El hombre necesariamente se debe guiar por evidencias.
• lo que se conoce de la materia es su evolución.
• el conocimiento de la materia es un conocimiento evolutivo, como todo conocimiento científico.
• Otras evidencias como que el hombre tiene una existencia terrena limitada en el tiempo, por lo que ha de asegurar cuanto antes sus certezas;
• o que las verdades las conocemos entre todos;
• o que respecto a una de ellas, Dios, no hay argumentos que lleven a la persona a admitir en su existencia, porque tal certeza se basa en creer lo que otros, sin argumento previo alguno, le dicen y, más bien lo que hay, lleva a su negación(1).
• Asimismo es evidente para el hombre que la persona es unidad sustancial, sin dos principios constitutivos, alma-cuerpo;
• una vida futura incierta no puede condicionar la moralidad del ciudadano –llamemos así a la persona inmersa en una sociedad determinada--, por lo que el universo de los valores personales debe fundamentarse en algo independiente de cualquier credo, la ética.
La postura racional respecto a Dios no es tanto una “negación de algo admitido por muchos”, sino que deriva en una “liberación” de cadenas y ataduras que condicionan la vida diaria y, sobre todo la mente.
Es el no a ese Dios-Provisión. El Dios en el que creen suele ser un dios “por defecto”:
• como no sé, invento a Dios para explicarlo;
• como el mundo es malo, alguien tiene que juzgarlo;
• como tengo que confiar en alguien, rezo a ese alguien, Dios;
• como tengo estos pensamientos elevados, tienen que venir de alguien ajeno a mí;
• como no tengo amigos, me invento uno que no me falla;
• como no sé pensar, hablo con Dios;
• como no tengo confianza en mí mismo, confío en Dios.
Pero como no sé quién es Dios pero "está ahí", le honro con mi silencio y mi meditación.
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(1)Arguyen respecto a “conocer lo que otros dicen” que tampoco tenemos certeza personal comprobada de la mayor parte de los conocimientos científicos: hay quien jamás ha visitado ni visitará el Polo Norte y nadie duda de su existencia; la fisión nuclear; la circulación de la sangre; el giro de la tierra alrededor del sol; la existencia de Tell-el-Amarna; el general Estilicón... Rebatir esta falacia comparativa está implícito a lo largo de las páginas que siguen, pero tales argucias mentales sólo engañan a las mentes de primera instancia.