Un "no cristiano" funda el cristianismo.
De este modo y con la congrua inclusión en los calendarios, les recordaban un predecesor ilustre a los nominados "Pablo", muchos de los cuales deberían tomar ejemplo de cómo torcer el sino pecador de su existencia.
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UN APARTE: Ya que hemos hecho referencia al calendario --que debe su nombre al primer día del mes romano, kalendae--, se les llena la boca a los cristianos hablando del hito temporal que supuso la llegada de Cristo y que dio origen al cómputo de nuestros años. Olvidan que los meses todavía tienen nombres dedicados a los dioses romanos y que los días de la semana honran tanto a astros como a dioses. Jano, Februus (Plutón), Marte, Apru (Venus), Maius, Juno, Julius (por César), Augustus (por el emperador)y el resto por la numeración de los primitivos meses: Septem, Octo, Novem, Decem. Incluso nuestra "hora tonta" cual es la siesta, debe su nombre a la "hora sexta" de la jornada romana.Añádase que un cuarto o un séptimo, da igual, de la humanidad, el del mundo musulmán, tampoco sigue el calendario juliano... y no pasa nada._________________
El Pablo primero entró por una "tonta caída" y por la fuerza de la fuerza de su credo en los almanaques de kalendas, nonas e idus, impregnándolos de calígine santificante.
Tal es el Paulus o Saulus aquel que puso los cimientos de la Iglesia cristiana, Pablo del Tarsus turco, vulgarmente conocido por "Sampablo".
Por cierto, esto mismo le recordábamos en su momento al Rouco cardenal de Madrid objetor de la entrada de Turquía en la CE, a saber, que el fundador de su cristianismo fue un ¡turco!.
Si se piensa fríamente, está Pablo de Tarso más cerca del cristianismo que Jesús. Fue Pablodetarso un judío “snob” helenizado que, renegando de su procedencia farisea, se hizo protestante “avant la lettre”, explicando hasta la extenuación tergiversadora la diarrea conceptual que padeció al engullir un brebaje tan difícilmente casadero: judaísmo, Jrestas crucificado, religiones helénicas, etc. etc.
Otros como Agustín, Gregorio, Bernardo, Lutero y Calvino siguieron su estela verborreica, haciendo de la palabra que todo lo explica instrumento triturador de conciencias.
Un careo entre Jesús y Pablo, hubiese degenerado en verdadero encontronazo: no podía suponer Jesús que en él estaba encerrada tanta doctrina. Aunque, posiblemente, al Jesús pretendidamente histórico le subirían los colores y quedaría preñado de tal autoestima que hasta los honores reales desdeñaría ante tamaño encumbramiento.
Lo que era discurso humano se convirtió en Verbo, en Palabra -–claro está, palabra de Dios, aunque se note demasiado la mano de Pablo o de Juan, que tanto monta--.
Todo discurso incluye palabra, enunciado, expresión y sentimiento, pero Pablo prefirió quedarse con el concepto para intentar, y lo logró, confundir a los seguidores de filosofías helénicas un tanto avejentadas.
De ahí, extractando teologías, se llegó al Dogma, que no es otra cosa que refranes para sujetar estultos. La Iglesia Católica actual parte del Dogma para intentar retornar al Verbo, tarea imposible porque el Verbo contradice el Dogma.
Pero esto ya es infrahistoria.