El creyente soluciona antes las cosas


Las lecturas del Sábado Santo han de entenderse, lo sabemos, de manera simbólica y prefigurativa. Hoy podría ser así. Desde luego antes, quizá hasta hace 50, 70 ó 100 años, no. La "cosa proclamada" era tal cual: así se leía, así sucedió. Historia pura.

Hace días hablábamos del inevitable espanto de Isaac a la vista del truculento padre, cuchillo en mano atándole cual cabrito. Hoy nos fijamos levemente en la lectura previa, la de la "creación": "Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, etc. etc."

Recordemos la controversia en EE.UU., controversia que llega hasta nuestros días, con juzgados implicados en ello, entre "creacionistas" y "evolucionistas" en el tiempo posterior la publicación de "El origen de las especies" de Ch. Darwin y respecto a lo que se debía enseñar en las escuelas. Lo mismo de arriba: antes, tal cual.


Los dogmáticos convictos de creencia pero necesariamente convencidos por la ciencia vinieron luego a decir que Dios "creó" el impulso vital necesario para que la evolución se produjera. Luego que el salto cualitativo del homínido al homo sapiens no pudo producirse sino por un acto creativo de Dios. ¿Y hoy?. Hoy, ni eso, que cada uno interprete lo que quiera.

Pues lo dicho en el título: el creyente, para bandearse por la vida, soluciona los problemas antes que los científicos. Dos hechos ante los cuales la ciencia se devana los sesos pero que el crédulo ya ha solucionado: el surgimiento de la vida --el científico todavía busca el cómo de esa combinación "fortuita" de elementos químicos-- y el "rubicón" cerebral –salto cualitativo del cerebro vegetativo a la "noosfera"-- en un larguísimo proceso que pudiera haber durado cerca de un millón de años con extinción de especies humanas (H. erectus, H. hábilis, H. ergaster, Neanderthal, Cromagnon).

Dos hechos que demandan todavía explicación científica. Algo se vislumbra y hay suficientes teorías científicas o hipótesis y también descubrimientos validados, que van iluminando el camino.

Los crédulos no tienen problema. Dios ha creado y parece que sigue creando. Los crédulos "aún" tienen el hueco necesario para incrustar la intervención creadora de Dios y vienen a hablar del momento en el que se forman los primeros combinados orgánicos --ahí está la "chispa" necesaria de Dios-- o el momento en que el hombre cobra conciencia de sí mismo --ése es el momento creador--...

Hecho tan importante, jamás antropólogo alguno lo ha delimitado temporalmente ni ha implicado "fuerzas misteriosas" en ello (sobrenaturales). De este por ahora desconocimiento científico la honradez del pensador no puede deducir una intervención divina porque nunca la solución fácil llena la inquietud del que piensa.

Aceptar el "deus ex machina" de todos los teatros que en el mundo han sido sí es propio de quien necesita asignar a su dios un protagonismo trascendental. Pero deducir que ningún dios ha creado nada, podría ser hasta doloroso y, más que nada, tener que aceptar que gran parte de la sustancia intelectual y vivencial de nuestro pasado está caduca y sin vigor alguno.
Volver arriba