Un paréntesis en el verano: el cuentecillo de la Asunción.
La fiesta mayor del verano en el mundo católico significativamente está dedicada a “la Virgen”, cual nueva diosa Ceres que alimenta la tierra. Fiesta que sitúan al final de la recolección y que coincide con celebraciones populares profanas... pero fiesta cuyo fondo dogmático no tiene fundamento bíblico alguno. Es más, lo que recoge son tradiciones que en sus orígenes fueron heréticas. Sorprendente y a la vez provocativo.
Es, pese a todo, digna de alabar la sibilina ocurrencia o congruencia, siempre interesada, esa de colocar en fechas estratégicas del calendario determinadas fiestas: ésta de “la asunción” pone el broche divino y materno, la cancela, la llave, el lazo y la “asunción” religiosa de ese inmenso trasiego cosechero que se vivía en otros tiempos en los meses de julio y agosto. Hoy, quizá, en el punto medio de las vacaciones oficiales.
Decir “Dogma de la Asunción” y “Virgen de las Cosechas” es todo uno. La universal celebración festiva de las labores recolectoras no podía dejar pasarse así como así: colonización sacra.
¿Por qué será que los protestantes no quieren saber nada de tal celebración mariana? Sabemos su clara respuesta: “No hay referencia alguna a este hecho en la Biblia. Todo es decisión humana”. Proponer el texto de Apocalipsis 12, 1-6, 14, 17 es coger el rábano por las hojas y desdecirse de otros más claros y manifiestos: I Corintios 15, 23 .
Leo en la página “web” JESED:
La creencia en la Asunción de María se originó tardíamente y, por añadidura, en obras situadas en círculos heréticos, más concretamente, en el evangelio apócrifo de Juan y en el libro denominado Tránsito de María o Dormición de la santísima Madre de Dios. La primera de las obras no fue escrita antes del final del s. IV y, más posiblemente, se redactó hacia los años 550-80 d. de C., y la segunda apareció en los ss. IV-V. Junto a estas obras, algunos autores mencionan un texto de inicios del s. III, que se publicó durante el s. XIX y que, muy posiblemente, fue la primera parte de los Hechos apócrifos de Juan debidos a Leucio. Ese texto es la primera redacción que ha llegado hasta nosotros de la Dormitio Mariae. El principal problema de esta fuente es que Leucio era un hereje ya que negaba la Deidad de Cristo.
Dogmas paridos tan a destiempo en la historia de la Iglesia son vistos de manera tan interesadamente coyuntural que muchos teólogos católicos, si les dejaran hablar, pondrían en solfa los mismos.
Pueden afirmar que había una Tradición detrás de este dogma, silenciando lo fabulosa, legendaria y hasta herética que era tal tradición. Fue en 1950, y por la Bula Munificentissimus Deus, cuando definió Pío XII “ser un dogma revelado por Dios el que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue arrebatada en cuerpo y alma a la gloria celestial” (DS 3903). Y de nuevo, el tópico “vale ya” con que responderán los crédulos de turno: “Yo creo lo que me da la gana”, perdón, “lo que manda la Santa Madre Iglesia”.
Textos como el que sigue, de un sermón para este día extractado de la “red”, son de un papanatismo repelente, ofensivo por el hecho de que quien cree tal cosa es tan humano como la persona normal que piensa:
Sabemos que la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando “ex-cathedra”… Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios.
Más adelante dice (repitiendo catequesis de JP.2):
La Santísima Virgen María tuvo el privilegio único de ser glorificada tanto en su alma, como en su cuerpo, al finalizar su vida terrena.
Y uno no puede por menos de inquietarse al leer “en cuerpo y alma”. Pase lo del alma, que dicen ser “espíritu” y ni ellos mismos saben lo que es. ¿Pero también el cuerpo? ¿Ese cuerpo “dormido” que no difunto tiene las mismas características que el resto de los mortales? ¿Está hecho de moléculas? ¿Y dónde está? ¿A dónde ascendió? ¿Por qué ascendió y no descendió o transmigró? ¿Qué características tiene ese cuerpo?
Admitir este dogma es dimitir de cualquier opción racional. Es dar carta de naturaleza a los mitos, a las leyendas, a los cuentos; es presentarse en sociedad –las celebraciones litúrgicas son hechos sociales— insultando a la inteligencia de los demás seres humanos.
A decir verdad ¡ni los fieles cristianos piensan siquiera en ello! Da lo mismo lo que se diga y se afirme. ¡Es una fiesta de la Virgen! En todo caso, ¡tómese de manera simbólica: participación de la Virgen en la gloriosa resurrección de su Hijo!