Diablos y Diablesas

Diablos, satanases, demonios y otros homólogos hay muchos. En la Sagrada Biblia y fuera de ella. Sobre todo, los hay en la vida.. Y su número es más o menos idéntico en el género masculino que en el femenino. La discriminación es aquí inexistente. En unas épocas, también religiosas, de la humanidad, los “príncipes –principesas- del espíritu del mal” actuaron y actúan con toda clase de seguridades y garantías, por lo que resulta impensable que se consiga su decrecimiento, sino todo lo contrario.

En los últimos tiempos, por razones “teológicas”, pastorales o por otras causas, en la Iglesia, a los demonios se les se les confiere distinciones y valimientos eficaces, con lo que sus fautores se congratulan de modo eminente. Contradictoriamente, a tal acrecentamiento contribuyen quienes, con sus descalificaciones y condenas frecuentes, y hasta inconsistentes, les proporcionan una publicidad digna de mejor causa.

. Ante miles de personas, sin rebasar el millón, sino todo lo contrario, en la “religiosa” plaza de Colón de Madrid, uno de sus inspiradores de tan “feliz y testimonial evento”, Kiko de nombre, y fundador de “Caminos Neocatecumenales, aludió repetida y apocalípticamente al demonio, como autor y distribuidor de todos los males que hay en el mundo y más allá del globo terráqueo. La “teología” expuesta, el concepto, enfoque y predicación de lo “religioso”, resultaron ser poco o nada eclesial, por muchos y devotos aplausos con los que fuera premiado. Del contenido, énfasis , y grandes dosis de Apocalipsis suministradas en su larga e inane prédica, nadie jamás podrá asegurarse que contribuirán a edificar el Reino de Dios A algunos de los que personalmente asistían a la concentración, y a la mayoría de los que la siguieron por los medios de comunicación les dio la impresión que “los espíritus del mal” se habían apoderado de la Castellana y de las calles adyacentes de la capital de España con los más fervientes deseos de capturar al demonio y devolvérselo a Pedro Botero para que lo siguiera achicharrando en sus sempiternas calderas. Cuatro Cardenales y una treintena de arzobispos y obispos, con sus rutilantes y emblemáticas mitras, asistían a la escena, lo que hace suponer que con complacencia, agrado y asentimiento a las palabras condenatorias contra el demonio -¡Ave María Purísima¡” y sus seguidores. Predicadas con tanto e inicuo fervor y con tan poca teología y sentido común, es seguro que nunca habrían de considerarse como indulgenciadas.

Desde aquí, con humildad y respeto, clamamos por que con estos espaciosos escenarios públicos se les asuste al personal, también al incrédulo, con acollonantes dicterios, no todos extraídos de la doctrina cristiana.

. En días próximos al hecho referido, los medios de comunicación, con las pruebas correspondientes, difundieron esta noticia escalofriantemente endiablada. Unas monjas, con su procedencia de la Congregación religiosa consecuentemente identificada, tenían a niños y niñas, de seis a doce años de edad, aterrorizadas, al impartirles la doctrina cristiana en la catequesis. En ella les inculcaban que en los niños “malos” y en sus familias, se introducía el demonio para torturarlos. Solo podrían vencerlo, y liberarse del “espíritu del mal”, haciendo uso de cilicios y otros sacrificios, no pudiendo faltar oraciones dirigidas a un santo del “Opus Dei” recientemente canonizado. Preocupadas las familias –una treintena- , por la salud mental y la grave distorsión que padecían sus hijos, llegaron a la triste y dramática conclusión de que tal “doctrina” era ideada y programada por el párroco del lugar, “Severo” de nombre y de apellido “Lobato”, “miembro declarado del Opus Dei”. Era advertencia constante la de que los niños no habrían de decirles a sus padres absolutamente nada de cuanto ocurría en la catequesis, y menos la adscripción y alistamiento de los niños “buenos” al ejército de Cristo.

El demonio anda suelto. Pero que muy suelto y bien alimentado, por esos mundos de Dios. Acompaña a niños y a mayores. A estos, con mucha y más responsable maldad que a niños y niñas, sin excusas catequéticas y supuestamente “adoctrinadoras”. Con decidida frecuencia, hay catequistas y “catequistos” que dicen ser devotos de Nuestra Santa Madre la Iglesia, actuando de esta manera, como si lo tuvieran que hacer así por imposiciones jerárquicas. Esas mismas monjas los adoctrinaban en la Divina Providencia y en la misericordia divina, asegurándoles que, para demostrárselo, pudieran cruzar una calle o una carretera con los ojos tapados o mirando al cielo, con la seguridad de que no habría de ocurrirles nada malo.

Señores obispos, miembros del Opus y catequistas y “catequistos”, padres y madres, alcaldes y alcaldesas y guardias civiles y municipales, abran de par en par las puertas de los trullos o de los manicomios, porque “anda suelto, muy suelto, el demonio “¡ Ave María Purísima¡”
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