Los credos políticos (4/4)


Hay quienes, nacidos y "vividos" en tal estado de cosas, se acostumbran a ellas y llegan a pensar que los sucesos que otros denuncian no son para tanto, que son algo normal y en todo caso lo menos malo posible. Es el efecto de aborregamiento a que tanto discurso huero y tanto adormecimiento televisivo han logrado en las masas.

Es menester que despierten y se unan al carro de la denuncia. Y sobre todo al ilusionante despertar de que las cosas pueden ser de otra manera, es decir, mejores. España no puede seguir así, arrastrada por donde no debiera y sin la ilusión de soñar que puede ser distinta. Quizá el "panem et circenses" pudiera servir de modelo (¡el mundo al revés!), cuando éstos siempre han servido para desviar atenciones: ¿por qué triunfa España en las competiciones deportivas?.

Los años que uno arrastra dan para mucho, entre otras cosas para comparar. La ilusión que a todos embargaba en aquellos años de "tránsito" parecen haberse esfumado. La transición, por definición, es pasajera. Pero esos años son un punto de referencia. Asimismo, podemos traer a colación aquellos otros de caos terrorista y perspectiva de desintegración territorial: los añorantes de los "ajos y cebollas de Egipto" pretendieron regresar y alzaron sus armas sin darse cuenta de que la historia camina hacia delante, no hacia atrás.

Pero puestos a comparar, la situación actual es peor que la de entonces. Lo que día sí y día no oímos y vemos tiene el mismo poder letal que el pretendido golpe de Estado tejerino. Hoy vemos cómo los que se escudan en el bien de la patria y en la unidad de los españoles se reparten el pastel según el apetito que les urge; y los otros, los autoconvencidos por años de poltrona de ser príncipes autónomos, todavía se alejan más del presente y quisieran instaurar los reinos de taifas donde, como reyezuelos de su predio, nadie les pueda pedir cuentas y seguir gobernando otros quinientos años más como marahás de la miseria.

La desidia intelectual de los que nos desgobiernan no percibe que el pensamiento y las palabras preceden a la acción y tan culposas son aquéllas como son los actos derivados: la incitación a la rebeldía, a la segregación es igual de nefasta y perniciosa como la entrada de unos guardias en el Congreso. ¡Y no pasa nada!

Antonio Tejero versus Arturo Mas, ¿quién es menos? Caso Banesto (M.Conde) versus caso Bankia y Cajas de ahorro, ¿dónde el mayor quebranto? Y puestos a desgranar "vidas paralelas" (Plutarco), los segundos casos superan con creces a los primeros.

Consecuencias


• La España oficial --hoy Rajoy y Cía y siempre el Rey y compañía-- es de suponer que percibe la verdadera realidad del país, pero dado que las palabras adecuadas no llegan al pueblo, la consecuencia es la pretensión de dejar a los corderos que sigan en silencio para mejor degüello de los mismos.

No se identifican los problemas reales: el nutriente de noticias que le llega al ciudadano no concuerda con lo que escucha de boca de sus próceres políticos. Ellos hablan de unas cosas --oh, la gran política-- y el cafetero tasqueño de otras.

• Lógicamente tales problemas no reciben el tratamiento adecuado, no se resuelven, se esconden o permanecen arrinconados y se demoran en el tiempo.

• Caso llamativo: Cataluña "de jure" (y de facto Valencia, Islas Baleares, Galicia, País vasco). El problema político es de un calado enorme cual es el regreso a Enrique IV cuando no a Don Rodrigo. Y los ahora sátrapas adormilados pretenden hacer ver que el problema es un mero “asunto jurídico”, que basta con aplicar la Constitución. ¿Hay mayor obnubilación? Daría igual que España fuera un estado federal (Alemania lo es), pero lo que no es de recibo es la deriva de enfrentamiento y desunión de un pueblo que logró lo que logró gracias a su unidad.


Qué se puede hacer


• Pero si la percepción que el pueblo tiene de lo que sucede es apabullante, peor es aún la sensación de no poder hacer nada que le atenaza. Nada puede hacer el individuo y poca cosa fuera del entramado organizativo del Estado. Lo tienen todo de tal manera controlado --"legislado"-- que cualquier voz disonante o discordante o suena en el desierto o resuena en los tribunales. Han tejido alrededor del pueblo tal maraña de leyes, cámaras de vigilancia, agentes de seguridad pública y privada, multas, prescripciones, avisos, normas de todo tipo... que el peatón normal está indefenso y secuestrado.

• ¿Qué queda pues? ¿Esperar a que esto se pudra o reviente? Jamás se dará el caso.

• ¿Confiar en la España real, en su empuje, valor, fuerza y sentido común? No falta la confianza, desde luego, pero a corto o medio plazo sirve de poco: estos plazos les pertenecen.

• Algunos --y volvemos a las charlas de café-- sugieren que ya es suficiente con decir lo que está ocurriendo y desenmascarar a los putrefactos.

• Otros, quizá afiliados a sindicatos de gritadores, se apuntan a la persecución vocinglera, a alzar los megáfonos en los momentos en que los políticos se hallen menso protegidos. Desconozco cómo.

• Los más radicales o quizá más empobrecidos o quizá imposibilitados de zafarse, sueñan con obrar de modo similar en la relación con el Estado: robar, defraudar, no pagar... Ilusos.

• Quizá el sindicato de escribientes, que no de escritores, apelando al poder de la palabra, pretende sacar petróleo de la misma y hablan de una continua denuncia escrita --cartas en lenguaje llano-- ante su propia conciencia o ante quienes se les oponen. ¿Conciencia? ¿Qué es eso, dicen? ¿La oposición? "Hoy por ti, mañana por mi", dicen.

• Otros sugieren dejar de comprar la prensa que tape los escándalos --¡pero si ya no se compra!--, no ver la TV lisonjera, no votar…

SE ADMITEN SUGERENCIAS.
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