Oración y Noticias

Con emocionante rotundidad bíblica, al finalizar los lectores las correspondientes a las misas diarias, dominicales o festivas, que son otros tantos extractos del Antiguo y Nuevo Testamento, su punto final lo rubrica la expresión “Palabra de Dios”, en unos casos y, en otros, “Palabra del Señor”. Participantes y oyentes en la celebración de la Eucaristía adquieren, o renuevan, su convicción religiosa de que realmente, y sin opción a la duda, cuanto acaban de escuchar fue y sigue siendo redactado al dictado de Dios, el “Señor del cielo y la tierra”.

Huelga destacar, por tanto, que la interpretación homilética del sacerdote que preside la Eucaristía se limita a hacer tal “Palabra de Dios” más inteligible y adecuada a las circunstancias de lugar y de tiempo que vivan los fieles cristianos, siempre desde el convencimiento pleno y audaz de que el texto de la Sagrada Escritura, y el suyo propio serán –son- otras tantas sílabas de la palabra divina.

. Para adquirir y mantener tal convencimiento con fidelidad, devoción y sobre todo con fe, es imprescindible una buena dosis de religiosidad y de conciencia de la presencia activa de Dios. Pero Dios no solamente pronunció, y sigue pronunciando, su palabra desde los textos bíblicos. Lo hace también a través de los acontecimientos de cualquier orden, y que de alguna manera afecten a las personas o a sus cosas, algunos de tanto relieve, importancia e interés, que su noticia la reflejan los medios de comunicación social. Por ellos, los miembros de la comunidad eclesial –los que van a misa-, se hacen, o pueden y deben hacerse, solidarios, condición inherente a los miembros del Pueblo de Dios. Su palabra se pronuncia, y ha de interpretarse en la Iglesia, con idéntica emoción, veracidad, oportunidad y claridad, lo mismo si su procedencia es la Sagrada Escritura, que si lo son los medios de comunicación social. Desoir en la misa, y fuera de ella, la palabra de Dios contenida en los noticiarios, protagonizadas por el pueblo-pueblo, ni es cristiano ni humano. Con los ojos y oídos cerrados a las noticias, a las misas les faltaría recorrer un largo camino litúrgico para que en ellas se hagan vivir mensajes de redención y de vida.

. De entre tantas otras consideraciones que demanda la interpretación de la invocación a la “Palabra de Dios”, hay que apuntar a los respectivos gabinetes de prensa “eclesiásticos”, que las pronuncian, administran y distribuyen con carácter oficial y, a veces, hasta en exclusiva. Todos los gabinetes de prensa, sin excluir los eclesiásticos, están al servicio de quienes los eligieron y pusieron su confianza en los componentes de los mismos. Más que mensajeros de la “palabra de Dios”, son mensajeros, y hasta artífices, en sus grados diversos, de las suyas propias.

. En estos gabinetes se redactan, desde el principio al fin, discursos, cartas pastorales, mensajes, encíclicas, hasta libros y, por supuesto, los textos de las noticias con sus correspondientes matizaciones. En ocasiones, más que gabinetes, son amanuenses, aunque sean teólogos o pastoralistas de relieve. Hay quienes en la mayoría de los textos, se limitan poco más que a firmar lo que otros redactaron. El hecho de que en ámbitos políticos, sociales, económicos y comerciales se proceda de igual, o similar, manera, no consuela a muchos.

. De todas maneras, y de aquí en adelante, el verdadero y devoto libro de piedad, misal o devocionario, debería ser también el periódico, o cualquier otro medio de comunicación social. Cuando los que asisten o participan en las santas misas, y lo hacen portando en sus manos y en sus pensamientos las noticias- “Palabras de Dios”-, es posible que la misa resulte más santa y comprometida, aunque tales noticias no sean clasificables como “religiosas”. La oración de todas las noticias es, o puede ser, tanto o más oración que la estampada en los devocionarios y en los libros litúrgicos.
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