¿Unirse los cristianos? "Ni por pienso".


El domingo pasado, II del T.O. de Navidad, la Iglesia "diz" que celebró o puso el énfasis rogatorio en las beatitudes e infortunios de la emigración y en la deseable unidad de los cristianos. Más bien la constatación una vez al año de la desunión, frente el "desideratum" contrario de que los cristianos se unan.

A tal afán rogatorio, imprecatorio o desiderativo dedican un domingo al año, uno de esos que quedan libres para cualquier intecionalidad espiritual. Oraciones (1) ex profeso cuyo texto, es un suponer, se habrá consensuado entre los prebostes de la cristiandad desunida: católicos, ortodoxos, coptos, protestantes...

A la hora de desunirse dejando de lado al Espíritu, es decir, a la hora de entrar en los detalles, también es de suponer que habrán sopesado qué elementos se pueden unir, quién será el guía de tal unidad desunida, cómo se conjugarán posturas tan disímiles, cómo podrán defenderse doctrinas "inspiradas por el Espíritu Santo" que son infalibles... Si no se accede a los detalles resultará que todo es una fumata desiderativa encomendada a tal Espíritu, o sea y reiteramos, al deseo. De tejas para abajo, tarea imposible.

Ese bla bla bla que extraen de los textos sagrados, donde hay caudal para alimentar cualquier río, habla de la Iglesia eterna, de la verdadera, de las puertas del infierno, de aquello de "el que a vosotros escucha a mí me escucha", de su unidad y universalidad, de que la Iglesia es el cuerpo y Cristo su cabeza... En fin, que no es cuestión de sacar a relucir el Catecismo de la Iglesia Católica. No lo tengo similar de las Iglesias Protestantes, pero es un suponer que dirán lo mismo y presupondrán que son la iglesia verdadera --al menos la más pura--, aunque dada la versatilidad del credo protestante, mucho me temo que no estén de acuerdo más que en una cosa: la Biblia --y no toda-- es palabra de Dios.

Y llegados a este punto, creo que tal fusión sería posible si la Iglesia católica reconociera que la Biblia es palabra de Dios, con todas sus consecuencias. Y si lo reconociera, la Iglesia Católica terminaría recorriendo la "via lúminis" protestante.

Puestos a ser "palabra de Dios", son los protestantes los que con mayor fidelidad se han adaptado a ella y los católicos los que más la han tergiversado. Y no en aspectos marginales, sino de hondo calado dogmático. A decir verdad, yerra la Católica hasta en lo relativo a su propia existencia, pues, ¿a alguien se le alcanza que fuera "esto" lo que Jesús-Cristo-Dios previera? ¿O no lo previó pero así lo quiso dada su perspicacia divina para intuir el futuro? Salgamos de este berenjenal no vaya a ser que caigamos en Éfeso o en Calcedonia.

Más todavía, expresamente su Voz hecha Palabra contradice aquello en lo que hoy se ha convertido. Por el contrario, son los protestantes los que parecen estar más cercanos a las fuentes.

Si paramos mientes en el culto que, como creyentes en Dios, a éste se le debe dar, ¿casa bien con las palabras del Fundador el boato, el lujo, la suntuosidad, la pompa y la parafernalia de que Roma se ha rodeado en sus ceremonias? Recuerden la última de B-16 en el Vaticano. Las iglesias protestantes más puristas --no las que han copiado de Roma-- reducen la fiesta dominical a la lectura de la palabra y al sermón. Quizá algún rito más en memoria de la Cena, por aquello de "haced esto en memoria mía". Aprendan y reduzcan. Servirá de punto de encuentro.

Si de dogmas no precisamente testamentarios se trata, no hay más que echar una ojeada al citado Catecismo. Dicen que la Tradición, de dodne se nutre el Catecismo, también es fuente de verdad. Pues a decir verdad, lo que ha generado la Iglesia no es tradición sino traición.

Pero... abran los ojos a la verdad, la suya, la del Evangelio. ¿Dónde aparece que JC instituyera tanta fiesta como celebra la SMI, la santa madre Iglesia? Fiestas del domingo, fiestas de los santos, fiestas de la Virgen, fiestas de Pascua y Navidad, fiestas que el Gobierno de turno "laboraliza2... Ni siquiera el domingo tiene la relevancia que la Iglesia le da: "No se hizo el hombre para el sábado sino.." como decía Marcos (Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. En caso contrario, pecado mortal, con peligro de condenación eterna. Ya es fuerte la cosa). El pueblo fiel ha sacado las consecuencias y, precisamente el domingo que es su día de asueto, lo dedica a ocios más productivos.



¿Dónde afirma JC en el Evangelio que se diera culto a las imágenes? Todo lo contrario. Dirán esto y lo otro, pero el cura decía estas navidades: "Ahora los que lo deseen pueden pasar a adorar al niño" O, de forma más ritual:"Mirad el árbol de la cruz... ¡Venid a adorarlo!". Esto ¿qué es? ¿Dulía, hiperdulía, latría o idolatría? El pueblo fiel, de nuevo, ha puesto las cosas en su sitio, más cerca de los protestantes que de la magia católica. Apartándose de excesos, como los iconoclastas de León Isáurico o de los bárbaros de nuestra Guerra Incivil, hoy las mismas tienen un destino, cómo decirlo, más cercano a lo humano (Museo Nacional de Escultura, Las Edades del Hombre...).

¿Y la veneración por los huesos? ¿Y la devoción fetichista de las reliquias? Si el asunto se pudiera considerar desapasionadamente, este hecho produciría la más sonora carcajada: un hueso, un pelo, un trozo de hábito, un objeto tocado por el venerable... De nuevo el sentido común protestante hizo befa del desvarío --v.g. las siete mil quinientas que conserva el monasterio de El Escorial-- o la insensatez que supone adquirir y vender reliquias, besarlas, llevarlas prendidas, peregrinar... con el añadido de "a tanto el amuleto".

Nada digamos de lo que secularmente han supuesto las indulgencias. Todo un periodo de de la historia de la iglesia. ¿Habrá fiel cristiano que sepa de qué va el asunto? ¿Sabe que ese pecado que comete icnluso de pensamiento en un rincón de su habitación tiene siempre una doble consecuencia, una de las cuales es "la pena temporal"? (o.c. 1472). "Redención de las penas temporales --¿temporales?-- del Purgatorio por medio de limosnas, dádivas, ofrendas y donaciones" o bien "remisión de la pena correspondiente a los pecados cometidos por uno" (entre otras consideraciones, ¿de qué sirve la confesión?) Pues ahí están: las hay de lo más variopinto, incluso grotesco. Y no hay iglesia que no tenga su cédula particular y sus rincones para lograrlas. Pero, no se olvide el meollo de la indulgencia, que es la obtención de recursos pecuniarios.

Y relacionado con esta levedad está aquella otra de "pagar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios" (Catec. del P.Astete). No es baladí la cosa. Ni la Real Hacienda de hoy dispone de tanto recurso como disponía la Iglesia en otros tiempos. Todos, ricos o pobres, labriegos o nobles, donaban con gusto la décima parte de su cosecha a la SMI. Mi amigo difunto --hoy tendría 104 años-- me enseñó su casa, de procedencia parroquial, cuyo desván estaba parcelado de modo que cada especie de cereal tuviera su troje diferenciado. ¡O tempora, o mores!

En fin, nimiedades de poca monta. ¿Para qué seguir hablando de las dignidades temporales de que se revisten, la connivencia con el poder, el favoritismo, la simonía o el nepotismo de que ha hecho gala la Iglesia durante muchos cientos de años? Es su historia, de la que no pueden renegar ni achacar a la miseria humana: ésa es otra de sus enfermedades, la esquizofrenia de decir que la Iglesia es santa mientras que sus miembros son pecadores.

¿Y para qué seguir, so pena de que nos tilden de redundantes y contumaces, trayendo a colación el asunto de sus propios tribunales las más de las veces enfrentados a los magistrados civiles? ¿Su Fundador previó esto?

¿Unidad de los cristianos? Imposible. Deberían desprenderse de un exceso de carga tal que su salida al mercado sería de todo punto imposible. Además su estado de bienestar sufriría una merma insufrible. Redundante que se torna uno.

Aún así, buena es la cita que aporto. No diré la procedencia porque importa más el qué que el quién: al punto la denigrarían. El texto precedente al que sigue me ha servido para hacer el comentario de hoy.

"Aunque los protestantes se equivocan como los otros en el principio, cometen menos errores en las consecuencias; y, puesto que tenemos que tratar con los hombres, prefiero tratar con los que se equivocan menos".

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(1) Oración "sensu laico": expresión verbal o mental de un deseo y de que el mismo se cumpla.
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