Vocación religiosa o "las cárceles del alma" (y 4)

D 7 Mayo 06
¿Oración por las vocaciones?.


Para los crédulos de base, fieles del consuetudinario domingo misalizado, el mundo espeso de las prácticas religiosas puede consolar, entontecer o adormilar. Rara vez deriva en neurosis generadas por el hecho religioso.

Sin embargo vivir en ese mundo cerrado y opaco de cenobios y conventos sí provoca quebrantos psíquicos, tolerables unos, insufribles otros.

No hablamos de ese pequeño porcentaje de "entregados al Señor" que rehuyen las comodidades de la vida facilona conventual ni de quienes entregan su vida a una misión de labor social, curativa o educativa, que forman el admirado “resto de Israel”.

Hablamos de la gran mayoría de devotos religiosos cuyo horizonte diario no alcanza, por meses o años, más allá de las cuatro paredes de su convento ni tienen otra preocupación que la santificación --salvación-- de su enclenque y canijo "yo".

Éste es el otro elenco de personas preñadas por las voz del Espíritu Santo:

a)personas “encerradas” cuyo hábitat más adecuado sería el nosocomio;

b) peleles de la vida que se sienten impotentes para asumir un proyecto personal que les empujaría por otros derroteros;

c) obreros de la vida que, a una edad más que madura, perciben su fracaso personal, por entregar sus horas, sus días, sus años únicamente a acciones estériles, al rezo inane, a oír en confesión siempre las mismas simplezas y al sermón inútil que nada consigue (hemos comprendido a una monja que a sus 82 años hubiese querido abandonar, pero “a dónde iba a ir”, como ella misma dijo)

d) personas que de hecho y a la fuerza son verdaderos hipócritas crónicos: su conducta conocida y criticable choca frontalmente con las palabras que por oficio deben pronunciar.

e) algunos hasta se sienten, muy a su pesar, embaucadores y estafadores de la gente sencilla, mentirosos por obligación, como si tuvieran que presentarse ante los demás con una careta, sin poder gritar que ellos no son así;

f) seres humanos que en la convivencia interna se muestran vacilantes, desfondados, perturbados y contrahechos por las frustraciones, cuando no agresivos e intratables;

g) otros con manías obsesivas claras que, si a veces son productivas, otras revelan un fondo de “pervesión”, cuando no de crueldad sádica...




Parecerían el carnaval hecho condición de vida y fuera de época.

Los datos estadísticos son lo suficientemente significativos como para inferir que el “status laboral y social” condiciona su situación personal. No son casos aislados.

A pesar de lo dicho, sigo y seguiré aceptando a las "personas". Por principio "humanista" siempre salvaré al hombre, al ser humano. De hecho hablo con ellas con fruición, me interesa lo que me cuentan; veo en ellas personas las más de las veces cultas; de conciencia limpia, de mirada clara, serenas y equilibradas de juicio... ¡pero rotas anímicamente!

Ésa es larabia que se me acumula en los intestinos al ver vidas con la ilusión juvenil agostada por una norma hecha rutina, una obediencia irracional, por costumbres multiseculares a cumplir con el miedo inducido a pecar, por el pasar de los días con cuatro trabajillos improductivos y diez paseos a no se sabe dónde..., destrozadas a fin de cuentas, por el estamento.

Eso sin hablar del "engaño de la ilusión".

Cfr. Para ampliar: "Clérigos. Psicograma de un ideal". E.Drewermann. Ed. Trotta. 1997
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