Mejor, peor... vocablos siempre relativos si se profundiza en los términos comparados. Relacionémoslos con los presupuestos salvadores que las religiones encierran y, puestos a comparar, contrapónganse Budismo y Cristianismo.

Respuesta primera: a la puerta de los templos budistas los monjes venden “chucherías” a los pobres creyentes, en su mayoría pobres. Utilización de la credulidad popular. No, no es serio el Budismo. Respuesta segunda: el Budismo hace dejación del progreso y en su seno la sociedad budista es ejemplo de atraso. Respuesta tercera: el monacato budista es tan indefendible como el católico y es una forma de burocratización del espíritu religioso budista...

Mejor o peor, quizá en esto sean iguales. El cristianismo vende lo mismo, estampitas, rosarios, escapularios, reliquias... pero sobre todo sanación de las dolencias si con fe se encomienda el paciente al santo o santificando de turno (con estipendio posterior incluido). Si, la sociedad cristiana, especialmente la protestante, ha visto en el éxito en la vida la bendición de Dios... pero ha propiciado el capitalismo salvaje que ha hundido en la miseria mental a muchas generaciones esclavas del salario.

Dejado todo eso aparte, es preciso poner de manifiesto la excelencia de las propuestas “humanas” del BUDISMO porque si hay alguna religión más cercana a lo humano, ésta pudiera ser.

A decir verdad, el Budismo no se declara a sí misma religión ni proclama Dios alguno. Su religiosidad se basa en la “práctica”.

Pretende e intenta suprimir el sufrimiento, tanto el natural como el provocado por el hombre. El nacimiento, la vejez, la enfermedad, la muerte, la separación del amado, la insatisfacción de lo que se desea poseer y no se tiene.

No establece “desunión” en la naturaleza humana --alma, cuerpo, sin que pueda hablarse de “alma”--, el YO es un todo, un todo que engloba materia, percepciones, sensaciones, formaciones mentales y conciencia.

El mal que existe viene de la insatisfacción y del deseo, una sed producto asimismo de la ignorancia que presupone que la felicidad reside en poseer. El hombre entonces se hace esclavo del apego y de la repulsión, de la afirmación de sí mismo, de la voluntad de aniquilar.

Lo que importa para acabar con el sufrimiento, para “salvarse” de la transmigración continua de existencias, es poner fin a esa “sed”, a esa insatisfacción.

¿Cómo? Por el “Óctuple Noble Camino” de lo justo, camino que tiene que ver con la sabiduría --la vista, el pensamiento justos--, con la ética --la palabra, la acción, el medio de existencia justos--, y con la meditación --el esfuerzo, la atención y la concentración justos-.

Conocer, comportarse y pensar: ésos son los tres caminos por los que ha de discurrir la vida humana. Y es posible liberarse del sufrimiento extinguiendo la sed, extinguiendo la codicia, el odio y la ilusión. Importa poco que a esto se le quiere llamar “Nirvana”...

Respecto a cuestiones que han sido fundamento doctrinal explicativo para otras religiones, el Budismo no se pronuncia: ¿Universo eterno o no? ¿Finito o infinito? ¿Separación de alma y cuerpo? ¿Existencia después de la muerte...?

¿Qué importa todo eso si son preguntas sin respuesta? Lo que importa es la vida en este mundo. A eso hay que dar solución.

De acuerdo totalmente. Pero sólo de acuerdo en tanto en cuanto el Budismo, no siendo religión, estimule aspectos de la vida que las religiones occidentales no sólo han olvidado sino que han tratado de oprimir o suprimir. Por ejemplo, el aspecto sexual de la vida.