Eramo, ¡Ora Pro Nobis¡

Teniendo como referencia el Concilio Vaticano II, sus argumentos, con sus objetivos y fines, para asentar sobre ellos la renovación de la Iglesia, son muchos, apremiantes e inexcusables. El capítulo relacionado con el Santoral-Año Cristiano es de singular importancia, a consecuencia sobre todo de la capacidad de catequesis para el Pueblo de Dios que entrañan sus fiestas y el testimonio de vida que con ellas dejaron los santos y santas.

El humanista cristiano Erasmo, con su actividad y misión regeneradoras practicadas en el siglo XVI, pese a las serias dificultades y condenas provenientes tanto de parte de Lutero como de los representantes de la Iglesia oficialmente católica, es para muchos, de uno y otro lado, ejemplo digno de imitación, también en los tiempos postconciliares que actualmente se viven. El siguiente canon de ideas erasmistas, y el
comportamiento entonces observado como miembro de la Iglesia, es posible que a algunos, “católicos a marcha martillo”, les ayuden a revisar sus esquemas o. al menos, parte de ellos. Es justicia no arrancar del contexto de las circunstancias de lugar y de tiempo en las que acontecieron los hechos a los que aquí se hace referencia.

El pensamiento del humanista Erasmo se refleja con aproximada verosimilitud en las frases que literalmente transcribimos: “ No hay santificación posible sin reforma”; “la confesión oral no fue instituida por Cristo, por lo que no es “de jure divino”; “ es inexplicable que se permita comer carne los viernes del año y que su permisión sea “comprada” con las bulas”; “ mientras que el celibato sacerdotal se impone canónicamente, el concubinato en el clero secular y en los monasterios es consentido, o no exclaustrado con el mismo rigor” ;”beneficios, oficios y ministerios eclesiásticos, con abundantes prebendas, se compran y venden en los mercado del dinero o de los agradecimientos” ; “no pocas persecuciones inquisitoriales responden a envidias y a celos entre las Órdenes Religiosas” ; “hay procesiones, devociones y cultos que se limitan a “copiar” a la perfección los actos cultuales del politeismo pagano” ;”mientras que se presenta como indispensable para ejercer de cristiano el bautismo de los niños, no se les da después oportunidad para que lean y entiendan la Sagrada Escritura, por tener que hacerlo en latín”; “Papas y príncipes cristianos dan la impresión de que su principal trabajo, testimonio y ministerio es declararse la guerra entre sí, y contra los paganos, sin ahorrase aterradores tormentos y muertes”.

“La paz y la concordia no siempre son virtudes cristianas”; “la curia romana actúa frecuentemente con saña y avaricia y con procedimientos intolerables”; “la predicación llamada sagrada debe encomendarse a personas honestas, de buena conciencia e instruidas, y que sepan qué predican y que quines han de escuchar los sermones han de hacerlo por obligación y porque así lo manda la Iglesia” ; “ el dinero que generan las bulas de la Santa Cruzada supera al que producen las “corridas” de toros que se celebran en ferias y fiestas, por fastuosas que sean estas” ;los tribunales de la Inquisición pecan por estar sedientos de lucros, que mantienen sobre todo con los bienes confiscados a los “penitenciados”; “la devoción a los santos degenera a veces en grosero paganismo” ;”lo principal de la religión verdadera, y cristiana, no consiste en “meterse a frailes”, dado que “el hábito no hace al monje”.

“No es cristiano que, a la muerte, franciscanos y dominicos disputen en “santa” lid, si unos u otros han de encomendar a Dios el alma de los moribundos, dando por supuesto que sus bienes habrán de pertenecer a la Orden Religiosa cuyo fundador –Santo Domingo de Guzmán o San Francisco de Asís-, sea el primero en recibir al difunto a las puertas del Paraíso”; ¡”que alguien me haga entender que, con el sonido de los “reales”, y con las indulgencia plenarias, salga el alma del Purgatorio¡” ; “las canonizaciones de los santos no implican la aprobación de sus escritos hasta el menor detalle”…

Y ahora unas –pocas- preguntas: ¿cambiaron mucho los tiempos? ¿Lo hicieron para bien o para mal de la Iglesia? ¿Cuántos “Erasmos” hay en la actualidad? ¿Cuál es el comportamiento jerárquico con –contra- ellos?¿Cuales son los procedimientos para hacerlos callar? ¿Siguen estando vigentes los “inquisitoriales”? ¿Pueden ser, y son, santos de verdad, canonizables o no, aquellos “Erasmos”, tanto el de Rotterdam, como los otros? Las respuestas a estas preguntas facilitarían el adoctrinamiento necesario para interpretar reacciones y comportamientos del mismo Lutero a propósito de las conmemoraciones de su quinto centenario.
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