Sabuesos sin olfato.

Lo importante es la noticia y no quien la da o como le ha llegado a él. Puedo entender que a algunos les produzca curiosidad. Y me divierten mucho las conjeturas. Sobre todo siendo tan varias y diversas. Y bastante descabelladas.

Evidentemente todo informador tiene sus fuentes. Unas son públicas y otras privadas. Sobre las públicas es muy fácil investigar. Yo suelo citarlas pero si no lo hiciere cualquiera me puede decir que el nombramiento de monseñor Asenjo para Sevilla o de monseñor Cañizares para Roma, o cualquier otro, sea nombramiento o levantamiento de excomuniones, estaba ya publicado en tal sitio y en tal fecha. Hasta el momento creo que nadie me ha levantado esa liebre. Aunque algún mérito tendría en ser tan lector que no se me pasa nada del mundo mundial. Como dice la famosa ministra.

Y como soy políglota y domino veinte lenguas vivas, más diecisiete muertas, y mi día tiene varios miles de horas, no se me pasa nada de lo que se escribe en el mundo, sea en cingalés o en ese lengua africana que tan bien conoce Moratinos.

Luego están las fuentes privadas. Como soy discretísimo y agradecidísimo ya resulta mucho más complicado dar con ellas. Yo diría que imposible. La persona que mejor me conoce del mundo mundial es sin duda mi mujer. Cuarenta y dos años de matrimonio más seis de noviazgo dan para mucho. Pues si alguno de estos inspectores Gadget la secuestrara y la sometiera a tercer grado se iba a quedar como estaba. In albis.

Por supuesto que me reservo el uso de los recursos literarios que me parezca. Pero eso queda ya a la inteligencia del lector. Que en algunos casos es bien escasa. Serán afortunados o no, respetuosos o menos, responderán a la verdad o serán ficción, lo que queráis. Éxito parece que han tenido. Estoy seguro de que si hubiera dicho que tenía comunicación con el Espíritu Santo no faltarían lectores que me tacharían de mentiroso o de fatuo. Dice que le inspira el Espíritu Santo y es falso, quien le da esos datos es una señora que tiene un puesto de hortalizas en el mercado de San Miguel. O es tan creído que está convencido que la Tercera Persona de la Santísima Trinidad le sopla al oído todas las noches lo que escribe al día siguiente. Y alguno hasta se creería que tenía coloquios con el Espíritu Divino. De todo ello hay testimonios en el Blog.

No es el cardenal Re, este vanidoso presume de una amistad inexistente. O que canalla es el cardenal Re que se salta todas sus obligaciones contándole lo que no debe. Y ya han salido más cardenales al retortero. Además de Re tenemos ya a los cardenales Ro y Ru.

No es Re sino Rouco. Que, Maquiavelo redivivo y dejando en mantillas al italiano,me utiliza para sus torvos fines de mangoneo de la Iglesia universal. Porque como todo el mundo sabe él es el Papa en la sombra y yo soy su profeta. Comprenderéis que me haga gracia y hasta me envanecería de tanto protagonismo si no fuera un producto evidente de la subnormalidad en la que yacen algunos.

Lo del cardenal Ru es también divertido. Y hay otro bobo solemne que está encantado consigo mismo por haber despejado la incógnita. Supongo que Juan Rubio, desde aquí un abrazo, querido Juan, uno de los sacerdotes más inteligentes y brillantes que me he tropezado, su crónica de las Iglesias Béticas no ha habido nadie no ya que la superara sino que se acercara a leguas de lo que aquello fue, habrá soltado la carcajada al leerlo. Nadie en su sano juicio puede creerse que disponiendo de las informaciones que aquí se han dado no las explotase en su revista y me las comunicara a mí para que me pusiese las medallas.

Hasta el momento no ha saltado el cardenal Ri pero es cuestión de días. Porque todo el mundo sabe de mi íntima amistad con el cardenal Ricard y no digamos ya con el cardenal Rivera. Con el primero suelo hablar todos los días tres o cuatro veces. Y el arzobispo de Méjico no hace nada en su archidiócesis sin consultármelo. Y os voy a dar una noticia bomba antes de que salte a la prensa. Cosa que iba a ocurrir cualquier día. La bendita tilma del indio Juan Diego que se venera en Guadalupe es una copia. El original está en el salón de mi casa pues me lo obsequio el cardenal el pasado año. Del cardenal Rigali no hablo porque a ese todavía no le conozco. Y no faltará sagaz sabueso al que se le encenderá la bombilla y diga: Es ese. El que dice que no le conoce. Eureka. Si es que hay bobos para todo.

Pues ni Re, ni Ri, ni Ro, ni Ru. Os lo voy a revelar. Mi informador es el cardenal Ra. Sí, ese que va vestido de blanco. ¿Os enteráis de una vez? ¿Cómo iba a saber tantas cosas si el mismo Papa no me las comunicara?

Teniendo tan alta y caliente línea no voy a utilizar esas otras impropias de mi elevadísima posición. Como comprenderéis no iba a perder mi tiempo con subalternos de Moratinos o de Bermejo. Aunque en eso haría una advertencia a tan poco inteligentes detectives. Han dado por supuesto un delito de prevaricación en unos funcionarios. Y eso es un delito. Que podría perseguir el ministerio fiscal. De oficio. Si me requirieran sus IPs, además de que no podría negarme a facilitarlos, lo haría con muchísimo gusto.

Cierro con otro informador de última hora que supongo estará molesto por ver su nombre en este affaire. Si digo que supe de su nombre ayer o anteayer habrá quien no me crea pero es la pura verdad. Se llama Don Alberto Chávez, es español e íntimo amigo mío, según dicen. Y de ideas análogas a las mías. Según dicen también. He ido al Annuario Pontificio y efectivamente allí figura entre los Addetti di Segreteria un Rev. Alberto José González Chávez. A quien desde aquí saludo. Ya sé que basta que diga que él no es para que alguno piense todo lo contrario. Pero no puedo hacer otra cosa. Las averiguaciones de estos OO7 de vía estrecha son tan ridículas que se contradicen ellas mismas. Es evidente que no pueden ser funcionarios de Justicia o de Exteriores pue si los de un negociado conocen los nombres de los obispos que se van a nombrar, supongo que no de los auxilares, no tienen ni idea de lo que concierne al lefebvrismo. Ni tampoco alguien con cargo en la Congregación para los obispos pues ese conocería perfectamente los nombres de los auxiliares y también me los comunicaría.

Pues eso es lo que hay. Mucha estupidez. Y nada más. Como la de decirme que de algo no me he enterado. ¿Cómo que de algo? De muchísimas cosas. Es pura evidencia que no soy omnisciente. Pero parece absurdo reprochar a Nadal cuando gana la medalla de oro en tenis que menos lobos porque no ganó la de salto de pértiga.

Y a Don Alberto José González Chávez decirle que lamento mucho los disgustos que en el Blog hayan podido causarle, que no le dé importancia porque no la tiene y que aquí tiene ya un desconocido amigo.
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