¿Quién es ahora el marginado?

En nuestros días y tras un periodo de más de 150 años de zapa, las posturas racionales respecto a la credulidad son de marginación. Esta nueva mentalidad ha traído como consecuencia que los signos crédulos se escondan: el cura viste de paisano fuera de su recinto; el viático, anunciado por un monaguillo tocando la campanilla y ante el que el pueblo se arrodillaba, se lleva escondido y a hurtadillas; han desaparecido las plegarias multitudinarias por la lluvia o el pedrisco; apenas si hay procesiones y las que se mantienen, de interés cultural, lo son más por sus aspectos folklóricos...

Cuando la sociedad era crédula, el que "no" aceptaba sus principios dogmáticos, sacramentos y ritos, se situaba al margen y, consecuentemente, era discriminado. Y si su categoría intelectual lo "merecía", era enjuiciado severamente. Léase, merece la pena, "Historia de los heterodoxos españoles", de don Marcelino, con sus tres tomos y sus 1573 páginas en PDF (Biblioteca Virtual Cervantes).

Con el cambio de mentalidad, debiera cambiar incluso la legalidad. La consideración actual del crédulo es que es precisamente él quien se aísla de la sociedad a la que todos pertenecemos, dado que elige otra, la que impone una casta, la clerical. El conjunto crédulo, creyente y fiel se asocia a una determinada capa social que cada vez se encuentra más marginada.

Hoy, para muchos, tal sociedad clerical es oscurantista, tenebrosa, entontecedora, delegada y delegante, alienadora... Por supuesto no es que lo sean todos sus miembros, pero sí la mentalidad que anima a su conjunto que aún hoy se considera moralmente superior.

La luz, la nitidez, la clarividencia está en la persona que piensa, no en la que cree fábulas y mitos.

El sol está en la calle, en el cielo, en el campo, a veces escondido tras la niebla... Las velas, el humo, las bóvedas de crucería, los claustros góticos son el sucedáneo del sol; son el símbolo de la verdadera "noche del espíritu". Hoy todo eso es objeto de contemplación estética, de turismo.

Esa es la mentalidad que hay que ir propagando, para que el crédulo se haga pensador; el "entregado" se torne voluntarioso; el "donado" se convierta en dueño... al menos de sí mismo.
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