¿Teólogos o cantamañanas?

Esto ya pasa de castaño a oscuro. Y, en vez de contestar a mis comentaristas sobre el recientemente fallecido Juan Bosch, publico este artículo en respuesta a todos ellos. El tema me parece de la suficiente envergadura como para darle un tratamiento especial.

No voy a entrar en la libertad de pensamiento de cada uno. Respeto lo que piense cualquiera. Allá él. No es problema mío. Pero en la Iglesia católica no se puede pensar y menos decir lo que a uno se le ocurra. Porque deja de ser miembro de la Iglesia católica. Y ya pueden venir teólogos vivos, muertos o recién muertos a decir lo contrario porque se equivocan.

No es de recibo que cualquier curilla, o curazo, se pase por el arco del triunfo al Papa y a sus más importantes documentos. O a los obispos. Salvo tres o cuatro que para ellos son los únicos obispos de la Iglesia de Dios. Y menos que lo hagan a bombo y platillo y en manifestación. Eso es una vergüenza. Eso es antieclesial. Eso es antievangélico. Eso es protestantismo puro y duro.

Pero es que hay más. La mayor parte de los que integran la algarabía tienen de teólogos lo que yo de hare krisna. Unos estudios mal digeridos y ni una sola aportación valiosa a la teología. Sólo un coro de amiguetes, tan teólogos como ellos, que encuentran acogida en periódicos anticatólicos, felices por mostrar esas disidencias en la Iglesia.

Yo entiendo las amistades personales y que a uno le fastidie que hablen mal de un amigo. Y más si se está en una sociedad de bombos mutuos que sólo se sostiene de ese bombeo. Quiero decir que Miret no sería nadie si no le sostuvieran Tamayo y sus amigos. Y Tamayo tampoco si no fuera coreado por Miret y los demás. Y cuando digo nadie quiero decir eso.Absolutamente nadie. Porque ninguno de ellos, o casi ninguno, tiene la menor consideración por sus aportaciones teológicas sino única y exclusivamente por su actitud rupturista en la Iglesia.

Tanto es así que se mueren y ya nadie se acuerda de ellos salvo de las relaciones personales. ¿Quién habla hoy de Benzo, o de Urbina, o de Aguirre...? No son nada en la teología. Apenas un recuerdo para historiadores de la Iglesia muy especializados. Y por sus posiciones eclesiales que no por sus aportaciones teológicas.

Luego está la matraca que del muerto o se habla bien o no se puede hablar. Curiosamente sólo aplicable a los muertos de ese grupo. Porque de los otros claro que se puede hablar. Ya sean Don Marcelo, monseñor Guerra o monseñor Morcillo. De este último incluso en su funeral. Oficiado por el cardenal Tarancón. Que yo le oí. En mi vida he escuchado una oración fúnebre más mezquina, más cicatera, más resentida.

Pues este menda no se apunta al coro de los bombos mutuos. Y si Bosch teológicamente me parece un cantamañanas lo voy a decir aunque estén frescas las flores sobre su tumba. Entiendo perfectamente el dolor de sus amigos. Y que le lloren todo lo quieran. Pero ese dolor no es el dolor de la Iglesia. Ni mi dolor. Le deseo, como a todos los que mueren, la misericordia de Dios. Nada más por mi parte. He rezado por él un Padrenuestro y creo que hice mucho más de lo que hice por el resto de los que ese día han dejado este mundo.

No se puede mantener esa oposición de sacerdotes y, sobre todo, religiosos, a la Iglesia. No se sostiene esa Iglesia suya al margen y en contra de la Iglesia católica. Eso es una vergüenza. Y yo lo digo.
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