los primogénitos de la tierra de Egipto. (Éxodo 12, 29)
Matad de los niños a todo varón y de las mujeres a cuantas han conocido lecho de varón; las que no han conocido lecho de varón, reserváoslas. (Números 31,17-18)


Las leyes penales que aparecen en el capítulo 20 del Levítico son verdaderamente palabra de un dios, pero no del dios que predican: quien ofrezca a Moloc su hijo, será lapidado; si los que lo saben no lo denunciaren, yo lo exterminaré; consultar a los muertos o a los adivinos será motivo de exterminio; quien maldiga a su padre o madre, será muerto; si uno se acuesta con la mujer de su padre, ambos morirán; si se acuesta con su nuera, muerte a los dos; “si uno se acuesta con otro como se hace con mujer, ambos serán castigados con la muerte”, etc. (Levítico 20:13)


Pero si la acusación fuera verdad, habiéndose hallado no ser virgen la joven, la llevará a la entrada de la casa de su padre y las gentes de la ciudad la lapidarán hasta matarla. (Deut. 22, 20-21)


[Dios habla a David, después de quedarse con la mujer de Urías] Así ha dicho Yahveh: He aquí yo levantaré sobre ti el mal de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista de este sol. (Samuel 12,11)


...y acreciente vuestra hambre y os quite todo sustento de pan, cuando lance contra vosotros el hambre y las bestias feroces que te dejarán sin hijos y pasen por tus calles la pestilencia y el estrago y haga caer sobre ti la espada. Yo, Yavé, he hablado. (Ezequiel 5,17)


...viejos, mancebos y doncellas, niños y mujeres, matad hasta exterminarlos, pero no os lleguéis a ninguno de los que llevan la “tau”... ...Profanad también el santuario, henchid de muertos los atrios. Salieron y se pusieron a matar por la ciudad. (Ezequiel 9,6)


[Y una cita del Nuevo Testamento que tanto daño ha causado en el estamento femenino] ...las mujeres cállense en las asambleas, porque no les toca a ellas hablar, sino vivir sujetas como dice la Ley. Si quieren aprender algo, que en casa pregunten a sus maridos, porque no es decoroso para la mujer hablar en la asamblea. (1 Corintios 14: 34-35)


¿Es esto “palabra de Dios”? Por supuesto que no puede serlo y a justificarlo se aplican sesudas mentes... o simplemente estos pasajes se dan de lado, se olvidan, se esconden. Pero para cualquiera, la explicación es bien simple: todo lo que se narra en el Pentateuco y libros “históricos” no es sino relación de costumbres de la época y prevención de abominaciones corrientes en esa época bien que infamantes y dignas de reprobación. Ahora bien, ¿qué decir las penas que Dios aplica?

Siguiendo una cierta lógica, ésa que no se da entre quienes afirman que todo eso es palabra de Dios, podríamos pensar que si Dios ha inspirado, incluso dictado, todos esos libros, los mismos debieran relucir por su perfección, por ser definitorios para todo tiempo y por ser categóricos en sus afirmaciones.

Si Dios fuera mínimamente racional, se atendría al principio de no contradicción; prevería las consecuencias de lo que dicta; establecería claramente las causas de las cosas. Si no, no sería Dios. Si como dicen la Biblia es expresión de la Verdad de Dios, lógicamente todos sus fragmentos debieran serlo.

¿Y cómo juzgan los creyentes aquello que rechina a cualquier espíritu y a cualquier mente? ¿Lo interpretan! Y lo interpretan según convenga al momento. Recuerdo el pasaje donde en el recuento de armas “defensivas” en Getsemaní ven que tienen dos espadas: ya Bonifacio VIII emitió su interpretación (una para defender a la Iglesia y otra para que la Iglesia se defendiera). Y luego Dante...

Hitler en alguna de sus sonadas intervenciones justifica muchos de sus actos en el ejemplo de Jesús (contra los cambistas –judíos-- del Templo). Pero el líder negro Martin Luther King citaba los Evangelios para predicar lo contrario, la no violencia. El estado de Israel basa en la Torá la usurpación y conquista de su nueva tierra prometida. Y los palestinos acuden al Corán para justificar atentados y venganzas.

Viva por siempre la “palabra de Dios” que tanto bien ha traído a la humanidad.
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