Catecismo Heterodoxo

“Catecismo” –“síntesis elemental de principios y doctrinas”- y “heterodoxo” – “disconforme con el dogma y prácticas generalmente admitidas por la Iglesia”-, son elementos clave de referencia en esta reflexión. En la misma es preciso destacar desde el inicio que heterodoxos- heterodoxos, sobre todo en la práctica, son la mayoría de los cristianos, lo que instaría a llegar cuanto antes a la conclusión de que algo fundamental falla tanto en el planteamiento y enfoque oficial del tema, como en su proyección empírica. Me limito a proponer algunas preguntas relativas a nuestra religión e Iglesia, con la confiada esperanza de que, y “por quienes corresponda” y disfruten de la gracia de estado, nos ofrezcan respuestas verazmente adecuadas.

. ¿Es que al bautismo, tal y como se recibe, aprecia y “ practica” en la actualidad, se le puede calificar de bautismo que abre las puertas de la pertenencia a la Iglesia con todos sus derechos y deberes, con el compromiso de padres y padrinos de educar cristianamente en la fe a quienes recibieron este primer sacramento?

.¿En qué proporción la Primera Comunión, una de las nacientes oportunidades de exponer y practicar la fe, tanto sociológica como religiosamente es –suele ser- también la última?

.¿Qué es eso del infierno y del cielo? ¿Sus definiciones catequéticas al uso coinciden con las de todos los teólogos, y además coadyuvan verazmente a que los fieles cristianos se comporten como hijos temerosos de Dios?

. ¿Hasta qué punto, y en qué proporción, a todos –o a la mayoría- de los actos de culto se les habrá de identificar con otras tantas “prácticas” religiosas como, por ejemplo, a los testimonios de caridad, solidaridad, trabajo, alegría, fidelidad a la palabra dada, disponibilidad, respeto a la persona y al bien de la colectividad, etc.?

. ¿Qué es eso de pecado mortal y venial, sobre todo en relación dogmática con los castigos, “por los siglos de los siglos, Amén”?

. Son todos, o la mayoría de los matrimonios, en realidad otros tantos sacramentos?¿ Es dogma de fe que tengan que ser indisolubles, cuando además, y por razones “extra” o “para” eclesiásticas, la disolución de los mismos es administrada y “cobrada” por los tribunales llamados eclesiásticos?

. ¿Están todavía vigentes los ayunos, las abstinencias y la Bula de la santa Cruzada?

. ¿Por qué tanto aprecio –obsesión- de los hombres de la Iglesia por cuanto se relaciona con la sexualidad, y no con tantas otras, e importantes, parcelas del mensaje y testimonio de Cristo Jesús? ¿Es acaso porque estas comprometen más que los “malos pensamientos, los “tocamientos” y el resto de los “pecados de la carne”?

. ¿Hasta cuando, por qué y con qué argumentos puede mantenerse en la Iglesia la marginación de la mujer por lo que respecta al sacerdocio, con condenas de quienes piensen de distinta manera?

. ¿Es todavía pecado grave hablar mal de la jerarquía, también de la eclesiástica, por lo que sus “pecados” –con inclusión de los sociales- son impublicables, con previa condena de llamar “blasfemos” a quienes lo hicieran, aún contando con documentación y sentencias judiciales?

. ¿Qué es eso de “días de precepto”, con obligación de asistencia a la santa misa, bajo pena de pecado mortal, siempre con las anatematizadoras referencias dogmáticas para el infierno?

. ¿No precisan ya las confesiones, y las prácticas de la penitencia, renovaciones más religiosas y actualizadas?

. ¿Para cuando en la traducción popular del concepto de la jerarquía ha de desterrase cualquier atisbo de poder, de “excelencia reverendísima” y de privilegios humanos y divinos, en perjuicio de la capacidad de servicio, que es lo que la define?.

. ¿Cuantos son los hijos que hacen “santos” a los matrimonios? ¿Qué quiere decir “los hijos que Dios quiera”? ¿Han de pasar los procedimientos para no tenerlos
cristianamente siempre por la abstención, o con el beneplácito del doctor Ogino?

. ¿Son inalienables todas, y siempre, las riquezas de la Iglesia, también en tiempos de necesidad e indigencia?

. ¿Son santos todos los santos? ¿Por qué otros no fueron oficialmente declarados?

Con estas respetuosas referencias, muchos llegarán a la conclusión de que la condenación eterna no es el destino obligado del Pueblo de Dios y de los demás pueblos. Restringir y amurallar la capacidad salvadora de Cristo Jesús en el mundo, haciéndola coincidir con la ortodoxia, a muchos les parece una exageración impiadosa, dispuestos a optar por un catecismo heterodoxo con todas sus consecuencias.
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