¡Trataban de convertirme!

Mi respuesta a un Testigo de Jehová que quería convertirme a las puertas de la FJD...


...aunque tal “testigo” podría serlo cualquier ayatolá con sandalias recién salido del Seminario Diocesano. Vaya este poema como descanso en este cotarro digital.

Harto ya de tanto dios
me viene con charlas uno
unido a otro, de consuno,
cual “testículo” hecho en dos.

Quieren quizá darme el pego
sin saber que ya otro viento
da velas a lo que siento
a solas yo, con mi ego.

Hacen de Dios mezcolanza
entre lo eterno y mortal
sin ver que también es panza
la existencia terrenal.

Y me quieren convertir,
con razones sibilinas
que me suenan a Sabinas
con biblias a compartir.

Al oírles, oigo al mito
que a una excrecencia del hombre,
teñida de magia y rito,
le ponen de Dios el nombre;

y lo visten con ropajes
y hondas teologías,
sublimes majaderías
para la razón ultrajes.

Sospechan que el ser humano,
por presentir el futuro,
se siente siempre inseguro
y a lo divino echa mano.

Hermoso es tu dogma, hermano
y de una estética hermosa...
mas ¿por qué no ves tal cosa
en el griego y el romano?

Tenían dioses y diosas,
sus mitos y su parnaso...
¿eran estultos, acaso,
por creer en tales cosas?

Que no somos superiores
a aquellos dignos creyentes
que confiaban, dolientes,
en mitos quizá mejores.

Pues teniendo que elegir
tan solo por su belleza
al Olimpo y su grandeza
me quisiera convertir,

y no a esta mezquindad
que con cultura rupestre
tiñe lo hermoso en agreste
y lo mortal en ruindad.

Hay quienes ganar pretenden
con súplicas y oraciones,
sacrificios y oblaciones
al que previamente ofenden.

Cocineros, que no frailes,
este mundo necesita,
dar destierro a su levita
y hacer de sus ritos, bailes.

¡Que vivan primero al hombre
y sientan que el mundo entero
vibra en su ser verdadero
sin que una deidad le asombre!

Cuando logre liberarse
el hombre de lo divino
tendrá claro su destino
para poder encumbrarse.

¡Que sobran explicaciones
cuando están a nuestra mano
pues las suyas son razones
para matar al hermano!

Dedicado a mis amigos José María Freire y Miguel Ángel Arribas:
ellos, si por ventura en este antro aparecieren, sabrán por qué.

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