Más sobre los apócrifos

No por ser más antiguos y más próximos a los años tras la muerte de Jesús un documento puede tener el marchamo de autenticidad o rigor histórico. Todos los apócrifos, sin distinción alguna, tienen un carácter teológico y pastoral. Relatan, sí, hechos supuestamente vividos por el personaje Jesús, pero sin viso alguno de realidad. Nada relevante se puede extraer de ellos para adquirir una idea precisa de quien fue Jesús.

Es cierto que todos ellos se escribieron ya bien entrado el siglo II y otros más tarde, lo cual podría invalidar su fiabilidad por ser excesivamente dependientes de las tradiciones orales. Pero… ¿no pasa lo mismo con los canónicos?

Por la fecha en que todos, canónicos y apócrifos, se escribieron, eran dependientes de la tradición oral. Y ya sabemos que los recuerdos sufren primero la censura que suprime hechos aciagos; la censura que trueca motivos; la memoria que guarda y engrandece lo que en su momento se vivió. Si a ello se añade el interés manifiesto por interpretar lo sucedido en sentido teológico...

Muchos de los evangelios apócrifos copian a veces textualmente a los canónicos, pero eso no sería motivo para invalidarlos. En todo caso sería lo contrario, porque confirmarían la autoridad de los cuatro neo testamentarios. Además, podemos decir que también los cuatro evangelios se basan unos en otros e incluso el de Marcos, el más antiguo, toma elementos de una fuente desconocida.

Lo que llamaron “dichos de Jesús”, que es el contenido de algún que otro apócrifo, los transmitieron los creyentes de generación en generación. La lejanía temporal --dos o más siglos-- les hace poco fiables pero pueden tener cierto valor, porque podrían contener elementos fiables respecto a lo que Jesús pudiera haber expresado.

Una serie de evangelios apócrifos fueron rechazados del canon porque eran deudores de una corriente pronto considerada como herética, el gnosticismo. Pero en ellos no todo es contenido gnóstico, con lo cual algo, quizá algo, reflejan de la verdad identidad del predicador Jesús. Además… el gnosticismo podría haber sido tal deriva teológica, si hubiera triunfado esa línea de pensamiento, también “cristiano”.

Entre los evangelios apócrifos destaca por su peculiaridad y extensión el Evangelio de Tomás, deudor en sus 2/3 de Lucas y Mateo. Comienza así: Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito. Y concluye con esta singular manifestación de anti feminismo:

114. Simón Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo».


Su particularidad es que no es un evangelio que narre hechos, como los citados canónicos, sino doctrina, “logia”, sentencias y supuestos dichos de Jesús. Además, lo cual resulta chocante, apenas si incide en la crucifixión de Jesús.

Parece ser que la doctrina que transmite se hizo popular entre los fieles más observantes y rigurosos de Egipto, anacoretas y demás, expectantes del fin de los tiempos, rígidos en creencias y costumbres. De ahí ese carácter gnóstico que repudia y lacera lo humano, la materia, con ideales ascéticos en grado sumo.

Hay otros evangelios apócrifos, como los denominados “judeocristianos”, más explícitos en cuanto a hechos ocurridos, de carácter narrativo y con cierto contenido sapiencial: de los ebionitas, de los nazoreos, de los hebreos, evangelio de Pedro, etc.

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