Simpatizantes del Opus
En tiempos mucho más inclementes para la libertad de expresión en España -año 1974- publiqué mi libro “Proceso a los Tribunales Eclesiásticos”, y posteriormente otro titulado “Proceso a la Justicia Española”, cuyo prólogo lo firmó Francisco Fernández Ordóñez, Ministro de Justicia. Con estos antecedentes profesionales y vocacionales, a la vista de cuales fueron los temas elegidos para mis reflexiones, cual su diagnóstico y cuales los “resultados”, de tan triste y dramática actualidad todavía, me resultará extremadamente difícil –imposible- tener que aceptar imposiciones de silencio, con amenazas de los hijos “predilectos” de Dios y de su Obra, lo mismo en latín que en castellano. Por tanto, de arrugamiento o acoquinamiento, nada de nada. No entra en mis cálculos. Para eso están los tribunales civiles, y el de la conciencia. No me refiero a los eclesiásticos, por si ya están también estos en manos del Opus, afines o simpatizantes.
. Me parece una vulgar, aunque inocua, desconsideración hacia mí, que después de habérseme tachado de “mala persona, mal sacerdote y mal profesional y de que mis homilías son mitinescas”, no me sea permitido sugerir que el marqués de Peralta – San Josémaría Escrivá- pueda compartir el patronazgo de la nobleza española con San Francisco de Borja.
. Confieso que el estilo anatematizador, dogmático, amenazante y “ex cátedra” empleado por los comentaristas de mi reciente reflexión sobre el Opus, es el propio, exclusivo y exclusivista de las supremas instancias curiales en las que mayoritariamente se aposentan, y ante el cual apenas si cabría otra terminología que la del “Amén” mentalmente deficiente y despersonalizador. Estos estilos ya no se llevan, son preconciliares, conducen a peligrosos fundamentalismos y a la exclaustración del civismo convivencial y comunitario.
. ¿Pero cómo en Nuestra Santa Madre la Iglesia, y en cualquier organización, por laica y “atea” que se manifieste y sea, puede ser alguien, como en mi caso, tratado y considerado de “nadie”, al menos como ser humano que soy? ¿Es que acaso solo son “algo” los del Opus, y más acaparando el apellido de “Dei”? ¿No es esto una soberana “blasfemia” digna de reparación ante Dios y ante los hombres, que habría de llevar consigo la expulsión automática de cualquier institución confesional o aconfesional, además de caérsele la cara de vergüenza?
. Proclamar a un servidor de “blasfemo”, con inclusión de citas del Padre Astete y del Padre Ripalda, me suena a aquello de “Jesusito de mi vida, eres niño como yo” y “cuatro esquinitas tiene mi cama”, haciendo intervenir a coros angélicos y arcangélicos. Lo verdaderamente grave es intentar impedir el ejercicio de la libertad de expresión, felizmente amparado por la Constitución española.
. De interés argumental sería aportar los datos acerca de cuanto se gasta en la tramitación de los procesos de las causas de beatificación y canonización y, por añadidura, los de la consecución de un título nobiliario. Más fiables resultarían estos datos, que los que pudieran publicar quienes trabajan en el tema.
. Sensibilizo desde aquí a la opinión pública en general a que juzgue y revise la urgente, elemental y sagrada necesidad que entraña el acaparamiento, al menos nominal, de Dios y de su obra, por parte de una institución, lo que puede contribuir a perfilar comportamientos de algunos de sus miembros. Todas las cosas –y el mundo universo- es obra de Dios. “Dios no se casa con nadie”, ni puede ser monopolizado ni manipulado, aún con la mejor, o más candorosa, de las intenciones.
. “Fuera de la Iglesia no hay salvación…” Se trata de un principio que se nos repitió con excluyente desconsideración, pero que hoy sensata y evangélicamente está siendo corregido por la teología. Dentro y fuera del Opus, la salvación, gracias a la gracia y a la infinita misericordia divina, es y será patrimonio de todos.
. Conste que en lo referente a las causas de los santos, la Iglesia, aún en sus más altas instancias, ni ejerce, ni puede ejercer, su condición de “infalible”. Creer, y practicar, lo contrario, requeriría tener que reeducarse catequéticamente en la fe.
. Y para terminar, una pregunta de soberana y preocupante consideración y actualidad para el Pueblo de Dios y sus aledaños:¿Podría considerarse como “blasfemia” – aseverar-, tal y como lo han hecho todos los medios de comunicación del mundo-, que el exdirector del tenido y temido como “poderoso banco vaticano” –IOR-, Ettore Gotti Tedeschi, investigado por blanqueo de dinero por la Fiscalía de Roma, es “simpatizante del Opus Dei”, obra de Dios por antonomasia? ¿Es “blasfema” la foto distribuída como oficial, del ahora exdirector, en cuyo despacho aparecen con notable relieve un crucifijo y una imagen del Papa actual, Benedicto XVI? Es una pregunta que merecería ser contestada lo antes posible. El Pueblo de Dios, y todos los pueblos, así lo demandan.
. Me parece una vulgar, aunque inocua, desconsideración hacia mí, que después de habérseme tachado de “mala persona, mal sacerdote y mal profesional y de que mis homilías son mitinescas”, no me sea permitido sugerir que el marqués de Peralta – San Josémaría Escrivá- pueda compartir el patronazgo de la nobleza española con San Francisco de Borja.
. Confieso que el estilo anatematizador, dogmático, amenazante y “ex cátedra” empleado por los comentaristas de mi reciente reflexión sobre el Opus, es el propio, exclusivo y exclusivista de las supremas instancias curiales en las que mayoritariamente se aposentan, y ante el cual apenas si cabría otra terminología que la del “Amén” mentalmente deficiente y despersonalizador. Estos estilos ya no se llevan, son preconciliares, conducen a peligrosos fundamentalismos y a la exclaustración del civismo convivencial y comunitario.
. ¿Pero cómo en Nuestra Santa Madre la Iglesia, y en cualquier organización, por laica y “atea” que se manifieste y sea, puede ser alguien, como en mi caso, tratado y considerado de “nadie”, al menos como ser humano que soy? ¿Es que acaso solo son “algo” los del Opus, y más acaparando el apellido de “Dei”? ¿No es esto una soberana “blasfemia” digna de reparación ante Dios y ante los hombres, que habría de llevar consigo la expulsión automática de cualquier institución confesional o aconfesional, además de caérsele la cara de vergüenza?
. Proclamar a un servidor de “blasfemo”, con inclusión de citas del Padre Astete y del Padre Ripalda, me suena a aquello de “Jesusito de mi vida, eres niño como yo” y “cuatro esquinitas tiene mi cama”, haciendo intervenir a coros angélicos y arcangélicos. Lo verdaderamente grave es intentar impedir el ejercicio de la libertad de expresión, felizmente amparado por la Constitución española.
. De interés argumental sería aportar los datos acerca de cuanto se gasta en la tramitación de los procesos de las causas de beatificación y canonización y, por añadidura, los de la consecución de un título nobiliario. Más fiables resultarían estos datos, que los que pudieran publicar quienes trabajan en el tema.
. Sensibilizo desde aquí a la opinión pública en general a que juzgue y revise la urgente, elemental y sagrada necesidad que entraña el acaparamiento, al menos nominal, de Dios y de su obra, por parte de una institución, lo que puede contribuir a perfilar comportamientos de algunos de sus miembros. Todas las cosas –y el mundo universo- es obra de Dios. “Dios no se casa con nadie”, ni puede ser monopolizado ni manipulado, aún con la mejor, o más candorosa, de las intenciones.
. “Fuera de la Iglesia no hay salvación…” Se trata de un principio que se nos repitió con excluyente desconsideración, pero que hoy sensata y evangélicamente está siendo corregido por la teología. Dentro y fuera del Opus, la salvación, gracias a la gracia y a la infinita misericordia divina, es y será patrimonio de todos.
. Conste que en lo referente a las causas de los santos, la Iglesia, aún en sus más altas instancias, ni ejerce, ni puede ejercer, su condición de “infalible”. Creer, y practicar, lo contrario, requeriría tener que reeducarse catequéticamente en la fe.
. Y para terminar, una pregunta de soberana y preocupante consideración y actualidad para el Pueblo de Dios y sus aledaños:¿Podría considerarse como “blasfemia” – aseverar-, tal y como lo han hecho todos los medios de comunicación del mundo-, que el exdirector del tenido y temido como “poderoso banco vaticano” –IOR-, Ettore Gotti Tedeschi, investigado por blanqueo de dinero por la Fiscalía de Roma, es “simpatizante del Opus Dei”, obra de Dios por antonomasia? ¿Es “blasfema” la foto distribuída como oficial, del ahora exdirector, en cuyo despacho aparecen con notable relieve un crucifijo y una imagen del Papa actual, Benedicto XVI? Es una pregunta que merecería ser contestada lo antes posible. El Pueblo de Dios, y todos los pueblos, así lo demandan.