A propósito de creencias (7/9)

Escribe MANUEL BARREDA.


I. Bases y limitaciones de la fe

--Te he atendido con atención. Pero ¿no te has ido por la tangente? Es relevante creer lo correcto. Pero no tienes ni idea de ello. Nadie tiene el privilegio de conocer directamente lo que has denominado (siguiendo a Kant) el noúmeno. El caso es que podría irte la vida eterna en ello. Ya previno el gran Pascal de semejante riesgo (y error). Además, y aunque no existiera, Dios no es sólo una creencia inútil: es fuente real de consuelo aunque sólo tuviera una existencia psicológica. Por otro lado, hay quien “siente” a Dios, tiene experiencia de contactar con él. Y, por si fuera poco, es fuente de moral. Gracias a Dios el hombre es un animal preocupado por la moral.

Cinco grandes razones:

1) la verdad incognoscible, acaso sólo adquirible a través de la fe, o mediante un acto de sumisión acrítica o modestia extrema;
2) el miedo a un dios eventualmente castigador de quien no crea en él o no lo tenga en cuenta;
3) el consuelo psicológico;
4) la experiencia mística subjetiva y
5) la religión como fuente de moral
.

He abordado, creo que suficientemente, estos temas (1) .

Uno de los principales problemas del subjetivismo es que sólo vale para uno mismo: no prueba nada, además de dar en realidades variopintas y discordantes según la esperanza del autor. No hay modo de acertar con la verdadera realidad, y dejarlo todo en manos de la suerte parece muy certero. Al menos la ciencia tiene un método. Por otro lado, las más convincentes propuestas religiosas apenas apelan al descubrimiento de una suerte de “dios interior” cuya existencia no debato. Sobre miedo a la libertad y necesidad de trascendencia vicaria o trasferida escribieron bastante gente como Erich Fromm, varios filósofos relevantes de la escuela de Frankfurt y los freudomarxistas en general.

El dilema de Pascal presentaba varios problemas: no podemos creer lo que queramos, ni “por conveniencia”, en aras del miedo que lo defina. Pascal tenía in mente a su dios cultural, pero, de seguir su “razonamiento calculado” al límite, le convendría creer en un dios especialmente tiránico, sádico y arbitrario, además de colérico y celoso (al estilo del peor Yahvéh), pues, de existir este otro dios (digamos tipo Moloch) en lugar de aquel primero, sería condenado; en tanto de existir un dios justo, benévolo y comprensivo, o de no existir ninguno, no lo sería de ningún modo, ya diera en creer, o no, en él...

Pero constátese la ridícula probabilidad de que exista un dios personal, celoso, intolerante e impredecible (digamos injusto, cruel, imprevisible y mezquino), que se plazca en castigar a quien no crea en su existencia (de la que no hay prueba alguna, en la que creemos desigualmente por grande que fuere nuestra honestidad intelectual, y no digamos la información disponible y la labor divulgativa de los más grandes científicos de la actualidad)...

Imagínese, por el contrario, un dios misericordioso y amoroso -o apenas filósofo, o “científico” y justo-, que se escandalice de que se le atribuya semejante naturaleza y comportamiento. Realmente es insultante incluso que presumamos tal imperfección en cualquier ser humano del que no sepamos nada...

Por suerte para quien se equivoque en tamaña medida, este dios tan creíble (hoy entendido, en general por los creyentes de Occidente, como “más posible” que los otros) es asumido por Pascal como llevadero, cierto que después de proponernos arruinar nuestra vida “por conveniencia”, y con ello, malbaratar el supuesto regalo que Dios nos diera...

Parece ser que Dios cada vez sirve menos como explicación del mundo y de la vida al hombre de hoyn(2) . Y esta situación se debe a que las conquistas de la ciencia han ido deshaciendo nuestra previa visión mágica, en la que el hombre estaba en el centro del mundo y en la cumbre de la vida: muy aparte del chimpancé, que se entendía evolutivamente más próximo al gorila que a nuestra especie. La genética, la biología, la bioquímica, la neurología, la etología, han contribuido a este resultado respecto a la vida. Pero también la física, la astrofísica, la astronomía, la relatividad, la cuántica... han hecho lo propio respecto del cosmos.

No es que dios no cuente, es que además de verse cada vez más innecesario a estos efectos, no explica nada: su origen no es más explicable que el del cosmos o el de la vida, incluso aunque éstos no acaben de contar con una explicación acabada y al alcance del hombre de la calle. Hace un par de siglos se creía que las estrellas eran unas 4.600, que las especies eran fijas... El hombre carecía de parentescos y precursores conocidos.

Desconocíamos el origen y evolución de los eucariotas unicelulares... El universo era reducido, pero por primera vez empezábamos a vernos fuera de su centro. No estábamos tan lejos de considerar que teníamos sobre nuestras cabezas una bóveda estrellada, una serie de esferas fijas que giraban en torno a nuestra Tierra. Luego vino el vértigo... El espacio vacío y poblado de cien mil millones de galaxias, cada una de las cuales contaba cien mil millones de estrellas o sistemas planetarios.

Unos cuantos siglos antes, pese a Aristóteles e Hiparco, la mayoría de los europeos creía que la Tierra era plana y ocupaba la base del firmamento... Hemos ido siendo despojados de un reinado falso: no estamos en el centro, ni siquiera hay un centro, el cosmos no se hizo para nosotros, no hay dirección en la evolución, ni perfeccionamiento absoluto.

Todo esto ha tenido y tiene su efecto en las creencias de los europeos actuales y de los científicos y hombres cultos en general. Hoy vamos conociendo de dónde viene casi todo. Nuestros genes también son historia. Nuestro planeta, que en otro momento parecía hecho a medida, es uno entre miles de millones y nos va siendo explicable en todos sus elementos constitutivos. Su deriva continental. Su riqueza en los diversos elementos químicos que hoy sabemos de dónde vienen: cómo se generan todos ellos en el interior de estrellas masivas que dispersan buena parte de su contenido.

Pero el hecho de que sepamos que el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno y el carbono se han originado en un momento cósmico y por mecanismos puramente físicos, no evita que alguien necesite, además de plantearse de dónde proceden el electrón y el protón, encontrar un sentido “humano”, que vaya más allá de la ganancia en calidad de las asociaciones de materia y energía.

¿Cuál es el origen del todo; su porqué esencial; incluso su para qué? Vemos “orden” en el átomo y en el cosmos (aunque hoy se ve bastante desorden –apenas compensado en varios lugares por efecto de la gravedad- en este último); cada ser vivo nos parece un imposible; incluso órganos como el oído, la vista, las alas, el sistema óseo... Y, sin embargo, suceden; y cuentan con precursores y progresiones explicables, hoy accesibles para quien quiera conocerlas. Como la evolución de las aves, el caballo, la ballena o los simios...

En cualquier caso, todo, e incluso el origen de todo, nos es cada vez más explicable sin un ser cada vez menos necesario, y menos explicable per se, en un ejercicio desesperado. Explicar el origen de los electrones ha llegado a ser menos complicado que explicar tal ser complejo. Todo se explica como histórico en el universo, salvo el propio comienzo de la historia del universo, que sólo cuenta con teorías aproximativas, hoy en pleno desarrollo, en un momento privilegiado de confluencia explicativa que hasta comienza a someterse a pruebas (o comprobaciones) necesariamente parciales.

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(1) “Aproximación crítica a la fe” (8 artíc., 2010/11/03); “Sobre moral” (7 artíc., 2010/09/05); “Ciencia y creencia” (8 artíc., 2011/09/19); “Miedo y culpa” (3 artíc., 2010/04/27); “Aproximación crítica a la fe” (8 artíc., 2010/11/03)... Por ejemplo, los dos primeros temas y el último (fe y verdad; miedo, culpa y fe; fe y moral), en los siguientes artículos: 1) http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2011/09/19/p301695#more301695, http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2011/09/25/ciencia-y-creencia-7-8-, http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2011/09/19/ciencia-y-creencia-1-8-, http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2011/09/26/ciencia-y-creencia-8-8-, http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2010/11/29/sobre-el-universo-origen-y-devenir-cosmo-2.
2) http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2010/04/29/miedo-y-culpa-isuperados-2-3-, http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2010/04/30/miedo-y-culpa-isuperados-3-3-, http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2010/11/05/aproximacion-critica-a-la-fe-3-8-, http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2010/11/09/p282759#more282759,
5) http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2011/09/16/p301601#more301601, http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2011/09/16/etica-y-moral-aportes-de-marvin-harris-g, http://blogs.periodistadigital.com/humanismo.php/2011/09/11/las-raices-de-la-moralidad-los-dilemas-m.

(2)Las últimas estadísticas de Japón, Gran Bretaña, Holanda, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Francia, Noruega, Alemania, Bélgica, etc., dan unos resultados de ateísmo-agnosticismo que, en conjunto, parecen rondar el 50% (ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Demografía_del_ateísmo). No es el caso de los países de América, ni de África u Oriente Próximo, desde luego. Pero aun los países latinos del sur europeo, como España, Italia o Portugal, cuentan un cuarto de población que se declara directamente increyente (el porcentaje es muy superior cuando se concreta a través de preguntas bien dirigidas a conocer la verdad; del mismo modo que los racistas de confesión directa son muchos menos que los que se descubren cuando se realiza un buen test).
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